La Guerra de Irlam Capítulo 5

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La Fuerza de la Determinación

Los disparos implacables no dan tregua, la batalla se prolonga y con cada minuto que pasa, también se acumulan más heridos. Aunque hemos logrado mantener nuestras posiciones, los rostros de todos muestran el agotamiento que proviene de un esfuerzo continuo.

No tengo dudas de haber sido responsable de más de cuarenta muertes por mí mismo. El campo de batalla es un paisaje infernal, salpicado de sangre y fragmentos desgarrados de cuerpos, resultado de las devastadoras explosiones de los cañones. Sin embargo, el problema que nos atormenta es la escasez de balas, pues el lote que preparamos es todo lo que planeamos utilizar a lo largo del año.

Por fortuna, el número de enemigos ha ido disminuyendo, lo cual podría significar dos cosas: o bien están tramando alguna estratagema peligrosa o están quedándose sin hombres. Es inimaginable manejar a una multitud tan numerosa, y estoy convencido de que yacen más de cuatrocientos cadáveres dispersos en este desolado lugar. Solo se puede lograr algo así si capturan a la gente de los pueblos cercanos y la convierten en carne de cañón.

Poseen una fuerza que se asemeja a un pequeño ejército, una masa de hombres desesperados. Sin embargo, su inteligencia deja mucho que desear, ya que persisten en atacarnos con cuchillos en mano. A medida que nos damos cuenta de su aproximación, abatimos al último de ellos, lo cual genera un silencio abrumador que nos envuelve. Nadie celebra la victoria, todos permanecemos alerta, esperando que nuevos enemigos aparezcan en cualquier momento.

Algunos soldados aprovechan el breve respiro para recargar sus armas, mientras que otros se sientan exhaustos, buscando un instante de descanso en medio del caos. Al principio, no entendía por qué se les imponían horarios de trabajo tan rigurosos a las personas de las fábricas y herrería. Llegué a pensar que estábamos esclavizándolos, pero ahora comprendo que era una medida necesaria dada nuestra situación desesperada.

Solo nos queda un pequeño lote de balas, por lo que no podríamos aguantar mucho más.

Sofia me hace una señal indicando que los cañones han dejado de funcionar. Suspiro aliviado al ver que esto ocurre en el momento adecuado. Sin duda alguna, si el general no hubiera tomado la decisión de concentrar todos nuestros esfuerzos en la producción de balas y armas, todo esto hubiera sido imposible de llevar a cabo. Seco el sudor de mi rostro mientras recargo mi arma, y una ola de esperanza se esparce entre los soldados. Sin embargo, desde el bosque podemos percibir algo extraño en el aire.

Intentamos ver con atención y, de repente, algo sale volando por los aires. Nuestros ojos siguen su trayectoria hasta que el cuerpo sin vida cae cerca de uno de los capitanes. El capitán, sorprendido, se acerca al cadáver y lo apuñala con la bayoneta de su arma.

¡Boom!

En ese instante, el cadáver explota con un estruendo ensordecedor, desencadenando una onda de viento que arrastra consigo una nube de polvo. Cierro los ojos instintivamente para protegerme de la fuerza del impacto, pero los gritos de dolor de mis compañeros resuenan en mis oídos. Rápidamente, más de esos cadáveres empiezan a caer del cielo.

—¡Retrocedan! —grito desesperado, intentando que todos se pongan en movimiento. Los magos de tierra que se han quedado atrás comienzan a erigir domos protectores para resguardarnos de los ataques. Sin embargo, puedo ver que varios cultistas emergen del bosque, y entre ellos hay alguien que se destaca.

Es pequeño, con una estatura similar a la de un niño, pero a su alrededor los cadáveres son levantados y lanzados como títeres macabros.

Un nuevo adversario ha hecho su aparición y no tenemos manera de protegernos contra él. La desesperación se apodera de nosotros, pero no podemos permitir que el miedo nos paralice.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora