La Capital Capítulo 7

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Las Historias que no Conocemos.

Pasados unos segundos sin respuesta, puedo percibir movimiento desde el fondo del recinto. Un hombre corpulento y robusto emerge entre las sombras, recordándome a Rom, aunque más joven. Sus poderosos brazos parecen haber sido forjados para tareas pesadas mientras me observa con molestia desde su posición.

—La segunda entrada a tu derecha; toca cinco veces seguidas —indica el hombre antes de desaparecer nuevamente en las sombras.

Siguiendo al pie de la letra sus instrucciones, nos dirigimos hacia dicha entrada y repito los pasos indicados: toc, toc, toc, toc, toc.

Casi inmediatamente después, la puerta se abre revelando a un individuo musculoso con cabello blanco y ojos púrpura que reflejan una profunda experiencia vivida.

Este hombre nos examina detenidamente a mí y a Beatrice antes de concedernos acceso sin titubear. Adentrarnos implica sentir cómo aumenta súbitamente la temperatura ambiente.

El exterior resultaba ser tan solo una fachada engañosa, pues una vez dentro de la casa se desvela un amplio pasillo de piedra que nos conduce hacia lo desconocido.

Caminamos en silencio siguiendo al hombre, quien ejerce el papel de nuestro guía.

—Tuvimos que huir; Baltazar sacrificó a su grupo para que pudiéramos quedarnos. Ahora vivimos en las sombras —dice el hombre con ira y decepción impregnados en su voz.

El ambiente está cargado con un olor desagradable, una mezcla nauseabunda de sudor, metal y carbón.

A mi alrededor se acumulan montones de piezas metálicas, cuchillas afiladas, espadas relucientes y cajas repletas de armas junto a desperdicios abandonados.

Sin embargo, esto no es lo que me interesa verdaderamente...

—El gremio de herreros de Lugunica ha logrado monopolizar la capital, estableciendo sucursales en todos los rincones y explotando a sus trabajadores sin piedad para cumplir con los pedidos —el hombre se voltea hacia mí, extendiendo su mano en un gesto firme.

Dudo por un instante, pero sin más opción que aceptar el saludo, estrecho su mano. El apretón es vigoroso y trato de no quedarme atrás.

—Ya sabemos quién eres; Baltazar nos envió una carta, pero hemos decidido esperar noticias más alentadoras —el hombre me mira con ojos carentes de vida— Soy Brimar, un hombre despojado de sus triunfos pasados.

Él libera mi mano y abre la última puerta, revelando lo que parece ser un sótano. Descendemos por las escaleras y la temperatura se vuelve cada vez más intensa. Los golpes metálicos resuenan nítidamente a medida que avanzamos escalón tras escalón.

—Somos personas expulsadas por la burocracia; sin otra alternativa viable, decidimos dedicarnos a vender armas a ladrones mientras nos mantenemos ocultos en las sombras —explica Brimar.

Una vez llegamos al fondo del sótano, puedo ver claramente la escena ante mis ojos: nueve individuos están presentes junto al fornido hombre que me trajo hasta aquí, siendo diez. La sala está repleta de yunques y hornos ardientes que emanan un calor sofocante.

Vivir bajo estas condiciones debe ser agobiante.

—¿Tú eres aquel quien luchó contra los caballeros? —pregunta Brimar, fijando su mirada en mi rifle.

Las noticias se han propagado rápidamente; el hecho de que los sirvientes hayan presenciado mis enfrentamientos ha vuelto imposible mantener la discreción. Además, existe la posibilidad de que todo haya sido planeado para convertirme en un enemigo de estas personas.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora