La Fuerza del Querer Capítulo 3

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Todo debe Iniciar de Forma Perfecta

Emilia me relata la historia de Lugunica, un país enclavado en el oriente del planeta. En sus primeros días, Lugunica se regía por una monarquía, donde el poder fluía de una generación a otra.

Sin embargo, una devastadora catástrofe acabó con la familia real, arrebatándoles la vida y llevando a los sabios a tomar las riendas del país, tomando decisiones en su nombre.

Los sabios, ese grupo de eruditos, asumieron la responsabilidad de los asuntos financieros y las determinaciones cruciales para la nación.

Aunque Lugunica carece de cifras precisas sobre su población, se conoce que la capital, como centro de todo, alberga a unos trescientos mil ciudadanos.

Más allá de la capital, se extienden pequeñas urbes, pueblos idílicos, aldeas pintorescas y refugios seguros, algunos bajo la custodia vigilante de la Guardia Real, una fuerza militar comprometida con la seguridad del país.

Sin embargo, en las entrañas de Lugunica también yacen lugares peligrosos: cavernas enigmáticas, bosques oscuros que ocultan misterios insondables, y barrios marginales que languidecen sin protección alguna.

En el tiempo que los sabios han ejercido el poder, han buscado incansablemente a las cinco aspirantes al trono de Lugunica, ya que la nación ha abrazado durante generaciones un sistema feudal.

Hasta ahora, han sido halladas cuatro de las candidatas, y la elección aún no ha tenido lugar.

Una vez que se ubique a la quinta contendiente, todas ellas se congregarán en el majestuoso castillo para inaugurar la competencia por el anhelado trono de Lugunica.

Y la quinta ya ha sido encontrada.

—Tenemos, pues, tiempo hasta entonces. Y tú discurso, Emilia, será sin lugar a duda el más esplendoroso de todos.

—Si... —Emilia responde, sin alegría ni negación, como si aún le asaltaran dudas.

—Ahora que comprendo más o menos la situación, puedo asegurarte de que tu sueño es alcanzable. Quizás solo necesitas reconfigurarlo, abordarlo con una mirada más madura y profunda.

Emilia, al escucharme, hace un puchero y gira la cabeza en señal de negación.

—¡Hmpf! Soy mayor que tú, deberías tratarme con respeto —declara Emilia, cruzándose de brazos en su negativa.

Emilia escucha mis palabras atentamente, aunque al principio muestra cierta resistencia y hace un gesto de descontento.

No obstante, continúo explicando mi punto de vista sin titubear.

—La edad no determina la sabiduría, son las experiencias y cómo aprendemos de ellas lo que realmente importa —le digo con convicción, a lo que Emilia responde en tono juguetón sacando la lengua.

Sigo argumentando, tratando de hacerla reflexionar.

—Hay varios tipos de igualdad; si hablamos de respeto, sin duda alguna, podemos establecer reglas y cambiar la mentalidad —afirmo con seriedad, notando la curiosidad en la mirada de Emilia—. Será algo difícil, pero no imposible. En el caso de la igualdad de condiciones, es imposible.

—¿Por qué? —me pregunta intrigada.

—Es algo muy sencillo de entender —respondo con calma—. Las personas son individuos diferentes, el estatus se forma a partir de cómo aprovechan las oportunidades, no importa el punto de inicio; la brecha se rompe al instante en que esas personas deciden qué hacer con sus oportunidades.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora