Las Sombras del Destino: Capítulo 2.

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En Busca de Respuestas

Mi cuerpo pesa como si cada músculo estuviera anclado al suelo, como si la gravedad misma hubiera intensificado su tiranía sobre mí. Cada paso es una lucha, una batalla contra la fuerza invisible que me arrastra hacia abajo. Y mi alma... mi alma se siente atrapada, aprisionada en los confines de una oscura cárcel a la que pertenece.

Tengo que encadenarla, puesto que no necesito su sentir ahora mismo.

Hace tiempo me hice una promesa, juré no caer, no sucumbir ante el abismo de la desesperación sin importar lo que sucediese. Fue el día en que perdí a mi madre, cuando escapé de la realidad dolorosa que me rodeaba. Esa promesa se convirtió en mi ancla, en mi salvavidas en medio de la tormenta.

Me prometí a mí mismo que no derramaría lágrimas, que seguiría adelante por el bien de aquellos que amo, por aquellos que necesitan mi fuerza. En aquel entonces, me creí un héroe, un salvador destinado a cambiar el mundo y aliviar el sufrimiento de todos.

Pero ahora, mi corazón yace hecho añicos, mi espíritu naufraga en un mar de desolación.

«¿Es tan terrible el pecado de mi existencia?» el pasado yace inmutable, inalterable, sin importar mis acciones presentes. Los ecos del destino resuenan incesantemente, avanzando y desvaneciéndose como sombras en la noche.

Y ahora, me veo obligado a abrazar un lado de mí que había olvidado, a convertirme en un monstruo. Debo ser alguien que no siente, debo transformarme en la persona que juré nunca volver a ser.

Madre, padre, si están observando desde algún lugar, por favor...

—Dejen de mirar —susurro, reconociendo que ahora debo planificar todo.

Abro mis ojos, encontrándome bajo el techo desconocido de una habitación solitaria, ligeramente polvorienta. El silencio impera, roto únicamente por la suave respiración de las dos mujeres que descansan a mi lado.

Mi aspecto ha cambiado, mis ropas han sido reemplazadas por una bata blanca y estéril. En la mesa de noche, yace un cambio de ropa militar.

Giro mi cabeza, y al verla, siento que mi corazón se hunde. Emilia duerme, su rostro refleja el cansancio y la preocupación, mientras sujeta mi mano con ternura, ajena al torbellino de emociones que me consume.

Debió esforzarse mucho, no sé cuánto tiempo he estado desmayado, pero viendo que no se ha cambiado de ropa supongo no mucho.

Es probable que Emilia no haya sentido el cambio en mí, que su mente no alcance a comprender lo que está sucediendo.

Sé que debió darse cuenta al no sentir el maná de Beatrice. A si como quizás sintió eso en mí.

El odo de Beatrice se ha fusionado por completo con el mío, ahora su maná puro corre por mis venas, un poder sutilmente diferente, pero palpable. Todavía puedo reconocerlo, a pesar de estar en mi cuerpo siento que algo habita en mí.

La maldad y la luz luchan por tomar el control.

Un escalofrío recorre mi espina dorsal mientras me enfrento a la realidad de mi nueva existencia. Ahora, debo abrazar la oscuridad que habita en mi interior, debo convertirme en el monstruo que necesito ser para sobrevivir.

Una voz, áspera y cargada de dolor, se alza en mi mente, susurrando palabras que cortan como cuchillas afiladas. «¿Qué has hecho, ¿qué has perdido para llegar a este punto?»

Mi mano aprieta con fuerza la de Emilia, buscando consuelo en su presencia.

—No lo sé —murmuro para mí mismo, incapaz de enfrentar la verdad que se cierne sobre mí. Pero sé que no puedo volver atrás, que debo seguir adelante, aunque eso signifique perderme a mí mismo en el proceso.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora