La Tragedia Sin Fin: Capítulo 11

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El Ascenso del Monstruo Interior

Siento que estoy de pie, siento que estoy de pie, pero no quiero abrir mis ojos.

Por el olor puedo reconocer el lugar.

Me sumerjo en los aromas que impregnan mi oficina, una amalgama reconfortante de notas de madera de los libros en las estanterías, el ligero zumbido de la máquina de escribir que reposa sobre mi escritorio y el frescor sutil de las hierbas aromáticas dispersas por la habitación.

Entonces, entiendo lo que está sucediendo.

Mi corazón late, late de ira, una ira que se alimenta de la necesidad de justicia, de retribución. No importa si tengo el poder de regresar y salvar a aquellos que una vez perecieron, porque el solo hecho de que recuerde lo que hicieron me basta.

No perdonaré a nadie.

Aprieto mis manos, sintiendo que cada célula de mi cuerpo clama por venganza, una llama que arde sin cesar, avivada por la injusticia. Todo lo que debo hacer es seguir adelante.

En este momento, el poder que me ha sido otorgado me lo permite.

Cuando finalmente decido abrir los ojos, lo hago con la certeza de que me encuentro en mi santuario, mi refugio en este mundo ilusorio. Observo con satisfacción los detalles de mi oficina, meticulosamente restaurada a algún día al azar en el tiempo.

Aunque la fecha exacta no la conozco, no importa en este momento.

Lo que importa es avanzar.

Estoy a punto de dar media vuelta cuando el movimiento de mi silla, que permanecía de espaldas, captura mi atención. Mi instinto de supervivencia se activa de inmediato, y busco frenéticamente mi pistola. Sin embargo, antes de que pueda alcanzarla, mi mirada se cruza con la de ella.

—Nos vemos de nuevo. Ha pasado un tiempo —me saluda Pandora, alzando la mano y esbozando una sonrisa que hiela mi sangre—. ¿Me has echado de menos?

La sorpresa me paraliza por un instante mientras observo el vacío que se extiende más allá de las ventanas. Mis manos tiemblan, reconociendo la realidad implacable de este mundo ficticio. Inhalo profundamente, pero mi mente lucha por comprender el propósito de su presencia.

Aprieto los puños con fuerza, pero mi gesto se desvanece cuando ella saca mi propia pistola; la pistola que creía tener bajo mi cinturón. Observo con cautela cómo acaricia su acabado, antes de apuntarla directamente hacia mí.

¿Qué pretende ahora?

—Has hecho un buen trabajo. —Sonríe, sus ojos penetrantes clavados en los míos con intensidad—. Es un arma fácil de usar, bastante bien hecha.

Mis dedos se tensan involuntariamente ante su aparente tranquilidad. La presión del momento se hace palpable mientras el dedo de Pandora se posa sobre el gatillo, y antes de que pueda reaccionar, el estruendo del disparo retumba en la habitación, rompiendo el silencio con un eco ominoso.

¡Bang!

Un mareo momentáneo me sacude, como si algo atravesara mi cráneo y desestabilizara mi equilibrio.

Sin embargo, cuando recobro la compostura y examino mi entorno, no encuentro rastro de herida alguna. No hay sangre, ni hay dolor; simplemente, no ha sucedido nada. Mi mirada se cruza con la de Pandora, y ella no muestra ni el más mínimo cambio en su expresión impasible.

—Con ese acto has perdido una vida, una valiosa vida. —Ella guiña su ojo, desafiante, provocando un eco de reflexión en mi mente. ¿Una vida valiosa?

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora