La Capital Capítulo 8

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La Mansión Karsten.

—La señorita Crusch está esperándolos en su despacho —anuncia una cortés sirvienta inclinándose ante nosotros mientras nos indica el camino hacia la entrada principal de la mansión.

Decido dejar a los soldados aguardando en la entrada, mientras Emilia, Beatrice y yo ascendemos hasta el cuarto piso, donde se encuentra el despacho de Crusch. La mansión presenta una decoración un tanto distinta; en lugar de ostentar lujo desmesurado, irradia un aura más militar.

Los colores neutros y formales dan testimonio de que pertenece a una noble familia sin caer en la ostentación.

La sirvienta toca delicadamente la puerta para anunciar nuestra llegada. Tras recibir permiso, abre las puertas y nos adentramos en el recinto. Emilia es la primera en entrar, seguida por Beatrice y finalmente mi persona.

Saludamos cortésmente a Crusch, quien luce radiante con su rostro fino y definido. Su piel pálida pero bien cuidada revela los rastros del cansancio que pueden ser eliminados mediante el uso de magia curativa; algo que ambos sabemos muy bien.

Finalmente nos invita a tomar asiento y da inicio a la conversación tan esperada.

—¿Tienen alguna idea sobre por qué les he convocado? —interroga Crusch mientras escruta detenidamente nuestras expresiones.

Su pregunta no tiene otro propósito más que analizar cómo reaccionaremos ante ella: si mentiremos o mostraremos nerviosismo o confianza excesiva.

Decir "La ballena blanca" podría ponerlos en aprietos, resultaría poco convincente ahora mismo.

La mejor forma de responder es sin duda...

—En nombre de mi señorita, comprendo que hemos sido convocados para enfrentar una batalla —respondo con seguridad

Crusch entrecierra sus ojos ligeramente, mientras que Wilhelm y Félix permanecen en silencio, convirtiendo este encuentro en un juego para ganar su confianza. Emilia se mantiene serena, observando atentamente la conversación.

—Anastasia me informó sobre tus actividades de recolección de carrozas hacia tu mansión, así que hice algunas conexiones a partir de tu solicitud —continúo hablando con sinceridad hasta el momento.

Todo lo que he dicho hasta ahora es cierto, por lo que no debería haber problema alguno con respecto a su detector. Ahora solo queda dar un paso más e inferir algo más profundo.

Ella parece interesada en escucharme seguir adelante, por lo tanto, prosigo:

—Al pedirnos venir a tu mansión mientras llevabas a cabo estas acciones, percibí en tu mirada algo distinto a una simple invitación. Eso indica claramente que se trata de algo importante.

Crusch arquea una ceja levemente y responde intentando tenderte una trampa:

—Mi rostro siempre muestra la misma expresión sin importar las circunstancias; no hay motivos para llegar a esa suposición —afirma ella firmemente.

Niego con la cabeza para indicarle amablemente que está equivocada.

Ella puede pensar que carece de expresiones faciales claras pero cualquier gesto forma parte de ello. Es como decir que Wilhelm no tiene expresiones faciales; eso sería una falacia. Nadie escapa al lenguaje del rostro, incluso yo mismo estoy sujeto a él.

—Antes de que comenzaran los discursos, mencionaste que eres una mujer ocupada, y aunque podría haber muchas razones detrás de ello, todo está conectado: tu solicitud, las carrozas que están llegando, los caballeros que se están formando y, lo más importante, la sorpresa que te ha llegado: la derrota del culto de la bruja a manos de nuestra fuerza desconocida para ti hasta ahora —añado, creando una pausa para captar toda la atención de Crusch, quien afila sus ojos expectante ante lo que tengo por decir.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora