Una Pequeña Sorpresa Capítulo 8

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La Esperanza de la Desesperanza

—Eres formidable, sin duda fue un regalo maravilloso, una espadachina sobresaliente —Ley alza sus brazos, mostrando las dagas que sostiene—. Será suficiente para compensarme, un regalo valioso, una deliciosa comida, exquisita y maravillosa.

—Deja de hablar y retírate, cultista —declara Crusch con voz firme, identificando a la figura frente a ella—. Tendré que matarte si persistes.

Ley suelta una risa estruendosa y se lanza hacia Crusch a gran velocidad.

Con un aura misteriosa, emanando una atmósfera de peligro, estos líderes de culto son un recordatorio constante de la amenaza que representan.

Yo explique a Crusch y al resto la posible presencia de cultistas, así como la apariencia de los arzobispos.

—Una comida es deliciosa cuando se tiene más hambre, quizás deba moverme un poco para disfrutarlo más —declara Ley con un tono siniestro, mientras lanza sus afiladas dagas en dirección a Crusch.

Ella reacciona con agilidad, bloqueando los ataques con destreza antes de alejarse y utilizar sus hojas de viento como arma.

Los movimientos son frenéticos y fluidos, un intercambio mortal de ataques y defensas. Ley esquiva con agilidad cada hoja de viento, acercándose de nuevo con una oleada de apuñaladas dirigidas hacia Crusch.

Ella responde con velocidad, ejecutando movimientos precisos para repeler cada puñalada y corte que se dirige hacia ella.

Aunque Ley es de tamaño pequeño, su agilidad lo convierte en un oponente peligroso y rápido. Sus ataques llevan consigo una fuerza no despreciable, lo que complica la tarea de Crusch para mantenerse a la defensiva.

La confusión me embarga mientras observo la batalla.

No logro entender completamente la situación. Ley conocer mi conocimiento sobre ellos... y su cristal misterioso, no lo entiendo.

Sin embargo, ha logrado curar mis heridas, y extrañamente, siento una revitalización en mi cuerpo. A pesar de la complejidad de reunir maná, cada vez me resulta más natural y cómodo.

La incertidumbre me abruma, esta situación ya supera los límites de mi comprensión.

«Maldita sea...»

Creí que había llegado a una comprensión, pero nuevamente me veo sumido en la confusión. Es demasiado para mí.

Anhelo el descanso, el sueño reparador. Deseo olvidar por un mínimo de tiempo...

Quiero escapar, huir de este lugar y no regresar jamás.

La agonía de contener lo que sea que está ocurriendo me consume.

Con dificultad, me pongo en pie. Siento que mi cuerpo es distinto, mi ropa hecha jirones, manchada de sangre y despedazada, un olor nauseabundo impregna el aire. Intento canalizar mi maná, a pesar del malestar, buscando una chispa de energía.

A pesar de las circunstancias, una sensación revitalizante recorre mi ser, inyectando nueva determinación en mi ser. Sin embargo, junto a mi crecimiento en resolución, también persiste el deseo profundo de encontrar paz en medio de esta oscuridad implacable.

¿Seré víctima de alguna maldición?

Ni siquiera tuve la oportunidad de disfrutar mi adolescencia ni los primeros pasos en mi adultez.

Me vi forzado a madurar antes de tiempo, a cerrar puertas y aislarme de todos. Desarrollé una desconfianza instintiva hacia los demás.

La puerta responde a mi llamado, dejando que el agua refresque mi cuerpo. Me libero de la chaqueta y la camisa empapada, quedando solo con la camisilla de mangas y un pantalón desgarrado hasta la rodilla.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora