La Tragedia Sin Fin: Capítulo 13

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Siento el peso de mi cuerpo, como si cada músculo y hueso estuvieran cargados con el lastre de la culpa y el dolor. Los gemidos de los heridos a mi lado se mezclan con el estruendo implacable de la lluvia que cae sin piedad, como si el cielo mismo estuviera llorando nuestra desgracia.

Estoy vivo, sí, pero el latigazo del arrepentimiento me golpea con una fuerza que amenaza con derribarme.

«¿Qué sucedió?», siento como cada musculo de mi cuerpo tiembla, como el dolor arremolina mi cuerpo a la vez que mi corazón pesa tanto como un agujero negro.

Lamento profundamente no haber podido protegerte, Beatrice. Mi corazón se retuerce en un nudo de angustia al recordar tu rostro, ahora solo una sombra en la oscuridad de mis recuerdos destrozados.

Ahora, frente a una encrucijada desgarradora, me veo obligado a contemplar la posibilidad de transformarme en un monstruo, si eso significa tenerte de vuelta a mi lado.

Los recuerdos intentan llegar, como si estuviesen avisándome de un mal augurio.

El horror de esa perspectiva se entrelaza con la desesperación, formando un torbellino de emociones tumultuosas que amenaza con engullirme por completo.

La lluvia no da tregua, sus gotas frías y cortantes azotan mi piel como aguijones de remordimiento. Los truenos retumban en el cielo, acompañados por relámpagos que iluminan la desolación que nos rodea, como si la naturaleza misma se uniera al coro de dolor que emana de nuestro campo de batalla.

Puedo sentirlo, apenas perceptible, un eco fugaz en el viento que susurra la conexión con el contrato que nos une. Intento desesperadamente comunicarme contigo en mi interior, Beatrice, pero solo encuentro un vacío helado que me corta como un cuchillo afilado.

El cristal que me entregó Roswaal parece ser la clave para desentrañar este enigma, pero la sombra del miasma que lo infecta oscurece mis pensamientos con un velo de incertidumbre y temor.

—¡Señorita Crusch! —la voz urgente de Félix irrumpe en mi tormento, arrancándome de mis cavilaciones.

Crusch, con la mirada cargada de desesperación, se acerca a mí y coloca su mano temblorosa sobre mi pecho, como si pudiera encontrar una respuesta en los latidos erráticos de mi corazón.

—¿Qué quieres decir con que no despertará? —su voz, entrecortada por la angustia, resuena en el aire cargado de tormenta.

Es entonces cuando Félix, con la solemnidad de un médico, revela la verdad que se cierne sobre nosotros.

—Gran parte de esa energía maligna se ha infiltrado en su cuerpo, señorita. El señor Frey apenas logró purificarse a sí mismo, pero como bien puede ver, el precio fue alto. Su cuerpo, marcado por las manchas de la corrupción, lucha por mantenerse aferrado a la vida en medio de esta carnicería.

Debería estar muerto en estas circunstancias, ¿verdad? Pero aquí estoy, aferrándome a un hilo de vida que se desvanece entre mis dedos como el agua de lluvia que corre por mi piel, una constante y fría caricia que apenas alivia el ardor de mis heridas.

—Pero, justo en este momento, cuando la señorita Beatrice... —Las palabras de Crusch fluyen, cargadas de pesar, y puedo sentir el peso de todas las emociones que aguardan en su interior, un abismo de angustia y desesperación que amenaza con engullirnos a todos.

Me gustaría decir que me importa, pero ahora mismo, en este instante de caos y desolación, lo único que me importa es encontrar una solución. Debo mantener la calma, la determinación, a toda costa.

Recuperaré a Beatrice, cueste lo que cueste.

—Me molesta que me traten como un inútil. —Mis palabras emergen con determinación, rompiendo el pesado silencio que nos envuelve. Mis ojos se abren, encontrando los de Crusch y Félix con una firmeza inquebrantable.

Re:zero SC| Empezando la Vida como un Ingeniero desde CeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora