CAPITULO. MACUILLI

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"Ya va siendo la hora."

—¿Por qué te fuiste anoche? —cuestionó Jasper al verla entrar a la casa

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—¿Por qué te fuiste anoche? —cuestionó Jasper al verla entrar a la casa.

Arrastrando los pies, tomó asiento frente a él. Había tenido una de las peores noches de su vida.

—Es complicado.

Jasper contuvo el impulso de cruzarse de brazos.

—Soy un hombre inteligente —dijo, procurando no alterar su voz—. Por lo general, soy capaz de entender conceptos complejos.

A Nerea no pareció gustarle su sarcasmo. Aun así, había aceptado hablar del tema que siempre dejaban a un lado para evitar una pelea o inquietudes, pero había llegado la hora de abordarlo.

—El camino que he recorrido me ha enseñado a burlarme, a retar y aceptar a la muerte, a no temerle, porque sé que un día me alcanzará y me llevará a su reino —dijo Nerea y cerró los ojos durante un momento. Era un pensamiento que guardaba para sí misma y que podía compartir con varios semidioses—. Soy una semidiosa, hija de uno de los tres grandes. Es bien sabido y confirmado que nuestras vidas no son longevas y tranquilas. Tienes que vivir cada hora como si fuera la última y cada día como si fueras inmortal.

Jasper estaba sentado en el sofá con los ojos muy abiertos, llenos de una mezcla desgarradora de curiosidad y preocupación.

—Mi pensamiento ha cambiado a lo largo de los años, pero hay dos cosas que no han cambiado desde que entré a este mundo: la lealtad y la mortalidad —dijo Nerea—. No le temo a la muerte por acabar con mi vida en el plano, le temo y el temor se acrecentó porque sé que un día dejaré a los que amo, te dejaré, y me odio por eso. Te hice acostumbrarte a mi presencia, a quererme, y me iré un día. Si hubiera una posibilidad...

—La hay, pero no la aceptarías.

Nerea asintió.

—Le temo a la inmortalidad, no sé qué haría al pasar tantos años. He crecido y aprendido que mi vida es pasajera.

—Lo sé, y yo no te obligaría a pasar una eternidad. Pero sé que te quere para la eternidad. Todo en la vida tiene su principio y final —susurró él y vio cómo se le llenaban los ojos de lágrimas—. Tú y yo no somos la excepción. No te sientas mal por eso, vivamos los días haciendo una historia de las que no se olvidan. Le doy gracias al destino por juntar nuestros caminos, porque lo mejor de todo es que eres mi compañera en esta vida pasajera.

Cada día era más valioso y pleno que el anterior, y cada día se enamoraba más y más. —pensó la semidiosa—. ¿Era posible enamorarse de la misma persona una y otra vez?


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Ya habían pasado más de dos meses desde que se habían marchado de Forks y hoy estaban de vuelta en el frío pueblito que los unió. Los días eran agradables, pasar tiempo allí jugando con Nessie era enriquecedor y perturbador al mismo tiempo, verla crecer tan rápido. Aunque solo era una niña de pocos meses, tenía apariencia de una niña de cinco años.

Marea |Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora