CAPITULO. CHIC-NAHUI

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"Predators."

Jasper influyó en sus emociones, acrecentando el miedo de Aro

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Jasper influyó en sus emociones, acrecentando el miedo de Aro. No sabía sobre qué trataba la visión de su hermana, pero ayudaría con su don. Edward también había visto aquella visión en los pensamientos de su hermana. Ganaban, pero a qué costo.

Caius dio un paso al frente, posicionándose al lado de Aro.

—La niña sigue siendo una amenaza —le recordó al ver que su hermano callaba— para nosotros.

—¿Y si aseguramos que se mantendrá oculta de los humanos? —preguntó Edward, con una sonrisa disimulada— ¿Podremos irnos en paz?

—Por supuesto, pero —Caius asintió con obviedad— ¿cómo piensas hacerlo?

—Ya te lo dirán.

Alice se alejó de Aro, que aún seguía desconcentrado ante la visión de su final. De todo lo que había construido, su poder, se había marchado.

El sonido de pisadas sobre la nieve llamó la atención de los presentes en aquel claro. Se encontraron con dos vampiros: una mujer y un joven de piel morena, ambos muy parecidos; la diferencia estaba en los ojos del joven, que no eran rojos como los de los vampiros, sino de color café.

—Estuve buscando mis propios testigos en las tribus Ticuna de Brasil —dijo Alice—. Les presento a Nahuel y Huilen.

—Hay suficientes testigos —interrumpió Caius; Aro lo calló.

—Déjala hablar, hermano —Aro observaba a los recién llegados con curiosidad.

—Yo soy mitad humano, como la niña —empezó Nahuel—. Un vampiro sedujo a mi madre, quien murió al darme a luz. Mi tía Huilen fue quien me crió; yo la hice inmortal.

—¿Cuántos años tienes? —se apresuró Edward a preguntar, por lo que el híbrido se dio la vuelta para responder.

—Ciento cincuenta años.

—¿A qué edad llegaste a tu madurez?

—Yo me hice adulto siete años después de nacer; no he cambiado desde entonces.

—¿Y qué me dices de tu dieta? —inquirió Aro.

—Sangre, comida humana. Puedo vivir de ambas.

—Estos niños son parecidos a nosotros —dijo Marcus.

—Aun así, los Cullen se aliaron con los lobos, nuestros enemigos —replicó Caius—. Eso es contra nuestras reglas.

—Te aterran los hijos de la luna, pero ellos no son descendientes de ella —anunció Nerea—. Solo están buscando alguna acusación válida para atacarlos. Quieres dar una lección; me tienes a mí y a una gran "audiencia". — Nerea sonrió socarrona — tenemos que hacer que valga la pena.

Marea |Jasper HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora