"¿Quién habría imaginado que todo podía cambiar? Si hace tres años alguien me hubiera asegurado que ya no estarías aquí, habría negado la posibilidad con todas mis fuerzas... porque tú dijiste que lo nuestro es para siempre."
Bienvenida a la cautiva...
Nos conocimos en el 2018, tomando clases de especialidad en composición y producción. Los dos habíamos terminado la carrera de música en diferentes universidades en Seul.
Mis anhelos siempre se inclinaron por el piano, soñando con brillar en conciertos de ópera o junto a la sinfónica. No obstante, mi trayecto me llevó a una agencia de publicidad, componiendo melodías para comerciales. ¿Recuerdas la canción 'Titanium Power' del cereal de moda que acompaña tu mañana? Tuve el privilegio de contribuir a su creación.
JungKook (en adelante Jk porque todavía me duele escribir su nombre), trazaba su propio camino. Durante seis años, fue aprendiz en una agencia de mediana reputación hasta que, a tan solo dos meses de debutar, la compañía quebró por malversación y estafa, dejando a sus talentos en la incertidumbre.
Frustrado pero decidido, Jk optó por un nuevo rumbo el cual fue abandonar el sueño de ser idol y abrazar la faceta de productor y compositor. Su objetivo era claro: ganar experiencia en el medio y eventualmente formar su propia agencia, comprometida en hacer las cosas de manera justa y auténtica para sus futuros aprendices. En ese momento, él se encontraba trabajando en 'Oasis', una agencia emergente que luchaba por hacerse un lugar en el competitivo mercado.
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La primera vez que lo vi fue un flechazo, me gustó de inmediato. Jk llegó tarde a clases y traía un moretón en el pómulo y la mano enyesada. Lo primero que pensé es que se veía muy sexy; en efecto, el hecho de que tuviera moretones le hacía ver rebelde y muy desafiante.
Nunca hablamos mientras duró el curso, algunas veces me parecía arrogante y pretencioso. Hasta que llegó el último día de clases.
— Felicidades a todos, han sido un excelente grupo de compositores — dijo el maestro mientras cerraba el estuche de su guitarra — como es costumbre, vamos todos al bar de al frente a celebrar el fin del curso.
Fuimos todos los 9 estudiantes al bar que indicó el maestro, el cual se encontraba al frente del campus.
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Llegamos todos al bar, me pareció que Jk había buscado la forma de sentarse a mi lado, pero en ese momento creí que solo había sido una mera casualidad. Allí fue la primera vez que hablamos.
— ¿Qué va a pedir señorita? — me preguntó el mozo.
— Una Stella Artois.
— ¿Qué es una Stella Artois? —preguntó Jk dirigiéndose a mi por primera vez.
— Es una cerveza — respondí nerviosa, pero firme para que no lo notara.
— No tienes cara de tomar cerveza, tienes cara de un cocktail.
— ¿Tengo cara de cocktail? —respondí divertida fingiendo indignación.
— Jajajaja, no. Eres hermosa no tienes cara de cocktail... sino que... jajajaja olvidalo — me derretí con su sonrisa nerviosa, además que me había dicho "hermosa".
Disfrutamos de unos tragos entre todos. Al finalizar la noche intercambiamos números y redes sociales para no perder el contacto.
Finalmente, cada uno se fue yendo quedando él y yo solos en la parada de bus. Estando sola con él me di cuenta que de alguna u otra forma se había deshecho de los demás para quedarse solo conmigo.
— Pensé que no se irían nunca —dijo mirándome fijamente mientras yo me derretía por dentro —¿en dónde vives?
— En Seocho-gu.
— Woow, es una buena zona. Te llevo —dijo mostrándome unas llaves que luego sabría que eran las de su motocicleta.
— Esta bíen, muchas gracias.
Me subí a su motocicleta por primera vez y para no parecer novata en el asunto, fingí que no tenía miedo y le abracé por la cintura con confianza. Pude sentir sus músculos y me sentí el ser más horrible del mundo al comparar su abdomen con el mio.
Llegamos a los pocos minutos.
— Vaya, si que esta zona es acomodada — dijo Jk sacándose el casco y dejaba al aire su pelo desordenado mientras sus ojos se iluminaban viendo los edificios de la zona.
— Gracias por traerme — respondí nerviosa y apartando mi mirada de su rostro para que no notara lo embobada que estaba — ¿qué ruta tomas para ir a tu casa?
— ¿Ya me estas botando? — dijo burlón.
— No, es que ya es tarde y debes estar cansado.
— Tienes razón, mañana me toca trabajar. Fue un gusto traerte...
Mierda, soy la peor coqueteando ¿debí preguntarle si podía pasar?
Esa misma noche hice lo básico: le revisé las redes sociales. Grande fue mi decepción al encontrar que tenía novia ya que ella hace unos días había subido una foto de él con una leyenda que decía "cuidando a mi chico que se accidentó con la motocicleta. Te amo bb".
Quedé decepcionada, pero aliviada de no haber involucrado más mis sentimientos. Mi corazón se sentía feliz latiendo en una jaula que no abriría sino, mucho tiempo después.
Pasaron los meses y poco a poco nos hicimos más cercanos. Nos unió más nuestro amor por la música; además, que descubrimos que gustaban casi los mismos artistas. Hablar con él, era como hablar con alguien que ya conocía, no tenía que fingir nada puesto que todo fluía de manera armoniosa.
Caí en cuenta que Jk realmente era mi amigo cuando me contó que había terminado con su novia porque no se sentía seguro de amarla. Era una confesión delicada y por mi parte solo le di palabras de aliento. No quise indagar más. No obstante, Jk se volvió una necesidad para mi cuando me salvó la vida. Esto lo contaré más adelante.
Tengo que confesar que me seguía gustando físicamente, pero me gustaba más la amistad que habíamos construido y no quería perder eso por nada del mundo.
