"¿Quién habría imaginado que todo podía cambiar? Si hace tres años alguien me hubiera asegurado que ya no estarías aquí, habría negado la posibilidad con todas mis fuerzas... porque tú dijiste que lo nuestro es para siempre."
Bienvenida a la cautiva...
Podía ver mi reflejo en la pantalla negra de la PC que estaba al frente. Mi cuerpo en 4 estaba siendo sometido a un tortuoso vaivén de embestidas que recibía yo gustosa.
Mis mejillas estaban rojas y mis labios hinchados, mi pelo enmarañado en un moño y sujetado con fuerza por la mano de él.
— ¡Mmmm me encantas!, me encanta verte así ohh — dijo mientras me daba una fuerte nalgada y jalaba con más fuerza mi cabello haciendo que mi cabeza se voltee en dirección al techo — sie..siempre estas apretada para mi.
Yo solo gemía, no soy de las que hablan mucho durante el sexo. Además que estaba concentrada en alcanzar el segundo orgasmo de la sesión. El anterior había sido producido por la lengua del chico 10 minutos antes.
Todas las embestidas eran duras y sin piedad. Iban variando de lentas a rápidas, ese cambio me producía placer. A los pocos minutos pude sentir mis paredes contraerse generando el segundo y, deliciosamente logrado, orgasmo que vino acompañado de un fuerte grito que se ahogó en un cojín, el cual también mordí con fuerza.
Él se apoyo por completo sobre mi espalda sin importarle que literalmente me estaba aplastando y dejando sin aire. Mordió con fuerza mi omóplato mientras me daba un par de embestidas más profundas que me causaron un leve dolor. Gruñó de placer. En ese momento supe que él también había llegado al clímax.
Salió de mi con cuidado, amarró el preservativo y se metió al baño. Yo me quedé quieta disfrutando el orgasmo con mi cara aun pegada al cojín y con el cuerpo destrozado, era imposible moverme.
Luego de unos minutos, logré darme vuelta y cubrí mi desnudez con una manta. Él salió del baño con una toalla en la cintura, era evidente que acababa de ducharse. Empezó a secarse y vestirse: se puso unos pantalones y una camisa blanca.
Tomó su celular y tecleó con toda velocidad; luego, se sentó frente al escritorio donde tenia todo su set de producción. Se giró y empezó a trabajar dándome la espalda.
— ¿Cómo me dijiste que se llama ese artista que te gusta? — me preguntó sin despegar sus ojos de la pantalla.
— Iggy Pop —respondí débilmente. Todavía no me recuperaba del todo.
— Lo voy a escuchar, necesito más referencias de inicios de los 90's para este trabajo. Me has ayudado mucho.
— Lo sé, me debes una.
Me quedé mirando cómo trabajaba con la pista musical y nos quedamos en silencio por 20 minutos.
Mi cuerpo empezaba a avisarme que estaba adolorido y recién podía sentir las punzadas en mi omóplato. Con un poco de dificultad me paré desnuda y caminé hasta el espejo que estaba al costado del escritorio.
— ¡Mierda! — maldije mientras veía el gran moretón que tenía en mi hombro, los chupetones que tenía en mis clavículas, en mis pechos, además de mis nalgas enrojecidas.
Ya tenía otros moretones verduscos que estaban cicatrizando (uno en el hombro y otros dos en mis nalgas), pero el nuevo lucía profundamente rojo y a punto de sangrar.
— ¿Qué pasó? —preguntó mirándome con preocupación.
— Esto va a tardar en desaparecer —dije mostrándole mi omóplato, indignada — Yoongi, esta vez fuiste muy rudo.
— Perdón, es que no me controlo. Ven para acá — me tomó de la mano y jaló mi cuerpo desnudo haciendo que me sienta en sus piernas.
Empezó a tocar mis pechos con deseo. Los acariciaba como quien intenta calmar el dolor de los hematomas.
— Te cogería de nuevo, JiHo. Eres tan deliciosa — apretó mi entrepierna que seguía húmeda — pero tengo que terminar esto en 2 horas.
Dejó un beso fugaz en uno de mis pechos. Me aparté sin decir nada.
Me cambié con un poco de dificultad, dije que ya tenía que irme y me acompañó a la puerta. Nos despedimos con un beso en la mejilla y partí a mi casa. Él regresó a lo suyo.
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