Susana
Aun sentía el temblor en mi cuerpo después de la conversación con el jefe, pues así tenia que dirigirme al bastardo conocido como Maximiliano . Por suerte después de aterrizar en Canadá no lo había vuelto a ver , desde eso habían pasado dos semanas.
A pesar de eso estaba agradecida de cierta manera, ya que el se había encargado de tomar toda la herencia de mi abuela Norma con seguridad y al mismo tiempo me volvió invisible para Adam. El trato era simple yo me encargaría de algunos negocios junto a Re y el me mantendría a salvo y con dinero en el bolsillo. Por el momento solo tendría que manejar dos discotecas en donde la prostitución y la droga se movía abiertamente. Aunque no era mi campo conocido para mi tenia a mi amiga para ello y mientras ella me enseñaba lo que yo no sabia, yo por mi lado me movía en las financias del lugar.
El primer club y el mas grande se llamaba Pandora y balla que era una caja de sorpresas, el segundo era mas pequeño y menos concurrido por esa razon solo trabajaba desde el primero.
Al principio fue una locura, todo de mi fue cambiado por mi compañera desde la ropa, hasta el color de mi pelo y solo en los tres primeros días. Entendía que no podía presentarme a trabajar con baqueros y una playera pero tampoco pensé en vestidos y tacos de auga.
Reina, que se había convertido el doble de protectora después de eso me acompañaba como un guardaespaldas a todos lados.
- Deberías divertirte, mira allá ese hombre esta para devorarlo - No había pasado ni cinco minutos desde que había descendido de la oficina y me senté en la barra para beber algo cuando mi amiga ya estaba buscándome un hombre para pasar la noche-
- Re, si esta tan apetecible ve por el campeona - Alenté - Yo estoy perfectamente bien aquí-
- Oh vamos no seas aguafiestas, no te vendría nada mal una buena sacudida- Me carcajee por las palabras loca de la chica, pero la voz ronca que llego de mis espaldas detuvo toda diversión-
- No estoy desacuerdo, pero seria mejor que fuera después de las horas de trabajo- Nelson el segundo al mando en la familia se encontraba de pie muy serio mirando a Reina con cara de perro rabioso. El tipo era como una gárgola, sin expresión, serio e imponente, tuch acaso ninguno de ellos podía no parecer un matón . Aunque no podía decir nada del hombre que aunque me hablaba como si fuera un empleado me trataba con respeto y eso para mi era suficiente-
-Buenas noches, Nelson- Salude tan seria como el hablo - ¿Algo en especial lo trae por aquí esta noche?- Solo asintió y señalo la oficina, así que me levante de mi asiento y fui a ella. seguramente alguno de los socios tenia algo que hablar conmigo.
Mientras subía las escaleras divise a Nelson y Reina enrollados en una calurosa discusión, algo que para mi era común de ver ya, pues esos dos no podían decirse ni "buenos días" sin entrar en una batalla.
Entre a la oficina llevándome la desagradable sorpresa que había rezado por no encontrarme por resto de mi vida, Maximiliano. El muy cretino estaba sentado en mi silla detrás del escritorio revolviendo y desordenando todos mis documentos y sin levantar la cabeza de ellos hablo.
- ¿Se te a olvidado como saludar ahora gatita? - ¿Gatita? Demonios como alguien puede ser tan irritable-
- Maxi... Jefe ¿Que lo trae por aquí?- El levanto la cabeza y me miro atentamente de pie a cabeza con mucha lentitud mas de lo que me hubiera gustado-
- Valla, parece que te acostumbras rápido a tu entorno - Mentiría si digiera que no me sentí desnuda con esos ojos negros recorriéndome con hambre- Soy tu jefe recuerdas, vine a asegurarme que estuvieras haciendo bien tu trabajo- Claro, seguramente no tenia a nadie mas a quien joder y aprovecho la ocasión -
- Claro, solo dígame en que puedo ayudarlo- Por su sonrisa fue mas que obvio lo que paso por la cabeza del degenerado, yo y mi boca. Nota mental, cuida tus palabras - En esas carpetas encontrara todo los gastos y ganancias de estos últimos días y en esa roja están las irregularidades que encontré el ultimo año- Fui rápida en aclarar el trabajo-
- Veo que tienes todo bajo control- Hablo mientras sus ojos recorrían los números y aclaraciones que había hecho meticulosamente -
Este hombre era extraño, el aura de poder que poseía era de alguna manera sofocante y no era por que había recibido amenazas directas de el hace un tiempo atrás, no era como si pudiera sentir que el hombre podia comerce el mundo si pudiera.
Por otro lada era estremadamente atrativo, pelo y ojos negros como la noche, con tex blanca que resaltaba mas aun lo anterior. Un cuerpo bien marcado, se notaba a la leguas que trabajaba muy bien en el mismo. Su porte era como el de un ejecutivo hasta el momento que hablaba y notabas el maton en su interior.
- Te diria que me hicieras una foto pero ese dicho esta muy gastado, si quieres podria defilarte para que puedas obcervarme en toda mi gracia- Me cachetia mentalmente al escucharlo, me habia quedado mirandolo como una estupida sin notarlo-
-Me disculpo, solo estaba pensando -Claro que me preguntaria en que, por eso fui mas rapida- Me preocupa que mi trabajo no sea lo suficientemente bueno - ¿Que otra cosa podria decir?
-Mientes muy bien, agamos de cuenta que te creo- Dejo las carpetas en el lugar y se inclino en mi silla dandome toda la atencion nesesaria- - ¿Has leido la carpeta que te entregue en el avion?- La segunda carpeta que me dio ese dia, era sobre Ernesto Villar que en realidad es Adam Marquez -
- Si - No queria entrar en detalles con el -
-Solo si, pense que tendrias algo pensado para vengarte o por lo menos nose matarlo-
- Estoy en ello, preferiria llevar las cosas con calma - Su mirada intensa pesaba en mi como una piedra de mil kilos, carajo -
- Ya veo, será por eso que has empezado a mover tu dinero en inversiones extranjeras y es solo casualidad que sean las compañías que están asociadas de cierta manera a ese hombre-
-¿ Pero como?-
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Prepárate para mi venganza
Roman d'amourSusana Montesdeoca joven empresaria con una vida sencilla, queda atrapada en los engaños de su prometido, siendo arrastrada a lo más oscuro y perverso de una venganza. -¿Por qué a mí? Yo nunca te dañe- Las lágrimas caían por el rostro de Susana si...