Capítulo 1

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Mi tercera alarma suena, la apago dándome por vencido. Me desperezo. Veo a mi lado y mi esposo no está. Ha salido temprano. Otro día donde tiene que acudir por una llamada de su jefe, de seguro recibirá los nuevos diseños de cerámica. 

Mi rutina es la misma; me levanto de la cama, me baño, después seco mi cabello, es moldeable así que, no me molesto en peinarlo. Me coloco mi camiseta favorita de Snoopy y mis pantalones cortos. No me detengo a ver en el espejo, me quitaría tiempo, querría arreglar cada parte de mí o podría cambiar mi camisa porque mis pensamientos de que si es muy simple o si es muy infantil o ¿Se burlaran las personas de mi peinado o de mi forma de vestir? No me dejarán en paz. Es mejor evitar. 

Descalzo me dirijo hacia la cocina. Intento hacer mi desayuno porque no sé cocinar. Mamá siempre me exigió cocinar pero se volvía loca cada vez que no me salía algo bien. Decidí no cocinar todo lo que viví con mis padres, pero se me dificulta. Fácilmente saco dos bolsas de fideos instantáneos de la despensa y le agregó especias. 

Veo el reloj de pared indicando que es hora de trabajar. Debo cancelar la reunión de las 3, según tengo entendido hubo una falsa alarma de incendio en el local de quienes me contrataron y deben averiguar cuál es la falla o el chistoso que la activó. No estoy presente porque no me incumbe y no trabajo necesariamente allí. Solo lo hago por horas, trabajar como Freelance te da sus ventajas.  No me toma mucho tiempo decidir para quién trabajar y la paga es buena. 

Los fideos están listos. 

Coloco mi laptop en la mesa del comedor, mientras enciendo el ventilador. La taza de fideos la dejo a un lado, reviso la reunión y la muevo para el siguiente día, acomodo las demás fechas que debo organizar. Una vez listo me dedico a comer, sin antes poner mi celular y abrir la aplicación de mis series favoritas.

Al terminar regreso a mi trabajo, tengo que terminar las notas pendientes, revisar los emails y ordenar los contactos para dicha empresa. Cuando me paso una mano por el cuello para aliviar un poco el estrés, me doy cuenta que la hora pasó rápido. Medio día y tengo que ir a comprar la comida. Tomo las llaves colgadas en la tablita decorativa con el título "bienvenido a casa" y salgo en pantuflas. 

A la salida me encuentro con Minie, mi vecina. Viene con su cita. Ella se ve mayor que el chico, espero que no se meta en problemas. Minie, no está casada, vive sola, pero tiene muchos pretendientes y siempre hablamos, bueno… Ella habla más que yo. Me ha detallado cada una de sus noches de pasión con variedad de posiciones sexuales, lo que fue incómodo al principio, después entendí que de ese modo se comunica con la mayoría. También le gusta indagar en mi relación, piensa que con Kao llevamos una relación sexual activa. A lo que no es exacto.  

—¿Gulf, has visto el catálogo que te envié por inbox? —se detiene curiosa y emocionada. 

—Ah, este... todavía no —siento que se calientan mis mejillas. ¿No puede hablar en otro momento de esto? Espero que no especifique. 

—Oh, te va a encantar. Dale una oportunidad, además —se aproxima para susurrar—. También a tu esposo le va a fascinar —ensancha una sonrisa moviendo sus hombros y regresa a lado de su cita.

¿Cómo le explicó a Minie que Kao no podría ver esos objetos sexuales? No llevamos una vida tan amorosa, si nos queremos, si hemos tenido sexo pero fue una vez, no es tan ardiente y muchos menos incluído el amor verdadero. Solo amor de amigos. Kao es mi esposo porque fue un acuerdo mutuo, siendo amigos fue una salida fácil a nuestros devastados corazones. 

Sonrío y asiento con mi cabeza para ver a una tímida Minie despedirse, le da la mano al chico y entra a su departamento. 


¿Intercambiamos esposos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora