Capítulo 29

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Antes de viajar pasamos a la residencia de Mew. Los abrigos que me prestó fueron los de Up. Tiene variedad. Me dió pena aceptarlo pero Mew insistió en que a su esposo no le importa, usando la excusa de que somos amigos. De último; en el camino pasamos a desayunar en un restaurante pequeño que se encuentra en la carretera rumbo a Banffai el lugar montañoso dónde practicaremos. Mientras viajamos me narró todas sus aventuras cuando visita montañas, a veces ha corrido el riesgo de fracturarse pero se ha salvado. La camioneta que nos llevó, la dejamos cerca de unas cabañas que se alquilan para los turistas, después caminamos hasta llegar a las elevadas montañas, con mantas de nieve por todos lados. El frío aún se siente aunque llevo puesto ropa térmica debajo y encima el pantatalon, chaqueta, guantes adecuados para snowboard. 

—Ven conmigo —Mew camina delante de mi y extraño cuando me toma de la mano y la cintura. 

Lo sigo hasta donde se ingresa para colocarse el implemento adecuado para practicar; casco, gafas, guantes. Después de colocarnos todo, un instructor nos dijo que debíamos hacer movimientos articulares antes de empezar. Luego me indico cómo colocar la tabla de snowboard me sostuvo para que encontrará el equilibrio, mientras Mew al parecer ya sabía cómo hacerlo, él se deslizó sin ningún problema. Mi pecho se hundió cuando me dejó solo con el instructor, antes había dicho que no me dejaría solo, que quería estar todo el tiempo conmigo y ahora fácilmente me deja aquí. 

—¿Quiere tomar un descanso? —pregunta el instructor después de llevar un buen tiempo prácticando. 

Veo a mi alrededor y no veo a Mew por ningún lado, también observo con atención a las personas que andan por allí cerca, riendo y divirtiéndose, yo solo siento tristeza. 

—Seguire —contesto—. ¿Puedo intentarlo solo? 

—Por supuesto, si se siente inseguro aquí estaré —me promete el instructor. 

Medio flexiono mis tobillos, rodilla y cadera; separó los brazos a la altura de mis codos, muevo el peso de mi cuerpo y tambaleo. A la vez se siente un alivio poder salir de casa, estoy completamente abandonado pero creo que debo disfrutar un poco, ojalá Kao pudiese salir más seguido conmigo y ojalá dejara de sustituir estos pensamientos por los verdaderos. En un intento de maniobrar la tabla veo el valle con un rayo de luz sobresaliendo detrás de las montañas, todo esto es magnífico. En la apreciación no me percato de lo inclinado que está mi camino y pierdo el equilibrio dando vueltas, afortunadamente llevo equipo de protección, pero una de mis manos las coloque en mala posición y me duele la muñeca. 

—¿No puede levantarse? —llega de inmediato el instructor 

—Me duele la muñeca. 

—Tranquilo, le quitaré esto —el instructor quita la tabla con cuidado, me ayuda a levantarme, me lleva con calma y al frente se encuentra Mew que rápido llega hasta mi. 

¿Y ahora aparece? Me quitó las gafas para dárselas al instructor, no creo que pueda seguir ha sido suficiente. No quiero verme molesto, pero ¿por qué finge preocupación? cuando me dejó solo. Es un mentiroso. Mi enojo puede culpar a quien sea en estos momentos. 

—¿Qué paso? —me ve preocupado y luego le da una dura mirada al instructor. 

—Señor, su esposo perdió el equilibrio, está bien pero le duele la muñeca. Lo llevaré adentro para revisar —indica el instructor. 

—Te pago para que lo cuides y resulta que se lastimó —la voz de Mew esta cargada de enojo. 

—Mew —le hablo con sorpresa y bajo cautela—. Fue un accidente, yo fui quien pidió hacerlo solo, es mi descuido. 

—No debió dejar que lo hicieras solo, su única tarea era clara —me explica aún señalando al instructor con indignación. 

—¡No me dejó solo! ¡a diferencia de ti, estuvo allí para ayudarme! —me separó del instructor y camino lejos de los dos, no pienso quedarme aquí escuchando a un enojado Mew reclamando algo absurdo. 

¿Intercambiamos esposos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora