Capítulo 32

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Mew

—Vamos Mew serán solo unos tragos. Prometo que te traeré sano y salvo con tu esposo —jura el molesto de Bright. 

—Es sábado por la noche. ¿No crees que lo único que quiero es acurrucarme con mi esposo? —lo veo sin interes—. Ah, claro. No lo sabes porque no tienes esposo. 

—Eres tan cruel —se sujeta el pecho con dolencia fingida—. No tengo la suerte de encontrar a una preciada joya como la que tú tienes —esquina una sonrisa—. Por cierto, ¿está aquí? Déjame verlo, no me basta cuando estamos en la oficina —hace el intento de hacerme a un lado y entrar al departamento.

—Muerete —gruño y lo empujo para azotar la puerta en su rostro. El maldito no me dejara en paz. Agarro mi chaqueta del perchero y entro a la habitación, mi cerecita está tecleando en la laptop. Necesita anteojos si sigue así puede afectar sus ojos en la noche. No quiero que pase por malestares—. Saldré con Bright, si necesitas algo llamame —dejo un beso en su mejilla. 

—Esta bien —contesta sin despegar la vista de su pantalla, pero con sus mejillas teñidas de rosado.

Suspiro. Ha estado distante toda la semana, no sabe cuánto me afecta. Tiene más conversación con Bright que conmigo y me dan ganas de mandar lejos a Vachirawit pero me está ayudando. El lunes es su último día. Tampoco puedo obligarlo a qué se acerque algo me dice que todavía quiere a su esposo, por su puesto que me doy cuenta que está atraído a mi pero necesito estar seguro de que me quiera, de que lo vuelvo loco como él me vuelve a mi. 

—Vamos —digo al fastidioso de Vachirawit que me espera con una sonrisa de triunfo afuera del departamento. 
















🌻🌻🌻













—No sabía que vivieras en estos departamentos, digo, no es que este mal pero te hacía viviendo en una lujosa mansión. 

—No importa donde vivas, lo importante es que vivas a lado de la persona indicada. 

—Ah —suspira Bright—. Eres tan romántico y pensar que eres como un limón. Tu esposo sabe muy poco de ti porque no imagino quien se querría casar con el hombre más frío del planeta. 

—Cierra la boca. No puedes solo manejar y llevarme a dónde tanto quieres ir —corto las palabrerías. 

—Ya llegamos —suelta una risita y estaciona afuera de un bar muy conocido. 

El lugar es concurrido por los habitantes de la zona y también la central. Le daremos el gusto a Bright y después me largo. No quiero estar tanto tiempo afuera. Lo único que quiero es abrazar a mi cerecita y si me dejara… si tan solo no estuviera tan distante me encantaría quitarle la camisa, lamer su cuello y sus pezones, meterme entre sus piernas e introducirme en los más profundo de su…

—Mew ¿quieres algo fuerte o una cerveza? —cuestiona Vachirawit el desgraciado interrumpe hasta en mis pensamientos. 

—Cerveza. 

—Bien. ¿Dime por qué no me invitaste a tu boda? 

—No era necesario. 

—¿Quéte hice yo para no merecer ir a tu boda? 

—Nada. No lo tomes personal. No invite a nadie, no quería que nadie viera lo bello y hermoso que estaba mi esposo, y tú no eres la mejor opción te le pegarias como abeja en miel.

Es una mentira. Pero eso quisiera.

—No se si recibirlo como un halago o insulto –se queda pensativo y toma su cerveza al igual que yo–. Al menos me lo hubieras mencionado el día que nos vimos en New York. 

¿Intercambiamos esposos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora