Capítulo 5

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En lo que fue del domingo no hubo nada que fuera nuevo. Mi esposo fue a caminar como lo hace todos los domingos, yo intenté hacer el desayuno por medio de un tutorial. Los huevos estuvieron bien, pero el pan se quemó, el café estaba como agua de calcetín. Kao no musitó palabras solo se dedicó a comer. Me desespera que no diga ni pío, pero al mismo tiempo tengo miedo de que exprese lo mal que lo hago. Todo fue en una rutina y no tocamos el tema de lo que pasó anoche.

Hoy día lunes él se ha ido. Salió a las 6 y ni siquiera es su hora de entrada. Registro mi bolso de mano para ver que tenga todo. Es un alivio que quepa casi de todo. Kao me lo obsequió para mi cumpleaños. El color nasal no es mi favorito pero es adecuado para la oficina y agradezco que mi esposo haya tenido ese detalle. En estos momentos creo que está completo: ticket de pasaje, billetera, mis auriculares, celular, dos bolígrafos de gel para una escritura suave, marcadores, resaltador verde, una agenda nueva para planear llevar un control, una libreta, post it, clips de color rosa dorado que encontré de oferta en la papelería, toallitas por si se ensucia mi cara. Las llaves de la casa, un analgésico por si duele la cabeza, curitas con estampados de gatitos por si pasa algo inesperado o alguien lo necesita. Hace tiempo que no salgo a trabajar fuera de casa, así que espero que sea suficiente.

Recibo una notificación en mi celular y no tardé en revisar.

Up: Querido, me envías la dirección de tu casa.

Oh. Se me olvidó darle la dirección el día que me llamo. De inmediato tecleo. Termino de empacar. Dejo una nota para Kao en la mesa del comedor. No pude hablar con él sobre el trabajo. Más bien, si tuve oportunidad pero de tanto pensar cómo decírselo al final no lo hice. Me preocupa que no le parezca que trabaje con Up, Kao es alguien desconfiado. Por eso nuestro departamento tiene varias cerraduras. Cree que cualquier persona fuera de nuestro radar puede ser peligrosa y contando que Up vive al otro lado de la ciudad en una mansión donde solo ricos viven puede ponerse nervioso. Así que opté por dejarlo escrito en una nota. Además no puedo verlo por mucho tiempo a la cara. Lo de esa noche me tiene avergonzado.

Después de salir de casa con Up, fuimos al gym y dijo que un ejercicio rápido en la caminadora  no le hacía mal a nadie. Yo estuve a su lado hablando sobre que haría en cuanto inicie. Desayunamos en un restaurante y los nervios no me abandonan. Todo es nuevo para mí. Ni cuando hice mis prácticas para la U fue tan abrumador. Salía de casa, diario iba a una oficina para abogados. Las personas no eran tan habituales. Era tranquilo y solo contestaba llamadas o hablaba con los clientes, no me encontré en ningún lugar grande con más compañeros. No hacía esfuerzos por adaptarme a subir en los buses o en tren porque papá me llevaba y traía. ¿Ahora que será de mi? No es que sea tan  difícil pero para mí lo es. Mentalmente debo preparar un discurso para convencerme de que es trabajo, que debo ir a casa, que debo cruzar la multitud, que debo viajar con Miles de personas que suben y bajan el autobús. Personas que te ven, que te estudian como si fueras un ser extraño. Ya se. Es algo normal pero no se siente bien.

—Gulf, después hacemos un recorrido por la empresa. Primero te enseñaré mi oficina y dónde trabajarás. Quiero que por nada del mundo olvides tu celular en el escritorio por si vas al baño o a comer. En algunos momentos saldré del país y necesitaré que te hagas cargo mientras no estoy —informa y su rostro opta por seriedad todavía con un toque de suavidad como acostumbra a hablarme.

Asiento y salimos del ascensor. Se podría decir que es un lugar como cualquier otra oficina. Dos escritorios uno al lado del otro, en uno de ellos hay una señorita con un moño alto. Sus pestañas volteadas como arcos, sus cejas delineadas al igual que sus  párpados. Sus labios resaltados en color cereza, viste una blusa color tinto y saluda a Up.

—Buenos días Sr. Poompat.

¿No usa su apellido de casado? Cuando fuimos a la residencia ví la tablilla de la casa "residencial Suppasit Poompat". Supongo que no es irrelevante. No todos usan el apellido de casado. Yo no he tenido la necesidad de presentarme con apellido de casado. Bueno es que no es que sea un verdadero matrimonio. Aunque ahora las cosas cambiaron, imagino que debo utilizar el apellido de casado.

—Buen día ¿Kulap mi esposo ya llegó?

—Si, señor Up. Está en su oficina dijo que cuando viniese pasará a su oficina, es urgente.

—Claro. Kulap el es Gulf Kanawut, será mi nuevo asistente. Si tiene alguna duda lo puedes ayudar. No quiero que se pierda o le pase algo —sonrie con dulzura.

Kulap se ve sorprendida, se me queda viendo de pies a cabeza y asiente acatando lo que Up pide. Caminamos a la oficina del fondo y la puerta es de un vidrio oscuro. No se ve el interior al igual que la oficina enfrente de los escritorios, asumo que allí está el esposo de Up. Pasamos adelante, veo que todo es cálido y amplio. El escritorio de Up es color gris, los elementos de oficina en orden, diseños de varias prendas, una estantería llena de folios, libros. Cuadros de varios estilos de línea de la empresa.

—Gulf, gracias de nuevo por aceptar. Te pasaré todos mis contactos, las tiendas que manejamos y los proveedores. Te lo enviaré por correo, trata de tener un orden para no perderme. Comunícame algo importante y si alguien que no sea de trabajo llama al teléfono. Rechaza de inmediato. Hay gente loca que hace bromas pesadas.

—Si, señor.

—Oh, si otra cosita —se acerca a susurrar—. No confíes en esta gente de mierda. Son perras disfrazadas de santos.

Me sorprende y él sigue con una sonrisa de lo más agradable. Cómo si lo pronunciado no me cuestionara si fue buena idea aceptar el trabajo ¿Serán malos conmigo por ser el nuevo? ¿Tendrán muchos problemas con el equipo de trabajo?

Salgo de la oficina con un millón de dudas más nervioso de lo que estuve está mañana. La secretaria del Señor Suppasit no está. Con pasos inseguros me acerco a mi nuevo escritorio.

—Oh. Que bueno que estés aquí —me doy la vuelta de inmediato. Es la voz del esposo de Up. Allí va de nuevo, mi corazón palpita con más ritmo.

—Buenos días señor Suppasit.

—Oh, vamos. Dime Mew. Eres amigo de Up, sus amigos también son los míos —me sonríe y me derrito.

¿Cómo puede andar libre por allí con esa sonrisa? Es un delito que me haga marearme y pueda seguir de pie.

—Señor Suppasit, no me sentiría cómodo. Usted es esposo de mi amigo pero aquí es jefe también.

—Eres muy serio, pero si no te sientes cómodo. No te obligaré —me lo dice con amabilidad y sus ojos tienen un cambio. Uno que parece gatuno. Me pierdo por un momento y parece que se ha movido más cerca. Cuando estoy a punto de perder la razón y sucumbir a un repentino valor de acercarme más él dió un paso atrás.

—Fue un gusto, señor Kanawut. Nos vemos —se despide y entra al despacho de Up.

¡Genial Gulf! Pensará que quieres algo con él o que eres extraño ¿Cómo es que mis pies pueden moverse por sí solos? Creo que mi cerebro no manda suficientes mandos a mis extremidades. Exhalo y me siento en mi silla giratoria. Veo que Kulap ha regresado y no me ve ni un poco.

Mi escritorio es pequeño, es cómodo. Me gusta. Esta a lado de la ventana cerrada por cortinas de la oficina de Up, o debería decir mi jefe. 

Al lado está la secretaria del esposo de mi jefe, se está maquillando a prisa y tiene todo un desastre en su escritorio. Me gustaría ayudarla, se ve en apuros pero si ¿se molesta? No he tenido una conversación con ella.

—Oye, ¿no tienes nada que hacer? Es incómodo que te quedes observando —establece, mientras cierra una gaveta de las que tiene su escritorio en la parte de abajo para meter el maquillaje—. ¿Sabes utilizar la computadora? Deberías actualizarte en los horarios de descanso de tu jefe, porque serán los pocos momentos que tendrá de descanso.

—Ah... —no se que decir, me aseguro de encontrar el botón de encendido en la computadora, después de encenderla veo muchas carpetas en el escritorio. ¿Debo abrir todas?

—Suerte con eso —habla seria Kulap, se levanta de su asiento y se detiene a medio camino—. Se me olvidaba. Alístate con la cena porque el señor Up sale hasta las 8 o 9 y también pregúntale sobre su menú de comidas, es muy metodista con ello –arruga el rostro para después ir hacia la oficina del señor Suppasit con papeles en mano.

Dejo salir una profunda exhalación. Debi preguntar cuál era mi horario. Kao no sabe que saldría tarde. Bueno, no es que llegue luego. Supongo que no importa si él sale a la misma hora.

Después de un tiempo, hay muchas carpetas innecesarias, encontré las ventas por minoristas y mayoristas. Ventas desde años pasados y la actual. Esto llevará bastante trabajo.




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