capítulo 3

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Aparto rápidamente la vista de la puerta del salón para que no logre verme el rostro, lo malo del gesto fue que quedé mirando a Alejandro, el cual me miró sin entender mi reacción hasta que pasó la vista al susodicho que seguía en la puerta y empezó a reír por lo bajo.

No había que tener una inteligencia súper avanzada para saber, por mi reacción, que ese era el chico del pasillo.

En cuanto el señor Brown se da cuenta de que hay alguien en la puerta automáticamente se acerca para presentarlo.

— Oh, joven Müller ¿Cómo se encuentra? Supongo que bien porque va un poco tarde para ser el primer día —intenta bromear aunque nadie rie y cuando ve que le da un corto asentamiento como respuesta continua hablando—. Adelante, pase.

El chico se situa al lado del profesor, el cual no pierde el tiempo para dar la tan esperada —nótese el sarcasmo— presentación.

— Jóvenes, este de aquí es Izan Müller, viene de otra universidad así que espero que lo hagan sentir bien a pesar de ser ya el último año para ustedes. Siéntate dónde te parezca mejor chico— el señor Brown le palmea el hombro para volverse hacia el pizarrón y comenzar a escribir el tema de la clase de hoy.

El chico, ahora conocido como Izan, empieza a moverse hacia el que parece ser el último asiento de la fila.

Antes de que pueda cantar victoria por lograr pasar desapercibida, sus ojos recaen en mi por segunda vez en lo que va de mañana, quedándose mirándome fijamente por lo que debieron de ser segundos pero que yo sentí como si fuesen 3 horas. No es hasta que lo veo elevar una de las comisuras de su boca, negar levemente con la cabeza con aire divertido y seguir el camino hacia el asiento que suelto el oxígeno que no sabía que estaba reteniendo.

Miro a Lucia, que ya está mirándome con diversión que me hace voltear los ojos inconscientemente, y vuelvo la vista al pizarrón para tratar de concentrarme en las palabras del profesor, pero mi mente inevitablemente viaja a esos ojos grises y esa sonrisa que, me daba la sensación de que me iba a dar muchos dolores de cabeza de ahora en adelante.

Joder, me siento en una maldita película cursi de esas que me encanta ver en compañía de los rubios.

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Es cuando suena el último timbre del día que me dispongo a relajarme un poco más. Recojo mis cosas mirando que no se me quede nada y comienzo a caminar para salir del salón de Matemáticas, directo a la salida de la universidad.

Me despido con la mano de los dos rubios que ya se están alejando con dirección a su casa, me vuelvo a colocar los audífonos y empiezo a recapitular mi primer día de universidad que se resumió en darle una mala, o más bien pésima, primera impresión al chico nuevo y casi quedarme dormida en la clase de Ciencias.

<Nota mental: no quedarse despierta leyendo hasta las dos de la mañana cuando al otro día tienes que ir a la universidad>

Gracias por recordarme lo que ahora mismo no me apetece recordar, conciencia, pero en mi defensa tengo que decir que estaba en la parte más interesante y no me podía ir a dormir con la intriga.

Narraba el chico. Los que son lectores me entendería.

<Entre locos nos entendemos>

Llego al trabajo de mi madre para ver si podemos ir a almorzar juntas, así que me voy retirando los audífonos cuando el movimiento se ve interrumpido cuando choco con el pecho de alguien (por segunda vez en el día) provocando que se me caiga la mochila que traía colgada en un solo brazo.

<Amiga, como que se te está haciendo costumbre chocarte con la gente>

No me lo recuerdes, y mejor cállate.

— Perdón, estaba concentrada y no lo ví —me disculpo con la persona que no he tenido tiempo de reparar en su físico.

— Tranquila, perdóneme usted a mí que venía distraído.

Alzo la vista y veo a un señor que debe de tener unos cuarenta años, alto, con el cabello castaño claro y unos ojos grises que ya había visto en algún lugar.

<Debe de ser una coincidencia >

— ¡Hija! Que bueno que estás aquí —me saluda mi madre alegre como siempre cuando me ve— Veo que ya conociste a mi nuevo jefe ¿Si recuerdas que te lo platiqué a ti y a tu padre esta mañana antes de salir hacia acá, verdad?

Asiento tímidamente a las palabras de mi madrez sintiendo la vista del señor quemarme el perfil haciendo que las mejillas se me enciendan con vergüenza.

— Señor Müller, esta es mi hija, Sofia Johnson —me presenta mi madre—. Hija, este es el señor Müller.

Ese apellido...

<Debe de ser otra coincidencia >

Tu mejor quédate callada, no me estas ayudando una maldita mierda —le hablo a mi conciencia como buena loca en la que me estoy convirtiendo.

— Se mudó hace poco a la ciudad —continúa hablando mi madre—. De echo, me ha contando que tiene un hijo que..

— Padre —la interrumpe una voz que no había escuchado nunca antes aquí y cuando me fijo bien...

Mierda.

<Esto. No. Puede. Estarme. Pasando. Justamente. A. Mi>

— Oh, hijo —dice el señor acercándose al que ya conozco como Izan, Izan Müller. El destino de verdad me tiene que odiar a gran escala como para hacerme esto —Ya que las presentaciones quedaron a medias las termino yo. Sofia Johnson, soy Martín Müller y este es mi único hijo y heredero de todo mi imperio, Izan Müller.

<Doble mierda>

Y tu no ayudas mucho que digamos...

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