capítulo 50

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                                      Izan
    
Despierto por el sonido de las voces y pasos provenientes de la planta de arriba, posiblemente sean Alejandro, Lucia y Tylor que ya se hayan despertado.

El dolor en mi cuello es palpable nada más me muevo y miro un momento mi entorno.

Los recuerdos de la madrugada llegan a mi cabeza, el como por mucho que evité llorar... No aguanté, los recuerdos me sobrepasaban.

La mañana después de que esa mujer se fuera de la casa, recuerdo las palabras de mi padre, mismas que decidí emplear como mi nueva ley de vida: No le ruego a nadie, no me dejo intimidar, no me dejo humillar y nunca, nunca me vuelvo a llorar por nadie.

Tuve que comenzar a verme como lo que era en ese momento y ahora como lo que soy ahora: el hijo de un reconocido empresario, heredero de su imperio, y uno de los mejores armadores universitarios casi a nivel nacional.

Elevo la vista y veo a Sofia dormida con su cabeza apoyada en el sofá. El cabello le cubre el rostro y sus ojos cerrados me privan de ver el verde que tanto me gusta y cuando me levanto poco a poco el movimiento hace que se despierte.

— Buenos días.

— Bu-Buenos días.

<Esta nerviosa. Piensa bien lo que dices o haces Izan>

No digo más, solo me levanto con intención de subir las escalera.

<No seas cabrón Izan, ella no tiene la culpa>

Tienes razón.

Paro en seco y regreso al sofá, ella se me queda mirando y veo en sus ojos la inseguridad de si debería acercarse o no. Abro mis brazos y ella duda unos segundos antes de acercarse y abrazarme.

Pasamos abrazos hasta me voy separando, quedando aún cerca de ella.

— Sofia, no te culparía si quisieras terminar con esto yo...

— Izan —me corta—. No va a pasar.

— No soy el príncipe perfecto que tanto te gusta leer y... —su carcajada me interrumpe.

¿Que dije?

— ¿En serio crees que me gusta leer príncipes? —niega con la cabeza divertida—. No van conmigo, soy más de los que tienen miles de "red flags"

Ahora soy yo el que ríe, definitivamente tengo un imán para atraer locas. La diferencia es que está vez estoy loco por esta loca

—Me voy a quedar contigo, Izan —retoma el tema inicial.

— No quiero que te quedes, quiero que quieras quedarte.

— ¿Y qué te hace pensar que no quiero?

— Tengo muchos...

— ¿Demonios internos? —se me adelanta y asiento. Ella niega con la cabeza—. Lo supuse, pero todos los tenemos, Izan, eso no cambia que quiera estar contigo.

Quiero hablar pero me distraigo cuando las comisuras de sus labios, en vez de ir hacia arriba, van hacia abajo, como si estuviera haciendo un puchero pero no lo es, es una sonrisa.

La sonrisa más perfecta que he podido ver en mi vida. Y la porta ella.

Sus mejillas adquieren un tono rojo cuando me le quedo mucho tiempo mirando y me inclino un poco y dejo un beso en la punta de su nariz.

— Te quiero —dice con un pequeño brillo en sus ojos.

— También te quiero, hase —me acerco un poco para poder besarla pero me veo interrumpido cuando:

Espejos grises Donde viven las historias. Descúbrelo ahora