La piel de mi cintura arde bajo su tacto y el aire se me estanca en los pulmones, se vuelve a acercar un poco más y sin controlarlo entreabro los labios.
Su vista baja a esa parte de mi cara y yo hago lo mismo, también los tiene entreabiertos y la tentación empieza a apoderarse de mí. El vuelve a subir la vista a mis ojos, prácticamente me está pidiendo permiso.
<Claro que si, haz lo que quieras>
¿Tú si que no conoces la decencia verdad?
No lo aguanto más y soy yo la que une nuestros labios, pero no llega a nada más que un simple roze porque una luz blanca se cuela por una de las ventanas de la casa.
Me separo rápidamente de él buscando el origen de esa luz, lo encuentro rápidamente cuando escucho el fuerte sonido del trueno. Pego un gritito inevitablemente y los colores suben por mi rostro a una gran velocidad, no me gusta que los demás me vean asustada, y la risa de Izan solo hace que me sienta peor.
— No me digas que le tienes miedo a los rayos —inquiere burlezco.
— No, como crees, si es que son mis amigos de toda la vida —digo con obvio sarcasmo haciendo que su risa se convierta en una carcajada.
Aprovecho que se está destornillando de la risa y lo empujo para que quede más lejos de mí, se separa pero no mucho.
— Cabrón.
— Perdón...p-perdon —sus disculpas quedan interrumpidas por otra ola de carcajadas.
— ¿Podrías dejar de reírte?
— Y-ya, ya vale, ya —dice y una sonrisa divertida queda en sus labios.
— Ayúdame a desconectar algunas cosas antes de que se chamusquen —dicho eso bajamos las escaleras y llegamos al salón.
Estamos desconectando esas cosas cuando un rayo vuelve a caer, pero está vez mucho más cerca haciendo que esta vez la luz blanca se apodere de cada rincón oscuro de la casa.
El sonido del trueno esta vez es mucho más fuerte tanto que hasta Izan pega un brinquito y mi grito de gallina con gripe no tarda en hacer aparición.
<Bueno, al parecer Zeus me quiere hacer un vista hoy>
— ¡Aa! —mi grito asusta a Izan más que el mismo rayo.
— ¡No grites así! —me grita.
— ¡Apresúrate! —le grito para que termine de desconectar la televisión.
<Como algo se chamusque de verdad mi madre me va a matar>
— ¡Ya voy pero no me grites! —me grita de vuelta, pero no lo escucho debido al sonido de otro trueno.
— ¡Rápido! ¡Desconecta los sillones del suelo!
— ¿¡Cómo se supone que voy a desconectar algo que ni siquiera esta conectado!? —inquiere alterado.
Ignoro su grito y corro a la cocina a desconectar la última cosa que falta, pero de repente la casa entera se queda completamente a oscuras.
— Genial, se fue la luz —digo en un suspiro y me dirijo de nuevo al salón.
Izan está tirado en el sofá con una mano en el corazón.
— ¡Dios! Sofia, no vuelvas a gritar así por amor al cielo, casi se me cae el corazón.
— Perdón, es que me asusté.
— ¿A sí? No me di cuenta, es que pensé que estabas cantando ópera —el sarcasmo es claro en su voz.
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Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...