Me despierto con el sonido de la alarma de los mil infiernos, tanto tiempo ha pasado y aún no me acostumbro a ella, y aunque no tengo ganas de levantarme me obligo a hacerlo porque, obviamente, no quiero llegar tarde a mi graduación.
Salgo de mi cama para ir hacia el baño para ver si se puede hacer algo para arreglar un poco el aspecto que me cargo.
Mi cabello, como de costumbre, parece un nido así que busco el cepillo y mientras lo voy desenredando cambio el peso de mi cuerpo de una pierna a otra y es cuando soy conciente que como me levanté de la cama y no me puse los zapatos. Genial.
— ¡Sofia! —me grita mi madre—. Ven a desayunar.
— ¡Ya voy, mamá! —le contesto de la misma manera para que me escuche mientras pongo el cepillo en su lugar para luego salir del baño e ir hacia las escaleras.
No detengo mi paso hasta que llego a la cocina. Mi padre, está leyendo el periódico y mi mamá regañándolo, el se hace el duro pero al final termina haciéndole caso, cosa que siempre me hace reír a mí.
— ¿Lista para tu graduación, cariño? —me pregunta papá.
— Lo llevo estando desde que comenzó este curso —bromeo.
Tomo la taza de café que me sirve mi madre y me la llevo a los labios pero la aparto rápidamente.
Joder con lo caliente que está
Mi madre va al salón y regresa con sus, ahora habituales, tacones blancos. Ella se acerca a mi padre para dejar un beso en sus labios, luego se voltea hacia mi y deja uno en mi mejilla y otro en mi frente.
— Me tengo que ir ya —habla ella—. Nos vemos en tu graduación —dice mientras camina a al salón dispuesta a irse.
— Mamá —la llamo y mi voz la hace detenerse—, siempre supe que te quedaba mejor el blanco —le digo mientras miro sus zapatos.
Ella sonríe y hace el amago de querer volver a girarse pero esta vez es la voz de mi padre quien la detiene.
— ¡Y suerte con el señor Mula! —dice y las carcajadas que salen de mí y de mi madre no tardaron en hacer aparición.
— No cambias, papá —niego con la cabeza.
— Está bien, amor —dice mi madre en su lugar, todavía riéndose—. Ahora si me voy para poder adelantar las cosas que me quedaron pendiente ayer para estar a tiempo en la graduación de mi hija favorita.
— Mamá, soy tu única hija —alzo un ceja en su dirección.
<Que yo sepa>
Tu mejor cállate.
— ¡Adiós! —se despide ella riendo.
Escucho el sonido de la puerta cerrarse y me giro hacia mi papá.
— Eres un celoso de mie...
— Cuidado con las malas palabras, jovencita.
— Papá, tengo diecinueve, por favor es una estu...
— Esa boca —me vuelve a interrumpir y y uno mis labios para no decirla y para no reirme.
— Está bien —me resigno al final—, pero sigues siendo un celoso importante.
— Son los mismos celos que heredaste tu. Ya quiero ver qué harías si otra chica se le acerca a Izan —dice y aprieto los puños bajo la mesa cuando la imagen aparece en mi cabeza.
— No, créeme que eso es algo que no quieres ver —digo y ríe.
Cuando termino mi desayuno, me levanto de la mesa mientras que el vuelve a leer el periódico.
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Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...