capítulo 59

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La traducción de las palabras señaladas con ** están al final del capítulo.

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— Por favor —le ruego por... ya no se cuántas veces le he pedido lo mismo.

— Sofia, amor mío, dije que no —me dice Izan con cansancio.

Ignoraré que me acaba de decir amor y seguiré con mi misión.

— ¡Por favor!

El se pasa la mano por el rostro antes de volver a hablar.

— Repíteme por qué tendría que hacerlo.

— Porqie falta una semana para la maldita competencia y quiero entrenar —digo exasperada.

Convencer a este hombre es más difícil de lo que imaginé.

— Sofia —habla con una calma que hace que me desespere aún más—, la otra vez, di tres vueltas a la pista contigo y casi muero por falta de aire.

— No sea exagerado, armador ¿Aguantas no se cuánto tiempo dando brincos detrás de un balón y no puedes darle diez pequeñas vueltas a la pista conmigo?

— Es distinto Sofia, en el voleibol no siempre el balón va para mí, es un deporte de equipo. No puede haber un armador sin su centro, no puede haber un...

— Si, eso lo entiendo, no puede haber unos sin el otro ¡Pero te estoy casi rogando que corras un poquito conmigo, no que hagas nada fuera de este mundo!

— Está bien, Sofia —me dice soltando un suspiro de resignación y yo chillo emocionada—. Eres condenamente insistente.

— Tomaré eso como un alago —sonrío y tomo su brazo para arrastrarlo por todo el pasillo de la universidad con dirección a la pista.

Dejo la mochila en una esquina de la pista cuando ya estamos allí, el hace lo mismo y nos ponemos en posición.

— ¿Listo?

— ¿Tengo otra opción? —dice dándome una pequeña sonrisa.

— Cierto, no la tienes.

Una idea se me pasa por la menge y me quedo pensando en eso antes de mirarlo como una niña pequeña.

— ¿Y si en vez de diez damos veinte? —bato mis pestañas inocentemente.

— ¿Estás loca? —abre los ojos con espanto—. No voy a dar tantas vueltas.

— Ándale, porfiiiiis.

El se queda mirándome fijamente para luego suspirar.

— Esos ojos son maestros de la manipulación —entrecierra los ojos en mi dirección y no puedo evitar sonreír victoriosa—. Vale, que sean veinte, pero si después no puedo levantarme del suelo me vas a remolcar tu solita.

— Flojo —digo y le doy un pequeño empujoncito.

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— So-Sofia... No... pu... cor... más —dice y casi no le entiendo una mierda por la forma tan entrecortada en la que habla.

Para que le pasó un tren de carga por encima.

— Ve-ven..ga que fal-falta solo... una —digo yo entre jadeos.

El ligero dolor en un costado de mi cuerpo y la tensión en mis músculos es molesto.

— Pu-Pues...la vas a-a d..ar t-tu... s-so...lita —dice para luego dejarse caer en el suelo como un peso muerto.

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