Regreso a la mesa para entregarle su teléfono a Izan y me encuentro con que ya está limpiando los platos, tanto los suyos como los míos.
— Al final, si que tienes complejo de Cenicienta —rio.
— Que graciosa está el Hada madrina hoy —dice con sarcasmo.
—Definitivamente el sarcasmo no va contigo —hago una mueca.
— ¿Para que necesitabas mi celular? —dice ignorando mi comentario.
— No encuentro el mío y necesitabs llamar a Lucia para saber si ella lo tenía. Dice que Ale y ella van a venir luego para devolvermelo y pasar el rato —miento un poco.
Si el no me quiere contar algo, por algo será, así que me toca averiguar por mi misma.
— Vale —dice y vuelve a su labor.
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Estoy en el salón cuando escucho una serie de golpes en la puerta. Me levanto para abrir la puerta y los rubios aparecen en mi campo de visión.— ¡Sofi! —Alejandro se me tira encima a abrazarme.
— Si la soltaras un poco a lo mejor podría hablar —le dice Lucia dándole un golpe en la cabeza a su hermano, quien me suelta automáticamente para sobarse la zona adolorida.
— Llegaron bastante antes de lo que imaginé.
— Es que ya te extrañábamos Sofi —la rubia me guiña un ojo para luego mirarme con complicidad.
Si, claro.
— Si, ya se que no pueden vivir sin mí —le devuelvo la mirad—. Anda, entren.
Pasan y nos dirigimos al salón en el cuál ya está Izan ubicado en el sofá. Lo veo levantarse para saludarlos e ir a sentarse nuevamente, solo que ahora con ellos.
— ¿Les apetece ver una película? —pregunta Ale.
— A mi si —respondemos Lucia y yo al unísono.
— Sofi, vamos a por agua antes que me voy a deshidratar —dice la rubia dándome una nueva mirada significativa.
— Esta bien.
Vamos hasta la cocina y nos acomodamos en un rincón para que ellos no nos escuchen.
— Ahora si dime, Lucia ¿Que pasó anoche en casa de Marcelo?
— ¿De verdad que no lo recuerdas?
— Mi último recuerdo es ver a Samantha en la mesa con los chicos —le cuento y hago una mueca al recordar eso—, tomar un trago bastante fuerte que me diste, luego todo se vuelve borroso y salta al recuerdo de Izan despertando en la noche con un jarrón de agua helada.
—Vale, esa última no me la sabía —dice con diversión.
— Luego te cuento, pero dime ¿Que más pasó?
— Bueno, después de ese trago que te dí si que bailamos bastante, hubo un momento en el que me fui a sentar porque los pies no me daban para más, pero tú seguiste bailando —comienza a contar y trato de prestarle la mayor atención posible.
«Luego la música cambio a otra... bastante sensual, y como tú no eras completamente tú, o eras demasiado tú, quien sabe, comenzaste a bailarla. No ví lo siguiente que pasó porque me giré a robarle una cerveza a una chica que pasaba por mi lado, pero cuando te volví a mirar estabas besándote... con Izan —suelta sin titubear aún mirándome a la cara—, cuando se separaron fuiste corriendo a dónde está yo y nos quedamos bebiendo un poco más. Después llegó el de nuevo y salió de la casa contigo sobre su hombro, y pues eso es lo único que sé, por eso lo de Ángel Guardián.
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Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...