— Sofia —siento la voz de Izan detrás de mi.
— ¿Qué?
— Hablemos.
— ¿De que tenemos que hablar?
— Lo que tuvimos que haber hablado ayer.
No puedo evitar ponerme nerviosa con sus palabras.
— Te escucho.
— ¿Podrías parar de caminar y subirte al auto?
— No —digo pasando junto a su auto y acelerándo el paso.
— Bien.
Sin previo aviso acelera su andar hasta ponerse delante de mi, haciendo que detenga mi paso. Se pone en cuclillas y mi cuerpo se impulsa hacia adelante cuando me cuelga en su hombro.
— ¡Bájame! —le grito mientras golpeo su espalda.
<Que buen culo tiene>
¡Conciencia!
— No. Ahora si me vas a escuchar.
— Como no me bajes en vez de dos golpes te voy a arrancar la polla.
— Silencio, Johnson —dice provocando que suelte un gruñido en protesta.
Llegamos a su auto, abre la puerta del copiloto y con cuidado me deja en ella pero como puedo me traslado al asiento de atrás y cruzo los brazos sobre mi pecho, mostrando toda la madurez de una chica de dieciocho años.
Izan entra al auto y cuando no me ve en el copiloto posa la vista en los asientos traseros y suelta un suspiro.
— Te escucho —digo y clavo la vista en la ventanilla cuando pone el auto en marcha.
— ¿Lo siento, vale? No quería ignorarte, solamente... algo en mi cabeza hizo cortocircuito cuando ví a Isabella.
<Mientras que no haya sido en el corazón >
Encajo mis uñas en la piel de mis brazos para controlarme.
— No me tienes que dar explicaciones —digo al final.
— Pues te las estoy dando —veo de reojo como sus nudillos se vuelven blancos cuando aprieta la mano en el volante.
— Izan —busco toda mi fuerza de voluntad y hablo aun sin mirarlo—, no somos nada de verdad, no me tienes que dar explicaciones.
— ¿Esta es la parte en la que dices que no sientes nada por mí?
— Es que no siento nada por ti, Izan.
<Mentiiiirooooosaaaaaa>
— ¿Segura?
— Para mí eres solamente un buen amigo —digo y ahora si, lo miro.
<Mentira podrida cochiiinaaaaaa>
El niega con la cabeza y me mira por el retrovisor.
— No sabes mentir, hase. No conmigo al menos —dice y creo que sonríe, desde mi ángulo no lo veo bien.
— No estoy mintiendo —sus ojos chocan con los míos a través del retrovisor.
— Si, si lo estás —dice y después de eso no pasa tanto tiempo cuando ya estamos frente a mi casa— ¿Te paso a recoger mañana para ir a la fiesta de Lucia?
— Si —digo y me bajo.
— Y... ¿Sofia? —me llama y lo miro sobre mi hombro—. A mi si no me gusta mentir. Si que siento algo por ti. E Isabella no significa nada para mí ya, es pasado.
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Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...