capítulo 55

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— ¡Soy feliz! —canturrea Lucia a todo pulmón.

— No entiendo tu obsesión con noche buena y navidad —niego divertida.

Desde que la conozco ha tenido una obsesión casi insana con esas fechas. Y eso que aún faltan cinco días para que lleguen.

<Casi tanto como tú con los libros>

Ya lo dijiste, casi. Lo nuestro es peor.

— Son fechas hermosas —dice ella simulando estar un poco indignada.

— Te lo tengo que aceptar si lo dices así. El invierno es la mejor estación del año.

— Allí te equivocas, Sof, la mejor es el verano.

— No Lu, es el invierno.

— Me parece que nuestras estaciones favoritas definen un poco como somos, y tu eres la más fría de las dos.

— ¿Y supongo que tú eres la más caliente, no? —le pregunto con gracia. 

— Lo dijiste tu, no yo —aletea sus pestañas con inocencia.

— Estás loca.

— Anda, ven y dame un abrazo —abre sus brazos y yo doy un paso atrás negando y sonriendo

— Sabes que no soy de tanto contacto físico.

— Te aguantas porque yo si, ven aquí —toma uno de mis brazos y me aprieta con fuerza.

Por resignación le devuelvo el abrazo y nos quedamos así unos minutos.

— ¿Sabes? Te admiro mucho Sof —me dice ella y quiero separarme a verla pero ella me estrecha aún más fuerte contra sí—. A pesar de todo lo que has pasado en estos cuatro meses, a pesar de las veces que se han metido con tu cuerpo no te afectan sus comentarios...

— La belleza no permanece —logro separarme un poco de ella para quedar viéndola—, y lo que él resto piense no tiene por qué importante, no cuando tienes en claro quien eres y lo importante que eres, y nadie en el mundo tiene que decírtelo Lu, tu eres perfecta, no te dejes influenciar por ese tipo de comentarios.

Ella suelta un suspiro y se tira otra vez a abrazarme.

— Gracias, puede.... Necesitara escucharlo.

— Para eso estoy Lu, para eso me tendrás.

Ella se separa al cabo de un tiempo de mí.

— Bueno, dejemos ese tema de lado. Nunca me hablas de los libros que lees —se sienta en mi cama como si fuese un indio y coloca un almohada sobre sus piernas.

— Olvídalo, son tonterías —digo con un poco de vergüenza aún.

— Cuando le importas a alguien, para esas personas nunca serán tonterías lo que digas o las cosas que te guste hacer. Venga, cuéntame.

— Bueno, está bien —digo mientras me acomodo para comenzar a contarle.

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                                    Izan

Hoy es noche buena y mi padre y yo estamos invitados a comer a casa de los Johnson. Claro que también estarán los padres de los rubios, ellos y Tylor.

¿Estoy nervioso? No.

Sofia y yo tenemos tres meses juntos y nuestros padres son compañeros de trabajo.

Estoy en camino a la casa de Sofi, caminando porque al auto se le ponchó una rueda.

El teléfono me vibra en el bolsillo por lo que supongo que es un mensaje de mi novia, y no me equivoco, es un mensaje de Sofia preguntándome cuánto tardo en llegar porque a su madre está a punto de darle un ataque de nervios. Comienzo a teclear apresuradamente pero tropiezo con un cuerpo haciendo que mi celular se caiga.

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