capítulo 12

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Desde la poca distancia que mantenemos puedo ver como Izan se tensa por completo al escuchar las palabras de Derek, no entiendo el porqué, pero por lo que acaba de decir el recién llegado es obvio que ellos ya se conocían de antes.

Derek entró a esta universidad hace unos 7 meses aproximadamente y 6 meses después se unió al equipo. Él y Leo se llevan bastante bien, o bueno, todos en el equipo se llevan bien entre sí menos Alejandro y Leo que aún no resuelven sus diferencias.

Pero digamos que a Leo y a Derek una cosa los une. Ninguno de los dos sabe recibir un saque flotante.

Izan mantiene el rostro serio sin dejar de mirar en ningún momento a Derek.

— Preferiría que hubiese sido mucho más querido amigo —le dice a Derek, las palabras las suelta con asco, con repulsión.

Leo comienza a hablar de algo a lo que no le presto atención porque mi mirada se mantiene fija en el pelinegro que tengo delante mío.

Sigue tenso, mucho, pero ahora está tratando de prestarle atención a Leo, el cuál, o termina de hablar muy rápido o yo llevo mucho tiempo mirando a Izan.

Cuando Leo se queda en completo silencio Izan se da la vuelta y sale de la cancha, justo en ese momento es cuando suena el timbre avisando que terminaron las clases por hoy.

La curiosidad me gana y me apresuro a seguirle para preguntarle que le pasa pero Leo me detiene.

— Princesa —y allí está de nuevo ese apodo. De verdad tengo que considerar el decirle que no me gusta que me llame así—. Hablemos, por favor. No quiero que te vayas de aquí estando enfadada conmigo.

— Ahora no Leo, tengo cosas que hacer —sueno más borde de lo que hubiese querido pero ahora mismo no es que me importe mucho.

Trato de soltarmd lo más delicada y calmadamente que puedo del agarre que está ejerciendo sobre mi muñeca.

— Por favor —aprieta un poco más su agarre.

—Leo, suéltame.

—Sofia, solo hablemos, por f...

—Leo, ya dije que ahora no quiero. Suéltame.

El niega con la cabeza sin soltarme. Me libero de un brusco movimiento de su mano y lo enfrento.

— Te dije que: Ahora. No ¿Tengo que deletrearlo?

Lo veo abrir los ojos con asombro por segunda vez en el día, pero está vez por el tono frío que usé en mi respuesta.

Doy media vuelta y me apresuro cuando veo la espalda ancha de Izan alejándose por el pasillo.

— ¡Izan! —lo llamo.

Frena en seco al sentir que lo llamaban y se voltea con una expresión dura, la cual se suaviza al ver que se trata de mi. Esa pequeña exclusividad me está gustando más de lo que debería.

Aunque, técnicamente, no hay ninguna exclusividad.

— ¿Qué quieres Sofia?

— ¿Por qué te pusiste así cuando viste a Derek? —digo y se vuelve a tensar ante mi pregunta—. No sabía que ya se conocían —trato de arreglar mi pregunta para no empeorarlo.

— Y créeme que preferiría no conocerlo, pero para mí desgracia lo conozco demasiado bien para mí gusto —desvía la mirada como si se estuviera acordando de algo.

— ¿Por qué lo dices?

— Nada.

— Dime —le insisto.

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