capítulo 16

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¿En qué se supone que me he metido?

Cuando digo que mi suerte no la tiene nadie, es porque de verdad, no la tiene nadie.

Primero tengo que ir a la cena en casa de los Müllers, luego Lucia me invita a la fiesta, que tampoco es que este obligada a ir pero eso es otra historia, después resulta que mis padres, los que nunca han sido tan sociables que digamos, van a ir de viaje con el señor Müller.

Cuando me doy cuenta de que sigo frente a la casa de Marcelo con Izan a mi lado mirándome fijamente me quiero dar una golpiza mental.

— Perdona ¿Que me habías dicho? —digo para no quedar como una maleducada.

— Te pregunté que si estabas lista para la fiesta, Sofia.

— Ah, la verdad no lo sé, nunca he sido de ir a muchas fiestas, vine más por complacer a Luci y probar algo nuevo fuera de mi rutina de fin de semana —encojo un hombro con naturalidad.

— Te debes de estar congelando —dice sin disimular el echo de que me está barriendo el cuerpo con los ojos—. Vamos —Izan comienza a caminar hacia la puerta y yo lo sigo.

Cuando entramos la música alta envuelve mis oídos evitando que escuche las palabras de Izan a mi lado por lo que le hago una seña para que entienda que no escucho una mierda, así que acerca mis oídos para decirme.

— Diviértete —susurra y se va hacia la esquina en la que enfoco también al resto del equipo de voleibol.

Iba a caminar en busca de Lucia pero unos brazos me abrazan por detrás hasta casi cortarme el paso del aire.

— ¡Llegaste! —grita Lucia por encima de la música.

— ¡Y me voy a tener que ir, pero al otro mundo, como no me sueltes! —le digo en el mismo tono— ¡Me estas asfixiando!

Ella me suelta cuando termino de hablar.

— Perdón —se disculpa cuando me volteo y se acerca más a mi para hablarme sin tener que gritar—, es que no es muy habitual verte en una fiesta. Pensé que te habías arrepentido y que no ibas a venir.

—Estuve a punto la verdad —confieso y Lucia suelta un risa nasal.

—Venga, vamos a tomar algo.

Me toma del brazo y me arrastra hacia la cocina de la casa de Marcelo.

Lo siguiente que veo es a ella sirviendo en dos vasos un líquido el cuál desconozco el nombre. Deja la botella a un lado, toma los vasos y me tiende uno.

— ¿Qué es? —pregunto refiriéndome al contenido del vaso.

— Eso no importa, salud —choca su vaso contra el mío.

— Lucia ¿Qué es esto?

— Si te lo digo no te lo vas a querer tomar.

— Que bueno que lo sabes —digo con evidente sarcasmo—, pero en serio ¿Qué es esto?

—Tu tómatelo —dice ganándose una mala mirada de mi parte seguida por una negación—, Sofi, tómatelo, no es nada malo, lo prometo.

Tras pensármelo un momento me llevo el vaso a los labios y dejo que el líquido baje por mi garganta, la cual quema cuando este pasa. Claro que tenía alcohol.

<¿Qué esperaba que me iba a dar si no? ¿Jugo de naranja?>

— ¡Muy bien! —celebra Lucia—. Ya que calentaste un poco vamos a buscar a los chicos.

Ella vuelve a tomar mi mano para proceder a volverme a arrastrar entre las personas pero esta vez para llegar a la esquina en la que estan los del equipo. La música en este rincón de la casa se escucha un poco más baja, para gloria de mis oídos.

Espejos grises Donde viven las historias. Descúbrelo ahora