Veo a Lucia en una esquina de la caza, me está mirando con ojos asombrados.
—Sof... Cuando dije que si decidías ponerle los cuernos a Leo te iba a apoyar encantada... Sinceramente nunca pensé que lo fueras a hacer. Pero tranquila, igual te cubro encantada.
<Y encima lo vió, maravilloso>
— Cállate Lucifer, no me ayudas —le espeto.
No se de dónde saqué ese apodo, solo quiero que no me hable ahora, menos de lo que seguramente vio con lujo de detalles
— ¡¡Oye!!
— Me estoy volviendo loca —ignoro su gritito indignado por el apodo con el que la llamé—. Algo está mal conmigo, yo no soy una infiel.
¡Destesto cuando los personajes de los libros son infieles como para serlo yo también ahora!
— No estas loca, solamente estás bastante borracha e hiciste lo que debes de estar queriendo hacer desde que lo viste.
—Imposible...
—No, técnicamente es posible. La borrachera sólo hace que hagas lo que reprimes —explica.
—No ayudas —la reprendo con la mirada.
— Yo no, pero estos —me ofrece un shot de los que tenía en la pequeña mesa frente a nosotras—, puede que si lo hagan.
Mira el vaso con desconfianza.
«Tranquila, es solo tequila. No es ninguna mezcla extraña —dice.
Meterle más alcohol a mi sistema solo hará que las cosas vayan de mal a peor.
Pero en estos momentos prefiero hacerlo caso a esas personas que dicen que "Si no me acuerdo no pasó" y le arrebato el vaso de la mano y md tomo el líquido de un tirón.
Nos quedamos allí lo que debe haber sido media hora más. Ella parecía una máquina: vaso que veía, líquido que se tomaba.
Yo tampoco es que me haya quedado atrás, pero tampoco a ese extremo ni a ese ritmo.
Si antes no estaba en mis cincos sentido ahora tengo asegurado que mañana no voy a recordar la mayoría de las cosas que han pasado aquí, eso sin contar el dolor de cabeza.
Una mano se posa en mi hombro y cuando giro veo a Izan con una expresión entre seria y preocupada.
— Vaaaaaya vaaaya si es mi armador favorito —abro los brazos esperando un abrazo que nunca llega.
— Vámonos, Sofia.
— Vete tú —resoplo en prostesta—, yo me quedo.
— Sofia, dije vámonos y te vas a ir conmigo.
— Y yo, Izan, por si tienes problema auditivos, te repito que no me voy.
— Vámonos Johnson, por las buenas o por las malas, tú decides.
Ruedo los ojos y me giro para dejar de verlo. No hablo ni me muevo de mi asiento y eso al parecer el lo toma como que escogí a las malas.
Su mano se cierra sobre mi muñeca haciendo que me levanté y me mareé.
— Oye con más cuidado idiota, soy frágil y estoy mareada.
— Frágil mis cojones, ya estás lo suficientemente borracha.
— Esaaa bocaaa —le estampo la palma de mi mano contra los labios—, no digas malas palabras.
— Camina —dice y trata de arrastrarme.
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Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...