Y llegó mi querido amigo. El sábado. Día que normalmente paso entre tinta y letras o pegada a la pantalla de mi celular, dependiendo si el libro es en físico o en digital.
Pero no, son las 2 de la tarde y mi celular no para de sonar con el nombre de mi querida mejor amiga rubia alumbrando la pantalla.
Muevo a un lado el libro con el marca páginas para no perder el hilo de la lectura y contesto.
— Soooooooofiiiiiiii.
<Y allí está, Luci siendo Luci>
Rio por su saludo.
— Hola Luci.
— ¿Cómo estás?
—Mejor imposible, pero estas ya dando muchas vueltas ¿Que pasa que tienes que llamarme? —le pregunto para resumir.
Rara vez me llama, menos un sábado, siempre es que necesita algo.
— Yo también estoy bien ¿Sabes? Gracias por preguntar.
— Y no sabes cuanto me alegra —le sigo juego—, pero dime anda.
— ¿Qué? ¿No puedo llamar para saber cómo está mi mejor amiga la cuál es diva hermosa divina preciosa potra empoderada y la luz de mi vida?
Si, aja.
<Si, definitivamente está loca se trae algo entre manos>
— Ya suéltalo Lucia —digo divertida.
-Bueeeno, ya que me lo recuerdas... —comienza—. Pasa, resulta y acontece que hoy en la noche hay una fiesta en casa de Marcelo, y quería ver si me quieres acompañar
— Lucia...
— Lo sé, ya se que no te va mucho ese royo de ir a fiestas, pero oye, desde que empezó la universidad de nuevo hace mucho que no pasamos tanto tiempo juntas.
— La universidad comenzó de nuevo hace apenas una semana —le recuerdo—, pero si, en parte si es cierto.
— ¿Ves?.... Entonces ¿Eso es un sí? —pregunta emocionada.
— No Lucia, no es un sí —le reprocho y escucho que hace un sonido de falsa decepción.
— Vamos Sofi, porfiiiiiiissss- la escucho medio rogar—, romper un poco la rutina no te va a hacer daño.
Bueno, viéndolo por el lado bueno, sería algo nuevo, por así decirlo, para hacer y no estar siempre encerrada aquí. Mi vida en sí es bastante monótona, así que un poquiiiito de diversión no le haría daño.
O también podría quedarme encerrada en mi habitación con el libro que estoy leyendo...
— ¿Quienes irían a la fiesta? —pregunto para terminar de decidirme.
— Pues... todos los de último año —dice, pero ahora con un tono un poco más cuidadoso como si estuviera tratando de no asustarme—. O al menos la gran mayoría. Ya conoces a Marcelo.
— Si, le encanta celebrar a lo grande —ruedo los ojos con diversión.
— Claro, si no lo hace no es él —ríe— ¿Entonces si vienes? ¿Por favor?
Lo vuelvo a pensar un momento y creo que me voy a arrepentir de esto.
— Está bien, Luci, si iré.
El grito lleno de emoción que suelta hace que me tenga que alejar el móvil de la oreja.
ESTÁS LEYENDO
Espejos grises
RomanceElla iba distraída en el pasillo y no se dió cuenta que estaba por chocar con alguien. El iba con mirada perdida y no se dió cuenta que alguien caminaba hacia él. Ella es una lectora que le gusta correr (por muy raro que suene) El es un armador que...