Mansión Jeon
Gritos, suspiros y súplicas se escuchaban en ese cuarto. Un joven Alfa sentado y amarrado en una silla se encontraba bañado en sangre con heridas recién hechas. El dolor físico era tan grande ocasionando varios desmayos continuos, su estabilidad mental estaba por los suelos, su corazón se arrepentía de todo ese daño causado, pero no servía de nada, ya era demasiado tarde.
Alguien lo rodeaba con satisfacción, el sujeto sonreía con satisfacción o quizá a causa de esa pequeña pastilla que tomo momentos antes para evitar cualquier estrés, ese proceso de tortura llenaba algo inusual en su alma tan rota y desgarradora, algo en su interior se llenaba con esas súplicas, estaba perplejo por tanto encanto que se dejaba ver en esa imagen. Tomó lugar frente a el para poder disfrutar el semblante pálido del pequeño Alfa, sonrió al notar que la herida en su frente sangraba lentamente, soltó una pequeña risa haciendo que ese chico temblará del miedo.-El jefe te dio una simple orden y fuiste demasiado imbécil.- Tomó un látigo de metal, lo deslizó lentamente entre las yemas de sus delgados y blancos dedos, los cuales estaban cubiertos ligeramente con unos guantes quirúrgicos, al dar el primer golpe el pequeño Alfa grito tanto que hizo estremecer al causante. Era tan excitante.- ¿Sabes cuál es mi deporte favorito?
Pero esa pregunta no llego a ser contestada ya que el sujeto amarrado se había desmayado, el causante de todo ese dolor lo miro y aventó el látigo al suelo con furia, estaba frustrado y desgraciadamente esa mendiga pastilla aún no hacia efecto en su totalidad.
-¡Maldito infeliz!.... no me dejas disfrutar a gusto.- suspiro frustrado negando y mirando aquella escena tan perturbadora.
-¡Hoseok!- Ese grito provenía del otro lado de la puerta, ignoro el llamado al reconocer esa voz, tomó una silla y dejo caer su trasero en ella.- ¡Hoseok!
No contesto, prefirió tomar la caja de cigarrillos y prender uno, disfruto el sabor mentolado de este, todos dicen que estos son para prostitutas, pero no es del todo cierto ya que el también lo disfrutaba, su cuerpo aún pedía serenidad para seguir actuando cruelmente y terminar su trabajo, debía quedar perfecto para poder tener esa ganancia tan enfermiza que esperaba.
-¡¿Hoseok?!- Entro Namjoon por la puerta haciendo que el castaño suspirara pesadamente al notar la presencia del mayor.- ¿Por qué mierda no contestas?
-¿No ves que estoy ocupado?- señalo al imbécil que aún se encontraba desmayado, dejo caer el cigarro y se levantó cuando vio entrar a su Jefe, este traía una cara de molestia haciendo estremecer a Hoseok, quien inmediatamente saludo cordialmente- Señor Jeon.
-¿Que has usado?- Señalo la mesa con todos los instrumentos de tortura, tenía totalmente de todo, o eso creía el que necesitaría.- ¿Solo eso?
-Es lo único que he podido usar, ese imbécil se desmaya cada vez que lo golpeó.- Los tres miraron al pequeño Alfa quien se encontraba en un profundo sueño después de todo el dolor causado, el Jefe suspiro pesadamente mirando a Hoseok el cual se inclino levemente esperando el regaño.
Jungkook se acercó a la caja de cigarrillos y prendió uno, lo saco al instante al notar el sabor mentolado, miró de mala gana a Hoseok el cual solo sonrió, eran de sus favoritos y por ser no adecuados para Jeon significaba que los dejaría de comprar, le gustaban.
Jeon se acercó al pequeño Alfa y presionó el cigarro en el brazo de este haciendo que el muchacho despertara y gritara, después lo presionó en su mejilla. El dolor era tan inmenso que Seung empezó a vomitar, el jefe sonrió y dejó caer el cigarrillo.
-Despiertalo cada vez que se desmaye, ¡Usa esos malditos cigarros de mierda!- Hoseok asíntio y el jefe salió del cuarto enojado y algo frustrado ya que en su mente divagaba la ausencia de poder, ese niño debía sufrir de la peor manera por no conseguir lo que el tanto anhelaba.
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LOVE EXISTS - MAFIA «Parte 1»
Romance🌷Kookmin🌷 Historia Terminada✓ Jeon Jungkook, Treinta años y el mafioso más temido de Corea. Un hombre obsesionado con un niño Diez Años menor que el, hará lo imposible para tenerlo bajo su poder. Tras las miles de caricias y la pasión que desbord...