―Señora, ya bebió mucho por hoy.
―Si no te gusta puedes irte, esta es mi oficina y hago lo que yo quiera. ―El trago fue largo, no quedó ni una gota en vaso, después lo puso con fuerza sobre la mesa―. Es increíble cómo pueden hacer lo que quieran en nuestras narices. Un simple bastardo que sin el dinero que se robó no tendría ni dónde caerse muerto.
―Es en serio, tarde o temprano van a terminar encontrando a esa mujer y usted no se podrá ni parar. ¿Quiere salir y que sus trabajadores la vean caminando de lado por el pasillo? Tan chismosos que pueden ser algunos, después dice que yo soy el irresponsable.
―Moraes. ―Lo silenció con un leve chistido a la vez que el teléfono dentro de su chaqueta empezaba a vibrar―. ¿Dígame? ―Se esforzó por mantener su voz recta y natural.
...
―Una pareja alojada en un complejo turístico cerca del lago Hepton llamó a la policía reportando que alguien rondaba la parte trasera de su cabaña ―informaba Jersey sentada junto a su líder―. Camisilla blanca, pantalones deportivos, descalza y algo desorientada.
―Ahí lo tienen. Pronto la información llegará a oídos del ministerio y el plan entrará en marcha. ¿Preguntas? ―Nadie en la sala de mando habló, solo una mano pálida se alzó al final de la mesa. Marcano le hizo señas para que hablara, retirando sus lentes y apartando los documentos frente a él.
―¿Qué tiene de especial esa mujer? La estuve viendo el otro día, parece que se estuviera pudriendo, es casi un cadáver.
―Clara, ya hablamos de eso... ―Las venas en la frente de Marcano empezaron a brotar.
―Sí, pero es que no lo entiendo todavía. Vi cómo la arrastraban como si fuera una sábana, comparada con cualquiera de nosotros es un simple desperdicio. Creo que hasta Catlyn es más fuerte que ella. ―Al igual que con Marcano, mientras ella hablaba, todos hacían silencio―. ¿Cierto, Catlyn? ―La observó frente a ella, del otro lado de la mesa, intentando ignorar sus palabras, evitando mirarle el rostro, temerosa como siempre. Marcano le hizo señas para que se tranquilizara.
―Se trata de tener memoria, Clara. Imagínate que yo hubiese traicionado a mis compatriotas para irme con una causa bastarda supuestamente apoyada en los padres fundadores, la mayor mentira de la última década. Te pregunto, ¿cómo reaccionarías si de repente todo hubiera sido teatro y siempre me hubiese mantenido fiel a mis creencias?
Su mente había encontrado lógica a esas palabras, como siempre lo hacía.
―¿Ves? La impresión, la sorpresa en las masas sería tal que la fe puesta sobre cualquier causa malintencionada moriría en ese momento, un golpe de efecto para que todo el mundo se enterase de lo adelantados que estamos a todo. ―La mirada de todos los presentes estaban sobre él en señal de admiración.
―Eso me queda claro, pero, ella no está con nosotros. Entiendo tus conflictos con esa mujer, pero nunca se ha comprometido con una causa. Quiero decir, ni siquiera pareciera ser leal a los perros republicanos. Es una traidora, no puedo verla de otra manera.
―Eso no importa, cuando la gente la vea junto a esa bandera sucia pensarán que es leal a ellos. Todo será un teatro y allí es donde entramos nosotros.
Desde que la vio por primera vez, una semilla en su interior fue creciendo, alimentándose del odio que sentía al ver su rostro, los comentarios de su líder sobre ella y lo positivo que se sentía sobre sus supuestas habilidades, todo esto durante la corta estadía que tuvo en el bunker. Era complicado para su mente detectar las causas de su aversión, sobre todo porque no solía justificar el odio que sentía por las personas, era un proceso natural, siempre lo había hecho y siempre lo haría.
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Olvidada: La Nación Sin Nombre
Ficción GeneralEn una Nación sin nombre, cualquiera puede ser un héroe. La Teniente, una heroína de guerra perdida en la historia y olvidada por la mayoría se hallará entre la espada y la pared para defender a la jóven República de quienes la gobernaron con mano d...