El despertar...
No recordaba nada; estaba tan confundida y asustada, todo al mismo tiempo. Recuerdos vagos llegan a mi mente: cementerio, cuatro de ellos, sangre, miedo y, por último, yo... yo haciéndole daño a alguien, un desconocido. No, es un error, nada es claro, eso no pasó, yo no sería capaz. Trato de convencerme: soy una buena persona; no soy un monstruo. Intenté escarbar en lo profundo de mi mente, pero nada, no hay nada.
Tienes que despertar, Hayley.
Esas palabras siguen presentes, las recuerdo bien; esa dulce y linda voz es como melodía para mis oídos, de alguna forma me relaja como si ya la hubiera escuchado antes. Una sensación me invade, recorre todo mi cuerpo y hace que cada parte se tense. Lo que siento justo ahora no es normal, es algo que jamás he experimentado; de alguna forma es como si mi propio cuerpo me advirtiera que estoy en peligro.
—¿Todo bien, solecito? —Lucas se me acerca y con su mano toma mi mejilla con gentileza, me ve con una sonrisa y unos ojos de amor que provocan en mí todo lo contrario.
—¿Cómo llegué aquí? —trato de descifrar su rostro para encontrar hasta lo más mínimo; esto, todo, no me da buena espina.
—¿Qué?
—Lucas, ¿cómo llegué? ¿Cuándo? —Él demuestra confusión, pero ¿por qué lo veo tan hipócrita?
—No te entiendo —su cercanía hace que mi cuerpo se ponga a la defensiva—. Estás algo tensa, solecito.
—No—lo detengo para que no se acerque más; frunce el ceño como si no se lo esperara en lo absoluto. Corrijo—: Estoy bien, Lucas.
—No pareces estarlo —toma un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja.
—Lo estoy —en ese momento me doy cuenta de que he estado todo este tiempo con él, en mi cama.
Me levanté en seguida; en otras circunstancias me hubiera sonrojado y puesto muy nerviosa, pero ahora no, es diferente. Lucas me imita de inmediato como si no quisiera perderme de vista, ¿por qué?
—¿Dónde está Anthony?
—Con sus abuelos —responde como si nada.
Trato de concentrarme, recordar lo que se supone que hice. Recapitulando: Lucas y yo en esta habitación pasando un lindo momento con Anthony, lo feliz que estaba y que creía que todo estaría bien, que todo iba a hacer perfecto. La buena imagen que Jones me regaló mientras dormía al bebé, la fotografía. El vestido negro que utilicé, la conversación; cuando Lucas me preguntó a dónde iba, el camino al cementerio, el trago amargo que pasé en la florería. Frunzo el ceño. Recuerdo muy bien cuando llegué al tenebroso lugar, los ruidos y cómo me asustaba con facilidad, la tumba de Lizbeth, mi disculpa y...
Nada, eso es todo. Mi mente se cierra por completo, hay recuerdos incompletos, pero no sirven de nada y no quiero recordar porque solo me causan terror. Es como si mi subconsciente me prohibiera ir más allá, como si me protegiera de un gran trauma, pero es confuso; lo que sea que pasó no fue hace mucho, ¿por qué mis recuerdos ya no existen? No puedo olvidar tan rápido, ¿no? A menos que alguien o algo me haya hecho olvidar.
—¿Tú estuviste conmigo? —Lucas no responde—en el cementerio, ¿tú estabas ahí?
—Claro que no, estaba aquí cuidando al bebé. No se puede estar en dos lugares al mismo tiempo, solecito —explica haciéndose el gracioso—. ¿Pasó algo en el cementerio? ¿Te perdiste?
—No, estuve con Lizbeth; le dejé flores y... —Me detengo porque no sé más.
—¿Y luego? —pregunta con cierto interés.

ESTÁS LEYENDO
Nuestro Destino.
Teen Fiction¿Crees en el destino? ¿O la casualidad? ¿Pero qué es el destino? Es algo que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de circunstancias de las que no podemos escapar, ¿todos estamos destinados a...