Capitulo 10

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Domenico

Comienzo a moverme en busca del cuerpo de la chica que hizo que pasara la mejor noche de sexo de mi vida, abro los ojos al sentir el lugar vacío, pero la luz que radia por la ventana iluminando la habitación me obliga a cerrarlos rápidamente. Los abro una vez más y parpadeo para acostumbrarme a la luz.
Paso mis manos por mi rostro quitándome el rastro de sueño que aún tengo.

Sonrío al recordar el motivo por el cual no dormí anoche.

Ella.

Salgo de la cama y sin importar mi desnudez camino hacia el baño en busca de ella.

—¿Piccola?—No hay respuesta y entro al baño, para mi sorpresa esta vacío.

Vuelvo a la habitación malhumorado por no haberme podido despedir de la hermosa rubia y veo que en la mesita de noche hay una nota sobre el pedazo de tela que se hace llamar vestido, la tomo y la leo.

"Gracias por la maravillosa noche, no la voy a olvidar..."
"Ah, y me debes un vestido."

Me río por lo bajo antes de agarrar mi teléfono y marcarle a Carlo.

—¿Que se le ofrece a su majestad?—Dice con evidente sarcasmo, ruedo los ojos aunque no me vea.

—Déjate de estupideces Biagio.—Bufo.—Salimos en 20.—Cuelgo la llamada antes de que diga algo más y me dirijo al baño para quitarme este olor a sexo que traigo encima.

Tengo que ver unos asuntos de negocios pero tratare de safarme lo antes posible para ir a ver a Tiffany y llevarla a comprarse el vestido que le debo y tal vez algunos más.

Salgo de la ducha con una toalla alrededor de mi sintura, siento gotas de agua bajando desde mechones de mi cabello hasta perderse en la toalla blanca.

El sonido de mi teléfono me saca de mis pensamientos, reviso quien me llama y al ver quien es me apresuró a contestar.

—Francesco me alegra mu...—No me deja terminar la frase.

¿Tu sabias?—Me pregunta, me quedo confundido, no entiendo a que se refiere.

—¿Saber que sobrino?

En la mierda en la que esta metido mi papá.—Noto el enojo en su voz.

—Ya te lo dijo.—Suspiro.

Mi padre esta en coma y mi madre quería que me uniera al negocio, de que coño...—Hace una pausa.—Espera...¿No estas sorprendido?—Permanezco en cilencio buscando las palabras para responderle.—¿QUE CARAJOS TIENES QUE VER TÚ EN TODO ESTO?—Me grita.

—Francesco, respetame que soy tu tío, a mi no me hablas así.—Lo regaño pero no parece importarle.—Se que debes de estar enojado pero intenta calmarte.

—¿Calmarme? ¿Me pides que me calme en serio?—Dice incrédulo y aunque no lo veo juraría que esta rodando los ojos y negando con la cabeza.—Tu estas metido en toda esta mierda ¿verdad?

No se como responderle, adoro a mi sobrino, pero también se que es demaciado recto como para entender, me encantaría que se uniera al negocio, pero conociéndolo eso será imposible.

Tu cilencio lo dice todo.—Lo escucho bufar.—No puedo creerlo, eras mi ídolo tu y mi padre y toda mi vida es una puta mentira.—Escucho algunos ruidos y voces más.—Hijo no te vallas así.—Esa es mi hermana.—Déjame mamá.—Escucho un golpe en una puerta o algo así.—Déjalo que se valla mujer.—Dice mi cuñado.—Va a regresar. Igual no lo hago papá.—Dice esta vez mi sobrino y es lo último que escuché antes de que cuelguen la llamada.

Besos Con Sabor ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora