Capitulo 37

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Tiffany.

Me dispongo a abrir los ojos dejando que la luz que radia de los enormes ventanales de la habitación me golpee, pero no me molesta, prefiero una y mil veces la radiante luz del día, que la oscuridad que tanto temo.

Después de ducharme y arreglarme, contemplo los dedos de mis manos, enrojecidos aún y sin uñas, visualizo mi reflejo en el espejo, donde se detallan los moretones que Mortimer dejó en algunas partes de mi cuerpo a causa de los golpes en un intento de tortura, que gracias a los demonios del infierno que hicieron que mi esposo llegara a tiempo y que dicho secuestro no pasara a mayores.

Una vez más volvió a salvarme.

Es mi héroe.

Mi esposo.

Siento la manilla de la puerta girarse, me apresuró a agarrar algo para cubrir mi desnudez justo a tiempo para que Domenico no vea los moretones en mi cuerpo.

Se sorprende al verme cubriéndome de él, la vergüenza me llena, y la incomodidad también.

No quiero que vea mi cuerpo de esa forma, no quiero que vea mi cuerpo todo maltratado tal cual lo tengo.

-¡Buenos días...!-Exclama un poco serio, aunque trata de disimularlo.-Venía a ver como estabas...Pero si quieres vengo después.

No soy capaz de emitir sonido alguno, no me molesta su presencia lo más mínimo, y eso quiero decirle, pero...No se, siempre he estado acostumbrada de que me vean perfecta y que el me vea asi... Moreteada me causa un poco de vergüenza, no quisiera pasar por el momento en el que me dice lo perfecta y hermosa que soy para el, solo para animarme, pero yo si se lo mal que me veo con los moretones.

Se me estruja el corazón al ver como se da media vuelta y se va, doy un paso hacia adelante, dispuesta a decirle que se quede pero por culpa de mis Malditos complejos me arrepiento y me quedo en silencio. El se detiene frente a la puerta unos segundos, me quedo mirando su espalda, y la necesidad de que se voltee, me mire y me sonría de esa única forma que el sabe hacer, que logra erizarme la piel.

Abro la boca una vez más para decirle que se quede, pero no logro decir nada en el momento en el que sale de la habitación y cierra la puerta sin mirar atrás.

Lo menos que hubiera querido es hacerlo sentir mal, pero creo que fue lo mejor que no me viera así.

Se que no he hablado con el desde...que me rescato, nisiquiera para agradecerle, no se ha dado el momento, pero eso va a cambiar.

Comienzo a vestirme apresuradamente, el miedo de que se vuelva a repetir el momento tenso que pasamos me hace apresurarme aún más.

Maquillo un poco mi rostro para hacer menos visibles los morados y con ardua dificultad me visto con ropa larga para que no se me vean los rastros de golpes de mi piel.

Ato mi cabello en una coleta baja y suave solo para tenerlo recogido, me miro al espejo, no noto los moretones y me dispongo a salir de la habitación.

Agarro la manilla de la puerta de la oficina de mi esposo y estoy a punto de abrirla pero varias voces en el interior de ese lugar me hacen detenerme, no demoro en reconocer la voz de Domenico y Carlo.

-Tengo que decirle la verdad a Tiffany.-Sus palabras me llaman la atención.-He querido, pero esta mañana no pude y si soy sincero no se como decirle todo esto.

-Tendrás que hacerlo.-Ese es Carlo.-Ya es tu esposa, esta enamorada de ti, ¡¡ya esta!! y lo justo es que se lo cuentes.

-Como si fuera tan sencillo decirle a la mujer que amas que todo esto ha sido mi culpa, que por mi culpa, la despidieron de su trabajo y madre la quería contratar, por culpa de mi enfermiza obsesión hacia ella.

Besos Con Sabor ItalianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora