Capítulo 3 (El Bosque )

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Al cabo de un mes pasaba mucho tiempo junto a Amber y Catalina, era costumbre hablar con ellas horas largas. Y hasta ahora era lo mejor que me había pasado estando en el instituto.
Hablaba con ellas por el teléfono cuando me recorrió una corriente por el cuerpo al escuchar que Catalina estaba viendo una serie de vampiros. Yo nunca e creído en esos mitos y cosas. Solo que nuestros abuelos nos contaban historias inventadas hacía ya mucho tiempo. Aun así pensar en ellos y sus misterios me daba escalofrió. Fue algo raro pero en ese momento un escalofrió se poso en mis brazos hasta llegar a mi pecho. Una de las ventanas de mi cuarto se abrió de repente dejando entrar un viento frió y constante. Al colgar coloque mi móvil encima de la mesa de noche y me acosté a dormir por que el sueño se había apoderado de mi y de mis parpados.

Cuando ya me encontraba profundamente dormida comencé a soñar que estaba en una calle oscura y solitaria. Las luces de las casas ya se encontraban apagadas. Yo corría hasta casa trotando, cuando de momento mi delicado hombro choco contra el pecho duro de un chico. Caí al suelo por el fuerte golpe, sentí una corriente que no sabía si había sido de él hacia mi o de mi hacia él. Hubo una brillante luz en ese preciso momento como si hubieran tirado una foto demasiado cerca que no me permitió verle la cara al chico. El chico siguió caminando como si nada hubiera pasado. Como si yo no estuviera tendida en el suelo. Luego de unos pocos segundos vi detenerse frente a mi unos zapatos de color negro. Levante la mirada y el me extendía la mano sonriendo, pero de su boca sobresalían un par de colmillos. Abrí los ojos grandes cuando se acerco rápidamente para morder mi cuello. Y de inmediato me levanté.

Quede sentada de un brinco en la cama, mi respiración estaba ligeramente agitada. Coloque mi mano derecha en mi cuello para corroborar que todo había sido una pesadilla. Ya no podía dormir pensando que volvería la misma pesadilla y no tenia valor para levantar a mi hermano, así que abrí la ventana para tomar aire fresco. Mi casa quedaba un poco solitaria al lado de un bosque que no quedaba lejos, quizás unos dos o tres minutos caminando. Escuche un grito que pedía ayuda y provenía del bosque, parecía ser el grito de una niña tal vez no más de diez años. Mire a todos lados y me di suaves golpes en la cabeza tratando de despertar de las alucinaciones que probablemente estaban cruzando mi mente, pero volví a escuchar la misma voz que pedía ayuda. Asustada, me aproxime a las escaleras para así bajar y salir de la casa al bosque de dónde provenía la voz. Primero fui con pasos lentos pero los gritos se hacían más fuertes, luego avance con pasos ligeros hasta que termine corriendo pensando que sería mi culpa que por mi cobardía alguna tierna niñita muriese esa noche.

Rayos Mía tienes que darte prisa o esa voz quedara impregnada en tu cabeza el resto de tu perra vida. Era lo único que pasaba por mi mente mientras corría.

Debí haber llamado a Nickolas para que me acompañara, que haré yo por allá sola, y si me matan a mi también?. Cuando llegue al bosque ya no se escuchaba nada, solo las ramas de los árboles bailando al son del viento. Hacía frió, hacía mucho frió. Yo temblaba entre los gigantescos árboles que parecían monstruos mirándome.

—¿Hay alguien aquí? — grité. Sentía y veía como salía humo frió por mi boca. No se escuchaba nada y volví a gritar. —¿Hay alguien por aquí?, hola —. Camine varios pasos y mire a todos lados, no se veía nada y tampoco se escuchaba nada. Me adentre un poco más en el oscuro bosque ya que había llegado hasta allí no me iría así no más.

— Vete de aquí — susurraron. Me congele, no sabía que hacer solo quería que mi hermano estuviera allí, el sabría que hacer o Jay. Jay siempre sabe que hacer. La voz no me salía, solo respiraba agitada cuando volví a escuchar aquel susurro. — Vete de aquí —. Me arme de valor y volví a pensar, ya estoy aquí es ahora o nunca.

— ¿Que pasa, necesitas ayuda? — pregunté.

— Vete antes de que seas tú quién necesite ayuda— fruncí el ceño. A que se refirió con eso?.

— ¿Porque, que pasa, que le hiciste a la niña? — pregunté con voz temblorosa mirando hacia cada esquina. Sentí que algo corría entre los árboles que se encontraban a mis espaldas así que automáticamente me gire. En ese momento de una de las ramas cayó un chico vestido de negro. Tenía una capucha que cubría su cabeza, sus ojos eran color vino era muy raro y estaba confundida.

—Tu eres... eres el chico de mi pesadilla, si la de hace un rato, eras tú—. El chico caminó hacia mi, me tomó de la cintura pegándome a él con fuerza y susurró en mi oído.

— Yo no le hice nada a la niña y si, soy el chico de tu pesadilla, extraño no? —. Pude sentir e imaginar como sonreía coqueto. No me moví y cuando iba a decirle que me explicara tomando su capucha para quitársela y poder ver su cara, su mano tomó mi muñeca apretandola fuertemente. — ¡Corre! — dijo en voz baja.
El chico me dio media vuelta y me empujo haciendo que cayera al suelo.

Mi corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal, incluso aveces parecía sentirlo justo en la garganta. Se escuchaban risas en el bosque y como si hubieran personas corriendo entre los palos y brincando por los árboles. Un ardor se presento en mi brazo izquierdo pero no podía detenerme tenía que seguir corriendo. Me percate que estaba sangrando pero seguí y tropecé. Rápidamente me levante del suelo asustada y con lagrimas en los ojos, confundida y demás corrí, corrí lo más rápido que pude. Ya no era para no ser vista por los amigos de mi hermano si no por que algo peligroso estaba ocurriendo allí. Corrí y corrí pero ya me había perdido, de seguro se escuchaban mis sollozos en todo el bosque. Alguien posó su mano sobre mi boca amortiguando mis gritos y pegándome contra su pecho nos arrincono en una pequeña cueva que creaban dos arboles. Intente seguir gritando pero se me hacía imposible y ya parecía que estaba perdiendo el aire. En ese momento la persona me giro para que viera su
cara.

me había perdido, de seguro se escuchaban mis sollozos en todo el bosque. Alguien poso su mano sobre mi boca amortiguando mis gritos, y pegándome contra su pecho nos arrincono en una pequeña cueva que creaban dos arboles. Intente seguir gritando pero se me hacía imposible y ya parecía que estaba perdiendo el aire. Me mataran decía en la mente. En ese momento la persona me giro para que viera su
cara.

— Cálmate Mía, soy yo Jay —. Lo abrace, creo que había sido el abrazo más fuerte que había dado en toda mi vida. Jay estaba aquí en el bosque.

Esperen, Jay estaba aquí en el bosque.

— Jay que esta pasando por favor necesito que me expliques —. No podía dejar de llorar y de sentir mi corazón ir a millón.

— Escucha bien lo que te voy a decir Mía —. Estuve muy atenta a su voz que sonaba muy tranquila como la de un ángel. — Cuando cuente hasta tres vas a salir corriendo sin mirar atrás, Axel te va a acompañar hasta la entrada del bosque —.

Axel, Jay, aquí y ahora?. Estaba confundida y tenía muchas preguntas.

— Jay tengo miedo estoy asustada —. El me miró , sus ojos brillaron en destello y me regalo una sonrisa muy hermosa.

— No te pasará nada confía en mi, Nickolas esta a la entrada del bosque esperándote allí —. Jay beso mi frente y contó. — Uno, dos, tres icorre!-. Corrí como nunca antes. Axel, cuando no corría a mi lado brincaba de un árbol a otro. No mire hacia atrás y solo corrí hasta que los brazos de Nickolas me encontraron en la entrada del bosque.

El chico vestido de negro { 1 }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora