Capítulo 31 ( doble personalidad )

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Ryan brincó por la ventana y desapareció cuando toco el suelo. Yo quedé helada y en mi habitación se había quedado el frió que emanaba él, indicándome que era una orgullosa y que yo era la egoísta. Trate de comunicarme con Jay para pedirle perdón pero fue imposible de nuevo, lo único que pude lograr fue llorar y echarme la culpa. Tres días yendo en la noche a pelear junto a la Revelion sola y por ningún lado mis amigos, ni siquiera mi hermano. Era como si todos se hubieran puesto en mi contra. Como si ninguno me quisiera ver. Vestida de negro que para mi era un símbolo de que ya estaba muerta por dentro. Estacas, flechas, cuchillas y armas. Nunca me imagine que pelear con la Revelion fuera de esta manera sin mis amigos, lo que para mi antes era un sueño se ha vuelto una pesadilla de la que no puedo despertar.

— Mira a quién tenemos aquí, la famosa Mía de sangre pura, sabes que todos aquí mueren por beber tu sangre, están locos por pegar sus colmillos y rasgar tu piel. Tu sangre fina y deliciosa nos abastecería por mucho tiempo y nos daría la energía para pelear sin descansar. Eres valiente y veo que tus amigos ya no están, te han abandonada no es así? — sonreí por que no me intimidaba, lo único que sentía era estar muriendo por dentro y si así era no me importaba.

— Miller el hermano mayor de Oriana supongo verdad?. Asi que mueren por probar y beber mi sangre ah? pues morirán sin hacerlo. Qué pena que Oriana nunca la pudo beber y nunca lo hará —reí. Tome mis dos estacas pero una se encajó y Miller aprovecho para pegar sus sucios colmillos a mi cuello, esta vez no era el dolor lo que describía esta mordida si no el ardor. Cada succión era arder bajo mi piel. Miller se despegó de mi bruscamente y cuando vi Mathew lo tenia del cuello y sus ojos estaban totalmente rojos.

— Ella no está sola, tu te arrepentirás de esto —.
Mathew tomó la cabeza de Miller y cuando iba a girarla para arrancarla grité.

— No, yo no te e llamado, por que viniste, como sabías que estaba aquí? —. Mathew soltó a Miller y se dirigió hacia mi, mientras Miller huía. — Que demonios te crees para venir y hacerte mi héroe, no necesito ayuda y menos de ti —. No me sentía preparada para verlo de nuevo, pero aún así apareció.

— Aún tienes el collar que te regalé, por eso sabía que estabas en problemas —. Arranque mi collar y lo tiré lejos de mí. Ryan miro hacia el collar y rápidamente lo busco y lo tomó en sus manos con velocidad.

— Dije que no te quería volver a ver en mi perra vida, no entiendes?, respeta mi decisión —. Ryan guardo el collar en su bolsillo y quedó mirándome fijamente. — Porque no me dijiste que eras Mathew estando consiente de que quería saber tanto de él. Me pediste que me alejara de ti mismo tantas veces —.

— Discúlpame Mía es un problema o un don ya no se ni que es, solo se que aun no lo puedo controlar —. El hablaba como tratando de convencerse así mismo de lo que decía.

— De que estas hablando, porque me haces esto? —. Ryan quito su capucha y sus ojos estaban verdes como dos aceitunas y de nuevo se asomaban sus hermosas y diminutas pecas que tanto me encantaban.

— Tengo doble personalidad, no se como explicarte por que ni yo mismo se de que se trata. La Revelion está investigando, se decía que Mathew era peligroso pero ya vez quién está resultando peligroso —. El no estaba seguro de lo que decía y se notaba que no sabia nada.

— Porque el nombre de Mathew? —. No estaba arrodillándome a la posibilidad de que eso que me estaba diciendo era verdad, aun estaba molesta y no quería saber más de él.

— Es mi segundo nombre. Ryan Mathew, mi padre se llama Mathew —.

— Pues Mathew o Ryan quién seas ahora mismo, te odio y no quiero saber nada más de ti, aléjate de mi, no me busques. Para mi ya estás muerto —. Di media vuelta y me fui. El no me siguió ni rogó que me quedara.

— Se que tengo doble personalidad — lo escuché decir a pasos de mi. — Pero . . . pero yo siempre te amare de la misma manera —. Así pasaron los días, horas largas y amargas.

— Jay, Jay detente por favor perdóname yo no sabía, necesito a mi mejor amigo por favor escúchame —. Jay corría por el bosque y yo corría tras él gritándole que se detuviera y que me perdonara pero el no se detenía y tampoco gritaba nada. Mis gritos salían con dolor y mi llanto no cesaba. — Jay por favor.! —.

— Mía despierta, estás soñando, por favor párate del piso odio verte así. Necesitas ayuda. Mi niña por favor —. Nickolas trataba de pararme del suelo en el que estaba arrodillada y ni siquiera sabía como había llegado allí. Es la primera vez que veo a Nickolas en estas últimas semanas. Estaba teniendo problemas con él sueño y la alimentación. Yo tenía problemas, estaba deprimida. Estaba volviéndome loca.

— Nicko, ahí estaba Jay, yo lo vi estábamos en el bosque. No me hablara nunca más verdad? —. Nickolas secaba mis lagrimas que no paraban de salir y deslizarse por mis mejillas como si estuvieran en un tobogán.

— Dale tiempo, solo esta dolido pero el volverá —. Los ojos de Nicko brillaban pero los veía borroso.

— Has hablado con él , esta bien?, contéstame que si por favor —. Nickolas me sentó en la cama y amarro mi cabello en una coleta.

— Está muy triste pero en lo demás esta muy bien, dice que te extraña y que te ama mucho —.

Realmente yo me estaba volviendo loca, incluso Catalina una vez me encontró casi por saltar de la ventana. Así que mis padres decidieron internarme en un centro psiquiátrico por un tiempo. La verdad este lugar no estaba mal pero siempre estaba sedada, y lo único bueno era que no pensaba en matarme y tampoco en el estúpido de Ryan. Siempre en las noches sentía que alguien me cuidaba pero estaba tan sedada que apenas podía abrir los ojos. Solo permitían dos días de visita y solo podían entrar dos personas por día, así que Nickolas, Amber y Catalina entraban con el poder de la orbitacion ya que los que siempre entraban eran mis padres. Ya llevaba una semana en el centro rehabilitando mis locuras. Tomando pastillas y sedantes que me hacían tener demasiada sed y cuando no tenía la boca seca, tenía extremada salivación. En la noche escuché un aullido muy conocido. Mi cuarto quedaba para el estacionamiento, no tenia ventanas solo cuatro pedazos de ladrillos sin colocar en la parte de arriba de la pared cubierto por unas rejas como si yo cupiera por ahí. Moví mi cama que era lo único que había allí y la pegué a la pared, me trepé en ella y miré como pude hacia fuera. Mis lagrimas no se pudieron contener y salieron a pasear como sempre. Estaban todos parados en
fila como militares adolescentes, con carteles llenos de mensajes de recuperación. Todos menos Ryan. Pero detrás de un gran oso de peluche Jay. Me daba mucha emoción que estuviesen allí. De pronto comenzó a sonar la alarma de intrusos, luces señalaban el
estacionamiento y ellos corrían y brincaban la verja para salir de allí. Lo mas cómico fue Jay con el gigantesco oso corriendo a todas las direcciones.

El chico vestido de negro { 1 }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora