Capítulo 27 ( Mathew me besó)

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Mire a Rex, baje mi arco y entre a la casa.

— Estas lista? — preguntó Catalina sin mirarme.
Andaba muy concentrada mirando las municiones que rotulaba hacía un rato encima de la mesa. Ella no parecía lista, digo nunca lo parecía y en estos momentos mucho menos. Sus ojos verdes estaban cristalizados, ella estaba a punto de estallar en llanto.

— Si lo estoy, lo estoy más que nunca —. Mi cuerpo estaba caliente y yo apretaba los dientes con fuerza.

— Mmm que bien por que yo no lo estoy, de seguro cuando entre por allí comience a llorar —. Catalina estaba bien demacrada era como si mi hermano fuera todo para ella. Su piel estaba reseca como su cabello.

— Tienes que ser fuerte por el, Nicko estará bien ya verás—. En la puerta se encontraba Steven aullando. Llamando a alguien para que le entregara ropa. Jay apareció con un bulto y lo puso frente a Steven, el abrió el hocico y mordió el bulto. Corrió y se perdió por el bosque mientras Jay lo miraba recostado del marco de la puerta. Ya se hacía tarde y yo estaba cansada así que le dije a Ryan que me llevara a casa. Me despedí de Mike y Marta. Catalina se quedaría un rato más así que me despedí de ella y de los demás chicos.

— Princesa quieres que me quede hasta que te duermas? —. Ryan guiaba muy calmado hasta casa, la luna estaba hermosa aunque hoy no estuviera llena y era mejor así. No podríamos tener a Nickolas secuestrado y a un Steven descontrolado en el bosque.

— No gracias cuando llegue de seguro me baño y quedo rendida rápido, pero gracias amor —. Nunca le había dicho amor a Ryan hasta ahora, y de verdad me gustaba un buen pero se sentía tan raro. Que más daría por que se quedara ahí conmigo velando mi sueño como aveces suele hacer, pero no estoy de humor, además quiero llamar a Mathew para preguntarle porque me dio ese sueño. Que vela carga el en todo esto.

— Como quieras princesa —. Su mano se posó en mi muslo, no me sentí incomoda pero me dio escalofrió sentir el frió que emanaba su mano y atravesaba el pantalón que tenía puesto. Ryan no movió la mano para nada, supongo que no quería que me sintiera incomoda, pero la puso con tal suavidad y tal dulzura. Llegamos a casa y antes de bajarme de la guagua de Ryan me hizo entrega de un collar con una hermosa perla color plata.

— Princesa este regalo lo tenía guardado hacen dos o tres días para dártelo cuando fuera necesario, es decir en el momento adecuado y pienso que este es el momento. Nunca te lo quites, donde quiera que estés ahí estaré yo, nunca estarás sola —.

— Me encanta, gracias Ryan siempre lo llevare conmigo —. La perla era preciosa como las pecas que adornaban su cara, como su nariz, como sus ojos y su cabello, nunca me había gustado alguien tanto como me gustaba Ryan.

— Mía mañana será un día un poco difícil ya que será tu primer día con la Revelion de Rebelados pero quiero que sepas que yo confío en ti, se que eres fuerte y que has practicado tanto para esto, recuerda siempre estaré contigo —.

— Gracias por confiar en mi incondicionalmente —. A Ryan le brillaban los ojos y se acercaba a mi lentamente. Acaricio mi cara mientras me miraba fijamente y me besó. Se convirtió en un beso apasionado, el posó su mano en mi nuca y luego coloco sus dos manos en mi cara y dejo de besarme. Pegó su frente con la mía y parecía que respiraba agitadamente aunque no lo hacía, quien diría que era vampiro.

— Ahora ve, tienes que descansar y guardar energía para mañana —. Ryan me dio un ultimo beso en la frente y baje de la guagua. Cuando iba a cerrar la puerta Ryan hablo. - Mía te quiero, nunca lo olvides —sonrió. Con esa sonrisa que me derrite.

— Yo también te quiero Ryan —. Cerré la puerta después de haberle regalado una sonrisa. Camine hasta la puerta de casa y Ryan espero a que entrara para marcharse. Mis padres ya estaban dormidos, el día de hoy se había ido demasiado rápido. En un abrir y cerrar de ojos se hizo de noche. Y en parte era bueno.

— Subí a mi habitación sin comer porque no tenía apetito. Abrí la puerta y me senté en el borde de mi cama a pensar en absolutamente nada. Mirando al suelo sintiendo como todas las partes de mi corazón roto intentaban volver a su lugar. Estaba cansada física y mentalmente así que me levanté y fui al baño. No me tarde mucho, salí bastante rápido por que quería acostarme a dormir y olvidar todo. Olvidar lo que sucedió con Rex, olvidar el que Nickolas no estuviera aquí, olvidar que mañana sería un día decisivo y realmente no sabíamos que iba a pasar y olvidar qué tal vez no regresaríamos con Nicko. Al salir vi que encima de mi cama había un hermoso arco de color negro. Me acerqué al arco y extendí mi mano para tocarlo.

— Te gusta?, lo compre para ti —. Me giré hacia la voz y ahí estaba Mathew recostado de la puerta del baño por la cual yo acababa de salir. Estaba tapado como siempre. Cara, piernas, torso y brazos. Aunque hoy venía con unos zapatos distintos.

Zapatos color blanco.

— Gracias me encanta pero no tenías que hacerlo —. Mathew estaba de brazos cruzados aún recostado de la puerta del baño.

— Lo hice por que quise, además tu no tienes que decirme que hacer y que no hacer —. Mathew camino dos pasos hacia mi. Hoy tenía una tela tipo mascara cubriendo toda su cara, se veía muy raro apenas podía notar sus ojos.

— Zapatos blancos? — pregunté.

— Hoy vengo en son de paz — comenzó a reír.
Mathew estaba acercándose lentamente hacia mi y comencé a sentir frió. Él comenzó a reír de nuevo.

— Tienes frió? —. Sentía frió. Sentía mucho frió.

— Frio?, si un poco —. La luz de mi mesa de noche estaba prendida y la del baño también pero no era tanta luz como para vernos muy bien. Mientras Mathew se acercaba mi corazón se aceleraba y de momento la luz del baño se apagó. No dije nada y tampoco me moví, el llego justamente en frente de mi y la luz de la mesa de noche se apagó también. No se veía absolutamente nada solo nuestras siluetas.

— Estás nerviosa? —. La voz de Mathew hacía que mi piel se erizara, no noté cuando ni como pero el me tomó de las caderas y me acercó a el.

— Nerviosa porque? —. Si estaba un poco nerviosa, Mathew siempre me ponía nerviosa, su misterio lo hacia. No se que quería Mathew pero hoy lo sentía diferente.

— No te da miedo que te vuelva a morder? —. El seguía con sus preguntas insistentes. Quería que le contestara lo que el quería escuchar y no le daría ese crédito.

— No, no tengo miedo ya lo hiciste una vez ya se como se siente. Además ya me mordieron hoy —. Cuando dije esto el me aferro más a su cuerpo como imponiendo autoridad.

— Ah si? y esto no te da miedo? — preguntó levantando la tela que cubría su cara hasta la nariz, y me beso. La verdad fue un beso dulce y tierno. Inmediatamente despegue mis labios de los de él.

— Espera Mathew que haces?, tengo novio esto no es correcto —. Me aparté de él y el volvió a tomarme de las caderas y me aferro a su cuerpo. Ryan era muy lindo conmigo y me gustaba de verdad pero Mathew me parecía interesante, fogoso y misterioso.

— Dime que quieres lo mismo que yo —. Los ojos de Mathew estaban tornándose de color rojo.

— Si quiero lo mismo que tu, lo deseo —. Mathew colocó sus manos en mis brazos casi en los hombros y apretó con fuerza. Parecía mareado y trataba de despegarse de mi.

— Mía tus ojos están.... están blancos. Es, es un hechizo —. Mathew comenzó a buscar con la mirada algo en mi cuarto, una de sus manos se levantó.

— Que? — pregunté. Algo estaba controlándome al igual que a Mathew. Me sentía hipnotizada mi mente quería hacer algo pero mi cuerpo hacía otra cosa. Mathew volvió a acercarse y esta vez pasó su dedo pulgar por mis labios. Me tomó del cuello con su mano derecha y me besó. Su mano izquierda bajaba lentamente por mi espalda y Mathew se alejó rápidamente.

— Aahh —. Mathew gritó y abrió los dedos de su mano y de inmediato exploto un corazón de cristal que estaba en mi mesa de noche. —Como llego eso ahí? —preguntó Mathew. Caí al suelo sin aire y respiraba tratando de recuperar el aliento que por alguna extraña razón había abandonado involuntariamente mi cuerpo. No sabía del corazón de cristal y nunca lo había visto, mucho menos aquí en mi recámara. Alguien tuvo que haberlo puesto ahí. Pero quién?.

— No lo se —.

— Nos quieren provocar. Lo siento será mejor que me valla —. Mathew se acercó, me tomó en sus brazos y me sentó en el borde de la cama. — Esto no es un hechizo, me besó tiernamente los labios y me recostó de la cama cuando caí en un sueño profundo.

El chico vestido de negro { 1 }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora