Cap 9

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Desde la vereda de enfrente al Charing Cross Hospital practicaba la mentira que le tenía que decir a la recepcionista para que me indique dónde estaba el consultorio del Doctor Jeon.

—Hola, estoy de parte de Jetrin Manobal, vine por su medicación… no, demasiado informal. Mejor si lo digo de corrido, lagrimeando un poco y pidiendo por favor. O bien le digo la pura verdad, si, aquí estoy a entregarme a este doctor Coreano que me cambia por un tratamiento. No, Lisa, no. Enfócate. —parecía una idiota. 

Tomé aire, inflé mi caja torácica y retuve el aire contando hasta diez y lo solté todo por la boca. 

Listo, una dosis de ánimo.

Crucé la calle y entré en el hospital y sin mirar a ningún lado me dirigí a la recepción, era ahora o nunca.

—Buenos días señorita, mi nombre es  Lalisa Manobal y vengo en representación del señor Jetrin Manobal, a buscar recetas de medicamentos de su médico el Dr. Jeon Jungkook. —lo dije rapidito sin respirar.

La mujer que estaba sentada en el enorme mostrador de la entrada atendiendo a todo aquel que ingresaba me observó con el teléfono pegado a la oreja.

—¿Puedes repetirlo está vez más lento?

¿WTF?

—Soy Lalisa Manobal. Jetrin, mi padre es paciente del Dr. Jeon Jungkook, me envió a buscar su medicina.

 Ella tecleó algo en su computadora.

—El Dr. Jeon está en cirugía, su oficina se encuentra en el séptimo piso, puede esperarlo allí o en la sala de espera.

¡Salvada por la mentira! 

Fui caminando hasta el ascensor con una sonrisa de triunfo de oreja a oreja.

Apenas había apretado el botón del piso cuando alguien me llamó.

¡Dios, me descubrieron!

Me giré sobre mí misma, un guardia se acercó a mí con cara de pocos amigos.

—No puede subir sin el pase de visitante. —me tendió un lazo con una etiqueta.

—Lo siento, lo olvidé. —otra mentira, jamás había venido aquí, no tenía idea del protocolo de ingreso—. Gracias.

Ahora sí, subí al ascensor, dentro había mucha gente esperando con cara de lunes, me paré frente al tablero y apreté el piso siete. 

Tragué saliva cuando se cerraron las puertas.

Cuando salí del ascensor en el séptimo, miré los tres pasillos que rodeaban la sala principal, tenía tres opciones para elegir o esperar aquí hasta que pase alguien que me indique dónde estaba la oficina del doctor. 

En la sala de espera había sillones muy cómodos en cuerina color blanco, me saqué el abrigo y me senté en uno de ellos, me entretuve observando el movimiento de los empleados, los pacientes y los familiares, este era un lugar cálido en temperatura pero extremadamente triste, lúgubre.

Cuando me cansé de observar a mi alrededor, puse el foco en mí, no me había cambiado así que andaba con un pantalón manchado y un suéter de punto negro con todos los hilos salidos, quizás si me cruzaba de brazos lo podía ocultar de la gente, luego me miré las uñas, todas sucias de ollín por debajo.

¡Qué vergüenza! Presentarme con estás fachas.

Me relajé, él lo había visto todo, como nadie más.

Estaba empezando a cabecear por el sueño, tres horas habían pasado y él todavía no aparecía. 

Tenía mucho sueño y hambre, miré la hora en el reloj de pared, cinco y media de la tarde.

ERES MI DESEO   (LISKOOK//LIZKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora