Cap 34

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Jungkook.

Caminé hacia mi oficina, todos mis músculos temblaban por el esfuerzo, por la derrota, por la perdida.

Se suponía que había prometido hacer lo posible pero no había sido suficiente.

Me senté en la silla de mi escritorio mirando al vacío, ni concentrarme en un punto me alejaría de la sensación de culpabilidad que tengo.

Alguien golpeó a la puerta y se asomó. 

Mi padre había salido de la habitación detrás de mí, incluso hasta mamá estuvo allí intentando persuadirme, pero ella me conoce mejor que nadie y sabe cuándo no debe molestarme, papá en cambio, se cree omnipotente entonces ignora mis miradas o súplicas.

—Papá, ahora no. Por favor.

—Hijo, lo intentaste por una hora, ya no había vuelta atrás.

—Por favor, quiero estar solo y llamar a Jisoo.

—Ok. —Me dedicó una mirada de empatía. No lo podía creer, esto si que era una primera vez—. Estoy orgulloso de ti. Nunca lo olvides. —Otra primera vez.

Tomé el teléfono y llamé a mi hermana, los tonos de llamada me sacaban de mi concentración.

—Hola hermanito, ¿cómo está todo por allá?

—Lo perdí Jisoo. Hice todo lo posible, lo perdí.

—¡Oh, Jungkook!. —su voz fue suave, temblorosa.

—Ve a buscarla, acompáñala, ella está sola y tiene que hacerle frente a todo esto.

—Lo haré. ¿Vendrás?

—No.

—Jungkook…

—No, Jisoo, no podría verla a la cara. Le prometí que no me volvería a ver y sabes que mis promesas no son solo palabras.

—Esta bien. 

—Ah, y Jisoo, nos haremos cargo de todos los gastos del funeral.

—Pensé lo mismo, te me adelantaste.

Silencio de ambas partes.

—¿Irás a Surrey?

—Es muy probable, no lo sé. Incluso hasta la cabaña está contaminada, no creo que ir allí me saqué la sensación horrible que siento en el cuerpo.

—Lo siento hermano, conociéndote se que has hecho hasta lo imposible, no te culpes.

—Gracias Jisoo.

Antes de cortar le volví a hablar.

—Jisoo, avísame cuando vengan a la clínica a buscar el cuerpo así no me la cruzó.

—Ok, ahora voy con Nam a su casa para darle la mala noticia. Adiós.

No saludé, solo apreté el botón rojo.

***

Conduje a casa en cámara lenta, casi no recuerdo la ruta que tomé para llegar aquí. Entré en la casa, dejé las llaves sobre la mesa y me tiré en el sillón. Cubrí mis ojos con un brazo. Estaba agotado.

—Amor, ¿mal día en el trabajo? —su voz suave me despertó del comienzo de un sueño.

—Si, Ji-eun. Hoy perdí a alguien. —expliqué.

—Oh, lo siento. —hizo una pausa silenciosa—. ¿Quieres hablar? —Negué—. ¿Te irás de nuevo a Surrey?

Me saqué el brazo de la cara y la observé.

Vestida de punta en blanco como siempre, con un delantal cubriendo su ropa de diseñador, seguro estaría cocinando porque aunque la cena la preparaban las empleadas ella supervisaba todo. 

No tenía ni un cabello fuera de su lugar. 

Sus manos de manicura perfecta en color pastel apretaban una rejilla de cocina, su ansiedad floreciendo a cada segundo, sus dos anillos brillaban en su mano izquierda, aquellos que le había dado hacía más de cinco años.

—Si, después que haga todo el papeleo para la familia de la persona fallecida, me iré unos días. 

—Jungkook, sé que este no es el momento de importunarte pero me gustaría consultarte si puedo ir a Bangkok a ver a mi padres. ¿Si es posible?

—Ji-eun, sabes que no me tienes que pedir permiso, eres dueña de ir y venir a tu antojo, como también sabes que no voy a oponerme si quieres quedarte a vivir allí con ellos.

—No, no. Solo serán un par de semanas, luego volveré, no quiero dejar tanto tiempo la casa sola. Se viene la temporada de la limpieza anual y sabes que me gusta chequear que el personal haga todo bien. He encontrado polvo en los lugares más visibles. —Hizo un gesto como si eso fuera el fin del mundo, quizás solo en su mundo.

Le sonreí amable.

—Esta bien Ji-eun, como tú desees.

Me volví a tapar los ojos y los cerré.

Sentí una mano fría que acariciaba mi cabello.

—Amor, si tú quieres puedo hacer algo para que te sientas mejor.

Llevó su otra mano libre a mi cremallera.

Tomé su muñeca antes que me tocará el miembro.

—No.

Ella sabía que no.

—Solo quería ayudar. —su voz quebrada.

—Y te lo agradezco, pero no. —Mi voz firme, mis ojos ocultos de su rostro.

Luego de un íntimo instante, me levanté del sillón y le sonreí otra vez, me acerqué y le besé la sien, siguiendo mi camino hacia mi cuarto.

—Me voy a duchar.

—Ok, ya casi está la cena.

—¿Qué hiciste de rico? —. Volvió a la máscara de ama de casa perfecta.

—Carne al horno con papas.

—Se oye delicioso. En un momento bajo.

Entré en mi habitación, me fui sacando la ropa a medida que iba ingresando al cuarto de baño.

Abrí la ducha y mientras el vapor empañaba los vidrios y los espejos, me acerqué a uno y me observé a mi mismo.

Las ojeras pronunciadas, las facciones desencajadas, me estaba volviendo viejo.

Me dolían todos los músculos, estuve una hora haciéndole reanimación a Jetrin Manoban para sacarlo del paro cardiopulmonar, todos incluso papá me decían que ya estaba muerto pero yo seguía insistiendo.

¿Qué más va a perder Lisa? 

Todo lo que ama, se le escapa como agua entre los dedos. Y la culpa es mía, por no saber cuándo parar o hacerlo cuando es demasiado tarde.

No quiero sentirme culpable, en el estado de Jetrin  era obvio que nunca iba a despertar, pero la esperanza es un haz de luz y yo quería que ella viviera con esa esperanza.

Entré a la ducha bajó el agua bien caliente, y con la imagen de ella y todas las veces que estuvimos juntos, cerré los ojos y apagué mis pensamientos.

El Jungkook hijo de puta era el culpable, no yo.




El Jungkook hijo de puta era el culpable, no yo

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ERES MI DESEO   (LISKOOK//LIZKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora