cap 46

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Pi pi pi pi pi pi pi pi pi pi pi pi pi.

—¿Qué es ese sonido? —me quejé.

Es una pica cerebro. ¡Déjenme dormir!

El cuerpo tibio detrás de mí se removió. 

—Alarma. Son las 7:30 am. Tenemos que levantarnos para ir a la cita con el ginecólogo. 

—Estoy de vacaciones. ¡Quiero dormir! —me quejé de nuevo.

—Vamos a la cita con el doctor y cuando vuelvas, puedes dormir todo lo que quieras. Mientras, yo busco vuelos a Inverness.

Se volvió a acostar detrás mío, su brazo cruzando por el medio de mi torso y su cuerpo envolviendome. 

Jungkook comenzó a jugar con mi cabello, lo enroscaba, lo estiraba, lo peinaba.

—Sabes que eso que haces, me excita. ¡No puedo pensar ahora en otra cosa, déjame dormir!.

—A ti te excita cualquier cosa que haga, te lo pasas cachonda. —se rió.

Me di la vuelta sobre mi misma y lo miré, su cabeza reposaba sobre la almohada, esos ojos tan hermosos mirándome. Acaricié su rostro y peiné sus ondas.

Bajé la mano por sus pectorales hasta el abdomen tonificado, era una masa de músculos. 

Dejé la palma ahí, sin bajar.

—¿Si sigo bajando también estarás duro?

Él repitió lo mismo, pasó dos dedos desde mi cuello hasta mi ombligo y los dejó ahí.

Me removí.

—¿No estás dolorida de anoche? 

—No. —se rió.

—Llegaremos tarde.

—No, si te apuras.

—Tan exigente ella. ¡Vas a matarme!. —siguió bajando esos dos dedos hasta mis humedecidos pliegues. —Estás tan lista que parece que no lo has hecho en semanas. 

—¡Bésame y cállate, Jeon! —sus besos eran mi punto débil. Bajé mi mano a su miembro.

—Ni siquiera me lavé los dientes. —se quejó. Yo tampoco si vamos al caso.

—No me importa —pasó la lengua por mis labios pidiendo permiso para entrar. 

Nos tocamos con lujuria el uno al otro mientras los besos se hacían más intensos.

Jungkook subió sobre mí.

—Envuelve tus piernas en mi cintura. —puso una de las almohadas debajo de mi espalda baja y tomó su erección llevando la punta a mi apertura—. Suave para variar. Quiero hacerte el amor.

Se enterró hasta el fondo con una larga parsimonia, entraba y salía como si estuviera encerando su pene con mis jugos.

Siguió besándome con los ojos abiertos, no perdiéndose de cuando llevaba mis ojos hacia atrás en cada fricción con mi parte interior rugosa o el roce involuntario con mi clítoris.

—¡Te amo! —confesó con su boca apoyada en la mía.

Me estaba torturando con la suavidad de sus movimientos

—Más rápido, sabes que me gusta más así. —Desde la primera vez que me dijo que me amaba, ni una sola vez le había contestado con las mismas palabras, ni le respondía.  

No es tonto, se daba cuenta que no le devolvía sus palabras románticas.

Levanté más la pelvis para que se mueva, si pudiera me pondría otra almohada.

ERES MI DESEO   (LISKOOK//LIZKOOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora