LEVITANDO

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*Eilam en portada*

Ya superamos las 3000 lecturas, millones de gracias a todos^^.

Os dejo una canción que me inspiró a escribir el capítulo.

Y me disculpo de antemano por vuestro sufrimiento, pero si os soy sincera, esto no ha hecho más que comenzar. Besitos.

Mi paz duró menos de lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio

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Mi paz duró menos de lo que dura un caramelo en la puerta de un colegio. Echa un manojo de odio, resentimiento y una enorme confusión, volví de nuevo a la ciudad con Eilam a mis espaldas. Siempre que me daba la vuelta para comprobar que él seguía tras de mí, me dedicaba una sonrisa que más que simpática, estaba cargada de promesas oscuras.

Mi pecho se comprimía cuando pensaba en Rainer; no es que nos llevásemos demasiado bien, pero había algo innegable entre nosotros, nos pesara lo que nos pesara. Por desgracia, no había forma de ponerme en contacto con él ya que, aunque tenía teléfono, no poseía algo con qué cargarlo.

Y no me sabía su maldito teléfono, así que estaba atrapada aquí irremediablemente.

Hasta el momento.

No olvidaba que era fuerte, que, aunque fuese humana, me sabía guiar entre la naturaleza como si fuera parte de ella. Tan sólo tenía que buscar el momento idóneo para poder escapar y correr lo máximo que fuese capaz. Sí, necesitaba trazar un plan.

Durante el rato que estuve sola con mis pensamientos llegué a la conclusión de que no me creería una maldita palabra que viniera de cualquier aliado de Eilam. Si él era capaz de tomar la forma de mi hermano, ¿Qué no sería capaz? ¿y si el resto de habitantes tenía ese tipo de habilidad y deseaban retenerme por alguna razón especial?

Aquí no iba a encontrar verdaderas respuestas; las tendría que buscar yo misma. Con energías renovadas, pensé que lo mejor sería escapar en la noche cuando nadie estuviera vigilando. Y para ello, tenía que conocerme la ciudad y sus gentes como la palma de mi mano.

Sin girarme, le pregunté a Eliam:

― ¿Cómo se llama tu ciudad? No hay indicaciones que la nombren, de hecho, ni siquiera hay indicaciones desde dónde dejaste el coche.

En un instante, él se puso a mi lado para caminar a la par. No lograba acostumbrarme a esa habilidad, aunque según él, yo sufriría una transformación en breve en la que quizás sabría hacer lo mismo o incluso, más cosas. Sería en ese momento en el que quizás tendría una mínima posibilidad de alejarme de Eilam y protegerme de cualquiera que deseara hacerme daño.

Porque, hasta ahora, no sabía a quién demonios creer. Comenzaba a desconfiar de todo el mundo, lo que hacía que me cerrara cada vez más. Me estaba marchitando, pudriéndome en un lugar de postal al que cualquiera que pusiera los pies aquí desearía abandonar jamás. Y quizás eso era lo que más me escamaba de todo; lo idílico que parecía todo, desde sus gentes a su modo de vida. La voz profunda de Eilam resonó a nuestro alrededor.

Kupari Lanka y los hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora