GALERÍA DE ESCENAS

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Holis encantos, os dejo un regalito que espero que os guste por la espera de la actualización. Si os gusta, iré subiendo más escenas por aquí, se os quiere^^

 Si os gusta, iré subiendo más escenas por aquí, se os quiere^^

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Capítulo: Luz de luna

―No me hagas perder el tiempo, no tengo ganas de pasar el resto de la noche con alguien como tú. Andando―dijo haciendo un gesto con la cabeza. Yo aún seguía en shock por la velocidad a la que él había llegado hasta mí.

― ¿Cómo...? ―susurré y boqueé intentando calmar mi corazón. Joder, tenía miedo; lo que tenía delante de mí, aunque de apariencia normal, no era un simple humano. Si lo deseaba, podría ser su pelotita o un frisbee.

O su puta cena.


Capítulo: La agonía del príncipe

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Capítulo: La agonía del príncipe

Rebusqué entre mis calzoncillos mientras me secaba el sudor. Apenas me había servido la ducha porque de nuevo comenzaba a encontrarme como ayer. Con la otra mano, sujetaba a malas penas la toalla, que, a veces, se deslizaba más de la cuenta.

Por lo menos todos parecían encontrarse en el piso de abajo o entretenidos en sus habitaciones, así que nadie me vería el culo. Aunque ya se sabe lo que se dice: no desees demasiado fuerte las cosas, porque pueden volverse en tu contra.

Un portazo me hizo girar violentamente con el pulso disparado. A mis espaldas, ella estaba apoyada contra la pared, y yo observaba algo que me había provocado tres mil infartos en una décima de segundo. Si antes estaba caliente, ahora era una olla a presión.

 Si antes estaba caliente, ahora era una olla a presión

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Capítulo: El poder de un hálito de vida

―Estoy tan harta de todo―susurré intentando mantener los ojos abiertos. Me llevé las manos al moño gigante cuyas horquillas comenzaban a convertirse en pequeños carámbanos. Una idea incoherente se iluminó en la mente: deseaba deshacer todo eso y sentir mi cabello suelto por fin. Quería esa libertad, ese privilegio antes de morir allí encerrada: era mi válvula de escape para esperar pacíficamente mi horroroso final.Alcé la mano, tanteando la enorme pinza que sujetaba todas las trenzas apiñadas, y la abrí. Como una avalancha, mis trenzas cayeron pesadamente, golpeando el suelo. Todos los detalles, cascabeles y pequeñas campanitas, emitieron una pequeña melodía que dio alas a mi corazón: era la señal de mi libertad, de que las plumas de mis alas se encontraban extendidas. Sonreí como nunca lo había hecho, tocando todas ellas como si me hubieran otorgado el mayor de los tesoros. No me quedaban fuerzas para deshacerlas, pero al menos, la cabeza me pesaba mucho menos. 

Kupari Lanka y los hilos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora