Las cosas se habían puesto demasiado feas como para hacer el papel que se me había encomendado. Debía de mantener el contacto con Eilam, pero era demasiado arriesgado seguir metiendo las narices ahora que la matriarca había comenzado a despertar. No pude apenas decirle a ninguno de ellos que Selenia había comenzado a estabilizarse y que aquello que la había mantenido dormida, ya no le hacía efecto.
Y todo porque destrocé el teléfono, maldita sea. Se me cayó de las manos y lo hice añicos contra el suelo. Había mandado a hacer puñetas años de intentos de devolver la memoria a los nuestros; sólo me quedaba esfumarme del territorio y ponerme en marcha hacia Goldenclove, pero dada la situación, muchos me requerían allí ya que deseaban agasajar a la gran matriarca para que despertara de una vez. Ante la ausencia de la heredera, es decir, mi hermana, todo recaía sobre mis hombros, por lo que debía servir a alguien que le tenía un profundo rencor con una sonrisa que me era muy difícil de fingir. Alguien me dio una palmada en el hombro: era Lauren.
―Querido Tidus, ¿algo te aflige?
―Quizás deberías estar más ocupada intentando preñarte que interesándote por mi estado―le respondí más mordaz que de costumbre. Nunca había tragado a la amiga de Portia, al menos, a una de ellas. Lauren siempre andaba tras los pasos de mi hermana indicándole cómo comportarse para que su futuro esposo se encontrase lo suficientemente agasajado y contento. Joder, era un maldito culto al pito.
Aquello, lejos de enfadarle, la hizo sonreír quitándole hierro al asunto. Como si yo fuera un niño pequeño, me atusó el pelo.
―Se nota que tus hormonas están en ebullición, jovencito. Pronto, la diosa luna hablará y serás emparejado al igual que tu hermana. Por cierto, ¿sabes algo de ella? Le escribí varias cartas, pero no he tenido respuesta alguna.
―Quizás si vivieras en el siglo actual, podrías utilizar algo que se conoce como teléfono móvil.
―Oh sí, ¿ese chisme que destrozaste contra el suelo? ―me preguntó con cinismo. Aquella maldita arpía tenía algo oscuro, algo que no lograba ver con claridad. Quizás la razón se debía a que me parecía un ser antipático, pero había momentos en el que la goma de su máscara de amabilidad comenzaba a ceder, viéndose la segunda piel del espectro nada benevolente que se escondía entre los recovecos de su pútrida alma. Decidí que ya había tenido suficiente de esa guerra oculta que manteníamos entre ambos, por lo que me di la vuelta dispuesto a volver a mi habitación, pero Lauren tenía otros planes. Su voz ahora tenía una dosis más alta de veneno.
―Quizás te encuentres cansado, pero debes ayudarnos con la gran matriarca―dijo con los brazos cruzados. No comprendía las razones, pero se mostraba de forma humana en vez de librarse de su glamour, que tanto esfuerzo costaba a todos los elfos oscuros mantener. Antes de contestarle, alguien vino corriendo hasta nosotros.
― ¡Hola holita chicos! ¿algún problema Lau?―preguntó Anastasia. Su cabeza ladeada y su gesto preocupado, le daba aspecto adorable, pero, sobre todo, era un alivio entre la tormenta que se llevaba librando en esta tierra desde hace mucho, demasiado tiempo. Deseaba de una vez por todas sentarme con mi hermana y simplemente hablar...contar todo el plan que lleva en marcha desde que éramos demasiado niños como para siquiera pensar en temas de adultos. Quisiera defender a mamá, a justificar todo lo que ella había hecho por nosotros para que hubiera un perdón entre ambas. Quizás Anastasia no se daba cuenta, pero me daba las energías necesarias como para seguir fingiendo el supuesto amor que tenía por mi abuela y la amnesia que me hacía olvidar la voluntad de querer manejar los hilos de todos los descendientes de la diosa Selenia.
Anastasia no se había transformado al igual que yo, no tenía poderes, pero falta realmente no les hacía falta. Poseía un carisma que podría rivalizar con el de la gran matriarca, de hecho, podría serlo perfectamente si lo deseara. Pero claro, ese puesto lo tenía adjudicado mi hermana incluso desde que revoloteaba en la barriga de mi madre.
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Kupari Lanka y los hilos del destino
FantasyADVERTENCIA: Este libro puede contener escenas sexuales altamente explícitas además de escenas de gran crueldad. No recomendable para menores de 18 años o personas impresionables. Como medida de no desaparecer, cada año, algunas de nosotras, queram...