Hola hermosos, ante todo me disculpo por no haber subido los dos capítulos del domingo.Llevo muy enferma desde el jueves y, para colmo de males, estoy con exámenes. Al final el domingo no di más de mí.
Aquí os dejo un regalito; una curiosidad del libro.
Canción que me inspiró en escribir este libro, espero os guste (la puse con subtítulos^^)
Hubo un tiempo en el que ella recordaba, en el que sus ojos me miraban de una forma distinta a la que me miraban ahora. La curiosidad en aquella niña de cabello tejido de cobre y de dos estrellas por ojos, había pasado a algo que ni en mis peores pesadillas imaginaría que ocurriera.
Fruto del azar, del destino, de la más hermosa casualidad, allí te vi oliendo las flores. Me escapé de mi entrenamiento porque no quería ser el que tomara el mando de mi pueblo, sino ser un médico que ayudara a los demás. A escondidas de mi padre, siempre recurría a muchos libros de ciencias donde aprendí incluso a suturarme yo mismo ya que, cuando peleaba, era normal herirme por la bestialidad innata de los dracontes.
Y doy gracias a todos los dioses benevolentes que viven encima de nuestras cabezas que pude encontrarte ese día. En aquel entonces, tus conocimientos sobre plantas no eran demasiado buenos, no tanto como ahora, preciosa. Eras pequeña y bastante tenías con las órdenes de tu abuela. Preciosa, jugabas con acónito, lo tocabas porque te parecía precioso, lo que no sabías es que era muy venenoso.
Pude llegar a ti antes de que probaras la planta, aunque no te salvaste de una buena urticaria. Llorabas muchísimo, pero te prometí que te curaría.
― ¿Prometes que no me dolerá? ¿que no dejará marca? Si mi abuela se entera, me va a reñir―dijo hipando sin cesar de llorar. La tomé de una de las mejillas, sonriéndole con ternura.
―Si no lo consigo, que me salgan cuernos en el culo.
Mi broma la hizo reír tanto que se le olvidó el dolor. Mientras que le vendaba la herida, no cesaba en mirarla, en ver como el sol danzaba por su cabello y sus pecas. Yo no era más que un niño, pero era capaz de admirarla con devoción como si hubiera quedado hechizado.
Te pusiste de pie, te sacudiste la tierra que quedó en tu vestido y miraste el camino que quedaba tras de ti. Supe por tus ojos tristes que debías de marcharte y yo enfrentarme a la ira de mi padre. Una idea se te iluminó en el corazón, pude sentir revolotear a tu aura cerca de la mía.
―Si no eres de muy lejos, podríamos vernos mañana. Yo siempre suelo estar por aquí recogiendo flores y plantas para mi abuela. Dice que así las clases son mejores y aprenderé más rápido.
Sabía que no era una buena idea, que aquello me costaría mucho más que un simple castigo. Pero merecía la pena, cada maldito instante con ella, merecía cualquiera de mis marcas que ahora cargo y de las que me siento orgulloso.
Crucé los brazos, fingiendo que no me parecía bien su propuesta. Para cuando ella se dio la vuelta resignada, la tomé de la mano para decirle.
―Tengo que estar, ¿quién si no podría ayudarte si eliges torpemente una planta venenosa? Deberías de agradecerme.
Ella sonrió ampliamente, haciendo una reverencia con su cesta de mimbre entre sus manos. Era tan adorable que se me encogía el corazón.
―Te traeré galletas de mi mamá; son las mejores, lo prometo. Es la mejor pastelera del mundo mundial.
Te despediste de nuevo, danzando entre los árboles que parecían felices de oler tu aroma, de nutrirse de tu energía. Yo me quedé parado observándote a lo lejos, con el pulso desbocado y una necesidad de volar tras de ti para ver si llegabas bien a casa.
Aquel fue el primer día de muchos, para mi inmensa fortuna. Pero todo lo bueno siempre se acaba tarde o temprano.
Uno de esos días no volviste, no supe más de ti. Esos días maravillosos en los que aprendíamos tanto el uno del otro, quedaron como recuerdos lejanos. Incluso me hice amigo de tu hermano, mi valioso camarada a día de hoy.
Nada me preparó para el dolor de perderte, de que fueras arrebatada de mis manos, de las manos de los tuyos. Tu abuela se enteró del secreto de tu madre, de que tú y Tidus erais fruto de otro hombre, de uno que no tenía vínculo con tu madre. Tu abuela puso el grito en el cielo e ideó una macabra forma de hacernos pagar a todos.
No iba a renunciar a ti, a la que continuaría con la sombra de la represión en años venideros. Su poder había crecido a tal punto que el pueblo entero la temía, aunque nadie se lo demostraba directamente. En las sombras de su soledad, maquinó un plan infalible; un nuevo lugar protegido con magia donde sólo entrarían aquellos que ella marcara. Ningún otro ser, fuera humano o animal, podría irrumpir en esa nueva comunidad.
Aquello sólo fue el comienzo; desterró a tu padre y tu madre, quedándose contigo y tu hermano. Tu madre luchó hasta que la muerte estaba rozando sus dedos, de hecho, hubiera muerto si no hubiera aparecido. Pero tu abuela...ella fue la causante de todo el terror.
Desde ese día, ha intentado con uñas y dientes llegar hasta donde estás tú, pasando muchos, muchísimos años en los que no lograba si quiera saber de alguno de vosotros. Desde el día en el que la ayudé, me convertí en un aliado tanto de ellos como del pueblo que Selenia desterró porque consideraba que eran "poco útiles". Desde ancianos a parejas viudas pasando por algunos que tenían algún tipo de enfermedad, y no solo ellos sino cualquiera que demostrara un poco más de sensibilidad ante el mundo.
Te quedaste con ella sin saber nada y yo muriéndome cada día imaginando cómo serías, ¿habías cambiado? ¿serías como ella? ¿albergarías algo de esa luz que vi año tras año?
Y durante ese tiempo, pedí a mi padre que me entrenara, que fuera proporcional al castigo de haber pasado años escaqueándome de mis obligaciones. Recuerdo con claridad su rostro de orgullo, de macho que observa como su hijo será digno de lo que él dejará.
Lo que nunca supieron fue la razón de mi cambio de opinión. Pero no me importaba, tan sólo quería traerla de vuelta. Mi mayor terror fue cuando encontré a Tidus en el bosque y él no logró reconocerme. Fingí que no le conocía tampoco y volví a hacerme amigo suyo para atraerlo a Goldenclove y que así Sunna pudiera verlo.
Tampoco olvidaré su cara, la de ambos, cuando le abrazaron y lo dejaron enmudecido al no saber qué demonios estaba pasando. Investigando, nos dimos cuenta que una de las cosas que hizo Selenia fue mantener la memoria de cada miembro de la Comunidad, bajo un hechizo que no les hiciera recordar nada.
Con Tidus de vuelta, comenzamos a maquinar cómo podríamos sacarla de las garras de Selenia. Queríamos que fuera libre, que alzara el vuelo como la preciosa mariposa que era.
Quería ver otra vez a esa niña en el cuerpo de esa bella mujer
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Kupari Lanka y los hilos del destino
FantasyADVERTENCIA: Este libro puede contener escenas sexuales altamente explícitas además de escenas de gran crueldad. No recomendable para menores de 18 años o personas impresionables. Como medida de no desaparecer, cada año, algunas de nosotras, queram...