Maldito Amor - The Hoffmans #3

15. Marcus

Dejo caer el plato frente a Harold, irritado, su nuevo hobbie es perder el tiempo en el club solo para hacerme ir y venir como un idiota con pedidos ridiculos ¿lo peor? Que no es ni de lejos el más molesto de los clientes.

La gente rica es caprichosa.

-  Alguien está de mal humor hoy - se queja mi hermano mirandome con diversión

- Te odio - me quejo,  antes de sacar mi libreta y mirar a Natasha, que finalmente sonríe mientras toma la mano de papá,  y a juzgar por la sonirsa satisfecha del hombre, y el hecho de que habian decidido venir todos al club, estaba demasiado cansado.

Mi plan habia funcionado, y es lindo verlos juntos y todo eso, pero juro que si siguen haciendose ojitos frente a mi, los golpearé con mi bandeja, carraspeo mientras que mamá enrojece por algo que acaba de decirle papá.

Asqueroso.

- ¿Podrian no avergonzarme en el trabajo? - pregunto cruzandome de brazos, la mesa de la izquierda llama por mi, por lo que hago un gesto para que esperen un segundo

- Sirve un coctel sin alcohol para tu madre - responde papá,  carraspeando antes de mirarme - Y lo usual para mi, pediremos el almuerzo en una hora.

Gruñendo, porque eso significa que estaran aquí toda la tarde, anoto su pedido y voy hasta la siguiente mesa.

- Buenvenidos a Moteggia - digo con mi mejor sonrisa, es una meda grande, llena de chicos de la escuela y el club de polo genial, ya alguien mateme - Mi nombre es Marcus y seré su mesero ¿Puedo hacer algo por ustedes?

Una risita recorre al grupo, tres chicas a la izquierda hablan entre ellas, mirandome y luego susurrando, más risitas, y una mira irritada de parte de uno de los chicos que probablemente es novio de la rubia. Genial.

Estoy algo acostumbrado a las reacciones de laa chicas, si bien no a sus atenciones, hace dos años era mas bien rarito, demasiado desgarbado e introvertido para siquiera registrar cuando una sonrisa estaba dirigida en mi dirección, pero al parecer le gusto a las chicas, no que me queje completamente,  especialmente cuando son chicas lindas, pero desde que empecé a trabajar en el club es casi como si todas las hijas de los miembros estuvieran rondando la cafetería.

La mayoria de ellas solo jugaban con la idea de que soy mesero claro, he mantenido mi apellido y mi relación con mi familia en privado, o relativamente discreta, te sorprenderia saber las cosas que las personas ricas les dicen a sus empleados considerando que no son demasiado importantes o que no merecen su atención.  Las chicas especialmente parecen disfrutar de hacerme la vida imposible, no considerandome "a su altura" lo que es ridiculo, porque mis padres son dueños de una de las empresas más productivas del mundo, simplemente somos una familia discreta, y nunca soy material de prensa, para eso está  Harold.

Tomo el pedido de la mesa, asegurandome de tomarla bien, porque los chicos ricos de papá  (sí,  soy uno tambien pero no soy un cretino) estan siendo unos idiotas, y sé que me traeran problemas, si las chicas coquetean conmigo solo para menospreciarme, los chicos suelen ir directamente a la humillación y bromas ridículas.  La semana pasada uno de ellos me hizo zancadilla mientras estaba llevando un par de platos al decano de Yale. Harold habia pagado por los platos y los pedidos habian salido de mi salario, la unica razón por la que no habia golpeado al idiota con la bandeja (de verdad, muero por golpear a alguien con mi bandeja) Era porque papá me habia conseguido este trabajo y habia demasiadas personas que lo conocian o me conocían alrededor.

Estos imbeciles sin embargo, los he visto en la escuela, pero son demasiado egocentricos como para pensar mas alla de sus propias narices.

- Oye, mesero - se queja uno de ellos cuando estoy por retirarme, miro en su dirección,  es un chico alto y rubio, vestido con un polo azul cielo y sonrisa de idiota, me mira con superioridad evidentemente conteniendo una risita - Olvidaste recoger algo - apunta,  antes de dejar caer un vaso lleno de hielo sobre la mesa.