35. Frank

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Tiro de Natasha hacia el jardín mientras los demás están atentos a las bailarinas, los Hoffman se han emborrachado, y la familia entera canta y disfruta del banquete.

La noche ha caído y la sorpresa que preparé para ella debe estar lista, la boda fue hace exactamente cuatro horas y no he dajado de sonreir desde entonces, Natasha luce jodidamente preciosa con su vestido, los tatuajes de henna en su piel, resaltando ligeramente su palidez, sus mejillas están ligeramente enrojecidas a causa de todo el ajetreo y el baile, dandole un aspecto refrescante y feliz.

- ¿A donde vamos? - pregunta en un susurro mientras nos escabullimos por uno de los pequeños pasillos que descubrí en mi tiempo en el palacio.

- Cierra los ojos - pido, tirando se ella y depositando un beso en sus labios, ella rie lígeramente antes de asentir y cerrar sus ojos - Con cuidado, hay dos escalones....eso...otro...espera un segundo - la guio todo el camino hasta la pequeña puerta del jardín - Abrelos.

Sus ojos se abren y su expresión entera se suaviza, las lamparas ornamentadas cuelgan de forma delicada sobre nosotros, iluminando su rostro con la suave luz, el jardín interior es un pequeño espacio escondido, solía traer a Harold aqui cuando era un bebé, lo habia mandado a construir para él originalmente, solo tenian acceso él y los criados que lo mantenían y yo, con el tiempo se habia convertido en su lugar para meditar, las paredes exteriores son elevadas por lo que es completamente privado, un agujero permite ver el cielo estrellado.

En el centro, he pedido un par de mantas suaves y almohadones, junto con una canasta para un pequeño picnic a la luz de la luna.

Natasha sonrie en mi dirección y rodea mi cuello con sus brazos.

- ¿Como es que consigues organizar todas estas sorpresas? - pregunta, acariciando mi pecho con su mano de esa forma que jodidamente me encanta, me inclino sobre ella, besandola con cariño.

- Tener dinero sirve de algo - murmuro divertido - Y adoro ver tu expresión, haré lo que sea para hacerte feliz, juro por todo lo sagrado en mi vida que nunca te volveré a hacer llorar - aseguro, tomando su rostro entre mis manos y besandola suavemente, adorando la forma suave en que suspira contra mi.

Tiro de ella hasta la zona de nuestro picnic, deshaciendome de mis zapatos y arrodillandome frente a ella, levantando su vestido, retiro sus tacones lentamente, acariciando sus pantorrillas y besandola ligeramente, una vez que estamos descalsos, nos recostamos sobre los almohadones, observando el cielo estrellado.

- ¿Quieres vino? - pregunto, acariciando su rostro, intentando contener una sonrisa al ver su expresión ansiosa, estoy tomando las cosas lentamente de forma deliberada, acariciandola en sus puntos sensibles, deslizo mi dedo desde su barbilla por su cuello hasta la curvatura de su pecho, encantado con la forma en que su respiración se interrumpe ligeramente.

Ella asiente, sin ser capaz de responder, por lo que me incorporo ligeramente para abrir la copa de vino, sirvo dos copas y le entrego la suya, el rubor se ha extendido lígeramente sobre su pecho, y es malditamente excitante, toma un trago y me da una mirada casi tímida, como si no luciera exactamente como una jodida diosa.

- Eres hermosa - susurro en su dirección, tomando uno de los dulces que traje para la ocasión, y acercándolo a sus labios, muerde susvemente la suave pasta de chocolate y crema, sus labios rozando mis dedos de forma preciosa, tomo el resto de la trufa en mi boca antes de regresar mi atención a ella, tomo sus labios entre los míos de nuevo, saboreando el vino y el chocolate en ellos, la beso lentamente, incluso si quiero deborarla y tomar el control aqui y ahora, estoy disfrutando un poco de sus reacciones.

- Frank - susurra, sin aliento, con un suspiro que va directo a mi ya dolorida entrepierna, gruñendo ligeramente, muerdo su labio inferior, queriendo mandar al diablo la copa de vino.

Maldito Amor - The Hoffmans #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora