40. Natasha

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- Perritoooo -  gritan Matt y Max en cuanto los chicos entran por la puerta, cargando cuatro cachorros en sus brazos,  miro a Frank con sorpresa, pero él se encoge de hombros, rodeandome con su brazo y besando mi coronilla

- Creí que no querías más perros después de lo de Pompom - susurro en su dirección mientras los chicos  se centran en los cachorros, buscando toallas  y una canasta.

- No podía simplemente dejar a cuatro cachorros en medio del bosque - se queja, tomándo una respiración porfunda y mirándo a sus hijos con expresión triste, acaricio su mandíbula

- ¿Todo bien con los chicos? - pregunto - Luces triste.

- Mis niños crecieron, es... - toma una respiración porfunda, sus ojos humedeciendose lígeramente - Es duro, ya no me necesitan.

Lo obligo a mirarme, poniendome de puntillas para besarlo en la mejilla

- Yo te necesito - le recuerdo, antes de sonreír - Y aún tienes cinco pelirrojos que definitvamente van a necesitarte - señalo a Max y Matt - Ellos te van a necesitar más que nunca pronto, lo sabes.

- Papi, papi -  llama Matt, corriendo hacia Frank y aferrándose a su pierna, mirándolo con adoración,  extendiendo sus brazos para ser cargado, lo que evidentemente Frank hace con gusto - ¿Me puedo quedar un perrito?

- Ya veremos - murmura Frank divertido - ¿Por qué tienes chocolate en la mejilla? - pregunta, ya avanzando hasta la cocina

- Mami y Max y yo hicimos Brownies - informa con orgullo - Yo mezclé  todo, todo.

- Mmm, debe ser por eso que huele delicioso  - asegura, acercandose a la bandeja, pongo los ojos en blanco, claro que el chocolate lo distraería por un buen rato, asi que me dirijo hacia los niños, observando a los cachorros, que ahora estan envueltos en una manta sospechosamente similar a la de Matt, y Marcus ha puesto a calentar un poco de agua para limpiarlos. Son cuatro cachorros de pelaje oscuro, sus ojos a duras penas están abiertos y su llanto es casi desgarrador.

- ¿Como los encontraron? - pregunto tomando a uno en mis manos, tenía aspecto algo similar a un pastor alemán,  pero su pelaje era más oscuro y sus pequeñas patas definitivamente eran más grandes.

- En el bosque, la madre fue atacada por un oso - explica Frank llegando a nuestro lado, robando la mitad inferior del brownie que Matt mordisqueaba con sus dientes delanteros, a diferencia de su padre, realmente no era un gran fanático del chocolate.

- ¿Son huerfanos? - pregunta Max sonando completamente abatida ante la idea.

Frank asiente, dejando a Matt sentado en el suelo y poniendose de cunclillas frente a Max

- Sí,  preciosa, son huerfanos, por eso nos vamos a hacer cargo de ellos - explica con voz dulce - Porque no tienen a nadie más.

- ¿Ahora somos su familia? - pregunta ella, Frank asiente y sonríe con dulzura, es una sonrisa especial reservada solo para Max, y mi corazón entero se derrite al ver la forma en que amaba e interactuaba con su hija.

- Si, ahora somos su familia - asegura, Max sonríe contenta y ayuda a sus hermanos a alimentar y cuidar a los cachorros.

Matt siendo el pequeño niño que es, pierde el interés en los cachorros bastante rápido, por lo que cuando me ve sentada en el regazo de Frank, junto a la chimenea, mientras los observamos jugar, corre hacia nosotros.

- ¿Puedo jugar afuera? - pregunta, escalando las piernas de su padre con brusquedad,  Frank maldice ligeramente cuando el pequeño usa su rodilla para impulsarse, apoyandola justo en la entrepierna de su padre, antes de acurrucarse entre Frank y yo, luciendo satisfecho consigo mismo.

Maldito Amor - The Hoffmans #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora