28. Frank

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Miro a Natasha dormir por más tiempo del que debería,  que es prácticamente toda la noche, pero incluso si no consigo descansar demasiado, no puedo apartar mi mirada de ella, de la forma en que sus pestañas oscuras se curvan sobre sus mejillas, sus pomulos cubiertos de pecas un par de tonos más oscuras que su cabello, el tono dorado que ha adquirido su piel desde que llegamos a Italia, la curva tentadora de su trasero desnudo, sus manos suaves ligeramente arqueadas sobre mi pecho.

Extraño su cabello largo, la forma en que sus rizos parecian no tener fin y enmarcaban su cuerpo de manera preciosa, definitivamente extraño jugar con las puntas que caian sobre mi pecho, pero aun asi acaricio los nuevos y delicados que caen ahora sobre su rostro, apartandolos ligeramente y retorciendolos entre mis dedos, su corte habia tenido tanto significado para Max que mi corazón se apretaba al pensar en lo mucho que Natasha habia demostrado amar a mis hijos.

¿Como podría no amarla? Es simplemente perfecta.

Y es toda mía.

Tomo su mano entre la mía,  acariciandola con cuidado, admirando la forma de el anillo se ve precioso en sus dedos largos y delicados.

Son cerca de las siete de la mañana, por lo que estoy considerando mis opciones, traerle el desayuno a la cama o quedarme con ella y verla desperezarse de esa forma que me encanta.

No puedo esperar a presenciar eso por el resto de mi vida.

Casi como si leyera mis pensamientos, decide por mi, gimiendo en sueños y murmurando antes de estirarse.

- Buenos días, hermosa - susurro para ella, besando su mandíbula, porque sé que no me dejará besar su boca hasta que estré completamente limpia.

Ella grume y se encoge contra mí,  escondiendo su rostro en mi cuello.

- ¿Ya es de día? - se queja, riendo ante su voz ligeramente ronca, acaricio su espalda desnuda, haciendo que su piel se ponga de gallina - Mmmm, muero de hambre.

- ¿Quieres desayunar en el patio? Hay una linda vista - pregunto, antes de añadir - Topless así yo tambien tengo una vista agradable.

Ella se rie entre dientes antes mordee mi cuello suavemente.

- mmmm ¿Y que consigo a cambio? - pregunta, deslizando una mano sobre mi abdomen, trazando una de mis cicaticres, es sorprensente como solo una caricia consigue desmoronarme por completo

- Lo que tu corazón pida - aseguro, tomando su mano antes de que viaje al sur y beso sus nudillos - es mi deber conseguirlo.

Ella se incorpora dandome una sonrisa brillante

- Realmente eres dulce ¿lo sabías? - pregunta - Te amo.

- Y yo te amo a ti, sol - aseguro - Ahora ve a lavar ese lindo trasero mientras yo preparo algo de comer, te espero en el patio - anuncio, besando la punta de su nariz antes de incorporarme y salir de la cama, me dirijo hacia la cocina y me dispongo a preparar el desayuno.

Estar en esta casa me trae algunos recuerdos, el pasillo que Viktor adoraba recorrer luego de la ducha, los jardines donde la abuela pasaba sus tardes encargandose de las peonias y los rosales, en la cocina, preparo huevos a la diabla movido por el recuerdo de Viktor rogando por ellos cada mañana antes de ir a la escuela.

Estoy cortando el pan recien horneado que habian dejado los empleados en el meson de la cocina cuando siento las manos de Natasha deslizarse por mi cintura, hurgando dentro de mi camisa para acarciar mi abdomen.

- Creo que podria acostumbrarme a esto - murmura ella suspirando en apoyandose en mi espalda - No sabes cuanto mecesitaba esto.

- Te diría que me dejes mantenerte como la reina que eres, y tenerte siempre mimada, pero sé que te negarías - me mofo, girandome para besarla suavemente.

Maldito Amor - The Hoffmans #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora