22. Frank

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Estar en italia trae demasiados recuerdos de una época agridulce de mi vida, defintivamente nostalgica teniendo en cuenta que estoy viendo a mi hijo mayor a punto de casarse, finalmente dar el gran paso al altar.

Viktor y yo nos dsitanciamos un poco luego de que lo envié a trabajar en L.A y que inició su trabajo con los Black, mi hijo siempre fue un hombre independiente y se aseguró de formar su carrera con paso firme, completamente listo para salir de casa en cuanto tuvo edad suficiente, no es que yo lo hubiera impedido en todo caso, el nunca fue un fanático de mis ex esposas, por lo que realmente nunca estaba alrededor, pero aún así manteniamos el contacto, sé por Natasha que realmente nunca me había mencionado o enseñado demasiado, intentando mantener un bajo perfil y ganarse las cosas por merito propio. 

Nunca fue un niño de papá, eso está claro.

Pero eso no hace que me sienta menos orgulloso de él al verlo ajustarse la corbata frente al espejo, entre más pasan los años, más me consta el hecho de que el chico se parece más a su madre que a mi, probablemente Marcus se el único realmente identico a mi (lo que explicaría por qué siempre está metiendose en problemas) pero ahora, sonriendo mientras Alex lo sacude ante la emoción del paso que está por dar, mi hijo me recuerda a mí más que nunca, su cabello recortado y peinado hacia atrás, incluso sus ojos azules que es probablemente lo único bueno que heredó realmente de su viejo.

Sin embargo, no puedo evitar pensar en él cuando era un niño, completamente flacucho y siempre escondiendose entre mis piernas, aferrado a mi pantalón, sentado junto a mi en las largas horas de estudio cuando estaba en al universidad, es probablemente uno de mis recuerdos favoritos, yo tenía deicinueve, él tenía cuatro años y aún estaba esa etapa que la que me miraba con adoración, porque era su heroe,  solo eramos él y yo.

Mientras yo estudiaba en mi escritorio en la casa de mi abuela, Viktor tomaba sus mantas y escalaba en la silla que había puesto especificamente para él, era las tres de la mañana y apenas y mantenía los ojos abiertos, pero aún así luchaba contra el sueño y se sentaba a mi lado, observandome trabajar, yo acariciaba su cabello oscuro hasta que el sueño finalmente lo vencía. Pero no lo llevaba a su su cama de inmediato, no, si lo hacía, él despertaría, por lo que simplemente  me recostaba junto a él en el suelo, cubriendolo de mantas mientras su cabeza reposaba en mi regazo y yo hacía lo mejor por concentrarme en esa posición.

Ahora ese mismo niño estaba a punto de tener una familia, mierda,  yo estoy  a punto de ser abuelo.

- ¿Qué tal me veo? - pregunta, girandose hacia mí y sonriendo

- Como un hombre feliz - aseguro, poniendo mi mano en su hombro - ¿Tienes la cadena?

Él asiente, palmeando lígeramente su bolsillo y tomando una repsiración profunda

- Estoy nervioso - admite finalmente, luciendo algo estresado finalmente, Alex, que sigue sin ser precisamente de mis personas favoritas en el mundo le sonríe

- Yo también lo estaría luego de esa terrible serenata - asegura - Lyz probablemente se esté arrepintiendo ahora mismo - bromea, Viktor gruñe pero se sonroja lígeramente

Viktor no es el mejor cantante del mundo, parte de la tradición es dedicar una serenata a tu amada la noche antes de la boda, con tus amigos como compañía, por lo que Alex y otros dos de sus amigos  habían acompañado a Viktor en su travesía, tengo que admitir que me había unido con la esperanza de ver a Natasha,  y lo había conseguido, por una milesima de segundo, ella no me había visto a mi sin embargo, es el momento de mi hijo así que me había mantenido al margen, observandolos.

Había sido interesante.

- Hey, ¿me dejan un minuto a solas con papá? - pregunta mi hijo a sus amigos, Alex y el otro hombre, asienten antes de retirarse, miro a Viktor con curiosidad

Maldito Amor - The Hoffmans #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora