Capítulo 21 👯‍♀️

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—¡Joder, joder, joder! —chillo como loca, despertando de golpe

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—¡Joder, joder, joder! —chillo como loca, despertando de golpe. El brazo que rodea mi cintura se aferra más a mi cuerpo. Maldigo, cogiendolo—. Despierta, Mason —ordeno, girándome dentro de su abrazo porque cuando he intentado levantarlo, me ha presionado tanto que hasta me ha faltado la respiración. Abre un solo ojo, regalándome una mirada azulada adormecida.

—Más te vale que tu desespero por despertar tenga algo que ver con montarte sobre mí y cabalgarme hasta correrte, empapándome por completo, bombón —decreta, pero no son sus palabras las que me ponen los pezones como rocas, o bueno, no solo eso, es su voz, maldita sea, su voz con ese nivel de ronquera debería ser ilegal.

¿Cómo es que podría correrme con solo escucharlo hablarme así?

Y claro, si lo que dice son vulgaridades, más rápido me correría.

—Clases —es todo lo que puedo decir. Cierra el ojo que tenía abierto y suspira para abrir los dos y soltarme del todo, girando hasta quedar acostado sobre su espalda.

—Bien, andando —dice y se levanta. Me quedo ahí, como estúpida, viéndolo entrar en el baño, pensando qué diablos he hecho mal como para no ganarme un beso de buenos días.

No es que sea una sentimental, que sí soy, pero vamos, es un beso de Mason. Claro que los quiero a toda hora.

Suspiro y me levanto también, apreciando la camisa suya que llevo por pijama. Como he amanecido modo drama por no haber sido besada, en vez de entrar al baño, salgo directo a la sala luego de coger mi ropa. Me estoy quitando su camisa cuando sus manos toman la tela y la terminan de sacar por mi cabeza para luego pegarme a él. Exactamente a su excitación que acomoda en la cima de mis nalgas.

—¿Es muy necesario que vayamos hoy? —pregunta todavía con la voz ronca, arrastrando su nariz por mi cuello, atormentando mi sistema.

Echo cabeza para ver qué clases importantes tengo hoy y cuando la parte cuerda que me queda sin ser invadida por sus caricias y besos que reparte, sumadas a la forma en la que me restriega contra él, se activa, recuerdo algo muy importante y me giro entre sus brazos.

—Examen —suelto. Arrugamos el rostro al mismo tiempo. Odio decir las cosas a medias, odio que me deje así de tonta, joder—. Hoy tenemos examen —explico. Suspira.

—¿Quién carajos pone examen un lunes? —pregunta. Río bajito, guiñándome a su cuello. Sus manos enseguida arropan mis nalgas.

—Tú. Y es martes —recalco, dejando solo un pico en sus labios cuando busca mi boca. No me besó cuando pudo, no lo hará cuando quiera.

Después de eso, me alejo y cojo mi ropa para vestirme alejada de él. Entiende la indirecta de que lo quiero lejos y se va refunfuñando algo sobre adolescentes. Río con ganas un buen rato. Obviamente no puedo ir a clases con esta ropa, pero tengo un cambio en mi locker del gimnasio. Solo debo entrar por la parte de la cancha, aguantar las insinuaciones de los descerebrados y listo, llegar a los vestidores y cambiarme.

La Reputa-ción de DulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora